lunes, marzo 05, 2007

NTC ... 258 Marzo 6, 2.007

Edición conmemorativa 2.007 de "Cien años de soledad". Carátula
NTC ... 258

Nos Topamos Con ...

Marzo 6, 2.007

Año 7 (Segundo como Blog)


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GABO: 80, 60, 40, 25 ...

Aracataca, 6 de Marzo de 1.927 ..., 80 años.

Ver textos en el numeral 5.

Programación en la Biblioteca Departamental.


CONTENIDO

1.- ENCUENTRO "ARTE Y POESÍA POR LA PAZ DE COLOMBIA". Medellín 1, 2 y 3 de Junio de 2.007. Invitación.

2.- Solidaridad con Carlos Lozano. Firmantes. Adhesiones, dirigirlas a fearn@une.net.co (Fernando Rendón)

3.- ANDRES CAICEDO: Evento (Marzo 7, Bogotá). Textos en : El Tiempo, El Espectador (A. Montenegro)

4.- SONIA TRUQUE. "Los perros prefieren el sol y otros cuentos" se lanzó en Cali.




5.- GABO 80, 60, 40, 25. LA POESIA (J. G. Cobo B.) y LA ALQUIMIA (M. Serna) EN LAS OBRAS DE GGM. "EL FUGITIVO" por J. Mario Arbeláez. Edición conmemorativa de la RAE de "Cien años de soledad" . Detalles y Contenido.


6.- “Cómo enamorarse de María: una aproximación a la literatura regional desde el aula de clases”. Taller Marzo 8 y 9 de 2007, 8 a.m. a 12:30 m. - 2 p.m. a 5 p.m. Bco. Répública.

7.- ENLACES Y SUGERENCIAS: Fundación PLENILUNIO. ENCUENTRO 37. Marzo 3/07 Registro // POESIA a viva voz y canciones. // El arte tiene que ser honesto . Palabras al recibir el Doctorado Honoris Causa en la Universidad Mayor de San Marcos, en Lima. Silvio Rodríguez. // "Tan sólo un decir" de Margarita Escobar De Andreis, completo en internet. // Revista CLAVE No. 9 completo en su PORTAL. // PROGRAMACION CULTURAL de MARZO en la Biblioteca Departamental // Celebramos la nueva página de PROARTES http://www.proartescali.com/

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1.- ENCUENTRO "ARTE Y POESÍA POR LA PAZ DE COLOMBIA". Medellín 1, 2 y 3 de Junio de 2.007. Invitación.
Convoca: Festival Internacional de Poesía de Medellín
Un amplio grupo de poetas y artistas colombianos celebró el 25 y 26 de febrero del año pasado, en la capital colombiana, el Encuentro Nacional de Artistas e Intelectuales con Carlos Gaviria Díaz, en apoyo a su candidatura presidencial. La importancia de dicha confluencia, suscitada por la coyuntura electoral de las elecciones presidenciales de 2006, estribaba en que por primera vez, después muchos años de autocensura de la mayoría de los poetas, artistas e intelectuales colombianos, a causa del temor suscitado por la extrema violencia, el sector cultural se reunía por primera vez en la historia más reciente del país, para expresar con franqueza su decisión de optar por un camino diferente a la guerra, que hemos padecido los colombianos durante más de cuatro décadas, y que ha dejado cientos de miles de muertos, heridos, mutilados, desplazados, secuestrados y desaparecidos, y la economía de los colombianos en ruinas.

No habiendo recibido un apoyo electoral mayoritario Carlos Gaviria Díaz, consideramos que las motivaciones que convocaron a los poetas, artistas e intelectuales colombianos a reunirse no han cesado. Siguen estando a la orden del día la reactivación de los derechos a la libertad de pensamiento, de creación y de expresión en Colombia, la defensa de los derechos culturales y la exigencia de un nuevo país.

Desafortunadamente la ausencia de un movimiento cultural enérgico e independiente en Colombia y de organizaciones culturales con capacidad de convocatoria, y con contactos y recursos suficientes para posibilitar una nueva cita del sector cultural, no ha permitido una nueva reunión. Los poetas y artistas colombianos, más allá de la coyuntura electoral, debemos reflexionar sobre el papel que cumplimos en el contexto de un Estado que ha priorizado la guerra y desechado el dialogo y la negociación, como vías pacificas de resolución de este conflicto, que aprisiona nuestros sueños y desangra nuestra tierra.

Como todos sabemos el Congreso aprobará 6.2 billones de pesos de presupuesto para la guerra, mientras el Estado continúa implementando una mezquina política de contribuciones al sector cultural. Todo ello disminuye la capacidad de supervivencia de los procesos y proyectos culturales fundamentales del país.

La lucha por la paz es también la lucha por una nueva cultura y en ese sentido la contribución de los intelectuales, artistas y poetas a la sociedad colombiana es fundamental. Es evidente la necesidad de la unificación de esfuerzos de los poetas, escritores y artistas colombianos, para el debate y la acción alrededor de una nueva alternativa respecto al destino de Colombia. Es preciso materializar una confluencia de voces y expresiones diversas para alcanzar una sociedad nueva, generosa y justa a través de una salida política negociada al conflicto colombiano.

El Festival Internacional de Poesía de Medellín convoca a los poetas, escritores, artistas e intelectuales colombianos para tomar parte en un ciclo de diálogos que nos lleven a un examen colectivo y a la elaboración de propuestas sobre los temas anteriores, encuentro que hemos querido llamar Arte y Poesía por la Paz de Colombia.

Este evento se realizará entre el 1, 2 y 3 de junio de 2007 en Medellín. El 1 de junio será la inauguración del evento con una programación artística y la presentación del Encuentro Arte y Poesía por la Paz de Colombia, que tendrá una programación basada en tres componentes activos:

Paneles, conferencias y sesiones del encuentro de poetas, artistas e intelectuales Arte y Poesía por la Paz de Colombia.
Lecturas de poemas, muestras teatrales y cinematográficas.
Conciertos. Exposiciones de fotografía y artes plásticas.

Fraternalmente lo estamos invitando a que esté presente de activa manera en esta convocatoria, reconfirmándonos su participación a nuestros correos electrónicos.

Comité de Dirección del Festival Internacional de Poesía de Medellín

Festival Internacional de Poesía de Medellín
Transversal 39 A No 72-52, Barrio Laureles, Medellín, Colombia.
Teléfonos: +057 4 4127133 - 5412944 – 4113445
Apartado aéreo 7392 / Fax: +057 4 4128822
URL: http://www.festivaldepoesiademedellin.org/
Emails: festivalpoesiamedellin@yahoo.es , mailto:poetryfestivalmedellin@yahoo.es

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2.- DECLARACION DE Solidaridad con Carlos Lozano. 514 firmas de 79 países hasta el 7 de Marzo 2.007, 7:41 PM

El Presidente de la República formuló la semana pasada, sin fundamento alguno y de manera pública, una grave acusación contra Carlos Lozano, Director del Semanario Voz. Con su actitud el Presidente Uribe colocó a Lozano en una situación de riesgo personal que desdibuja los esfuerzos que él y muchos sectores ciudadanos hacemos para contribuir a la consolidación de una democracia real en Colombia.

Además de expresar nuestra solidaridad con Carlos Lozano como dirigente de la izquierda democrática colombiana, queremos invitar al Presidente Uribe a corregir su señalamiento. El Jefe de Estado debe dar ejemplo democrático frente a sus adversarios políticos, en especial después de la campaña de exterminio físico que padeció la izquierda en años recientes.

Los esfuerzos civiles para encontrar canales que terminen con la injusta y prolongada situación de decenas de colombianos privados de su libertad por los grupos guerrilleros, no pueden macartizarse. En todos los conflictos surgen facilitadores de buena voluntad, que contribuyen a acercar a las partes para evitar o reducir el impacto de la confrontación entre civiles inocentes.

Entendemos que el Presidente Uribe se encuentre bajo presión por la creciente ola de detenciones contra funcionarios y aliados suyos en el Congreso por relaciones con grupos paramilitares. Sin embargo esta situación no lo habilita para señalar a personas de la izquierda democrática. No es lo mismo beneficiarse de actividades ilícitas que promover canales para que los actores violentos abandonen sus prácticas contra civiles inocentes.

Bogotá, 26 de febrero de 2007

Firman ( 514 firmas de 79 países, hasta Marzo 7, 2007; 07:41 p.m.)
Wole Soyinka, Premio Nobel de Literatura (Nigeria)
; Chico Whitaker, cofundador del Foro Social Mundial, Premio Nobel Alternativo (Brasil); Ruth Manorama, Premio Nobel Alternativo (India); Martin Almada, Premio Nobel Alternativo y miembro del Comité Ejecutivo de la Asociación Americana de Juristas (Paraguay); James Petras, escritor y ensayista (Estados Unidos), Laura Restrepo, escritora; Juan Manuel Roca, poeta; Bei Dao, poeta (China); Ramón Chao, periodista (España); Jaime Ballesteros, presidente de OSPAAAL (España); Jeremy Dear, presidente de la Unión de Periodistas (Reino Unido); Liam Craig-Best, director de Justicia por Colombia de Londres; Fernando Pino Solanas, cineasta (Argentina); Horacio Serpa Uribe, ex candidato presidencial; Ernesto Cardenal, poeta (Nicaragua); Patrick Le Hyaric, director del diario L'Humanité (Francia); Carlos Payán, periodista y director del diario La Jornada (México); N.P. Samy, Secretario de la Coordinadora Nacional del National Centre for Labour -NCL- (India); Hernando Calvo Ospina, escritor y periodista; Ramón Jimeno, Jorge Enrique Botero, Hollman Morris, Oscar Collazos, Guillermo González Uribe, Norha Parra, Oscar Domínguez, periodistas; Fernando Garavito, poeta y periodista exilado; Jaime Caycedo, secretario general del PCC y profesor universitario; Álvaro Vásquez, dirigente del PCC; Amaury Pérez, fundador de la Nueva Trova (Cuba); Atilio Borón, sociólogo y escritor (Argentina); Pietro Lora Alarcón (Asesor del Programa de Refugiados Cáritas-ACNUR en Brasil); Sergio Guerra, historiador (Cuba); Pascual Serrano, Montserrat Ponsa Tarres, periodistas (España); Gloria Ramírez, senadora del PDA; Wilson Borja, Representante a la Cámara por el PDA; Armando Rama Martell, Oficina del capítulo cubano En defensa de la humanidad (Cuba); Fernando Rendón, Gabriel Jaime Franco, poetas, Gloria Chvatal, pintora ( Festival Internacional de Poesía de Medellín , Premio Nobel Alternativo 2006); Lars Gustafsson, poeta y filósofo (Suecia); Alonso Ojeda Awad, ex embajador de Colombia en Hungría; Valerio Magrelli, poeta (Italia); Thiago de Mello, poeta (Brasil); Pablo Guayasamín, Fundación Guayasamín (Ecuador); Heinz Moll, periodista (Republica Checa); Teodoro Rentería, periodista (México), Salvador del Río, periodista (México), Rosa María Holguín, secretaria ejecutiva de la Federación Latinoamericana de Periodistas (México); Manuel Guzmán Hennesy, columnista de opinión; Chiranan Pitpreecha, poeta (Tailandia); Waldo Leyva, poeta (Cuba); William Osuna, poeta y director de A Plena Voz (Venezuela); Héctor Seijas, escritor, Jefe de Redacción de A Plena Voz (Venezuela); Libia Guerrero, periodista (Venezuela), Milagros Rivera, Frente Socialista (Puerto Rico); Fernando Martínez Heredia, escritor y politólogo, Premio Nacional de Ciencias Sociales (Cuba); Linton Kwesi Jonson, poeta (Jamaica); Gennaro Carotenuto, historiador (Italia); Manuel Cabieses Donoso, periodista, director de Punto Final (Chile); Desmond Eagan, poeta (Irlanda); Aida Avella, expresidente de la UP en el exilio; Jesús Abad Colorado, fotógrafo; Dick Emanuelsson, Zoltan Tiroler periodistas (Suecia); Issa Makhlouf, Joumana Haddad, poetas (Líbano); Otto Higuita, miembro de la Dirección Nacional del PDA; Claudia Flórez, secretaria general de la Juco; Dorothy Porter, poeta (Australia); Cecilia Conde, musicóloga; Célia Ravera, Presidente del Instituto de Tierras; Teodoro Buarque de Holanda, sociólogo; Lavinia Borges, médico; Vivaldo Franco, theatre director; teatrista; Marcellus Machado, actor; Teothonio dos Santos, sociólogo; Carolina Virguez, actriz; Sergio Saboya, productor; Miwa Saboya, actriz; Paulo Roberto, director del Consejo Nacional de Cultura; Sandra Directo, juez; Maria Carmen Barbosa, escritora y novelista; Danon Lacerda, director del Centro Cultural Banco do Brasil; Carlos Takeshi, actor; Leticia Spiller, actriz; Carla Marins, actriz; Carmen Vargas, superintendente de artes visuales, Estado do Rio de Janeiro; Luis Carlos Fonseca, director de Emater; Marcello Itagiba, diputado Federal; Ivair Itagiba, filósofo; Mauro Costa, director de Patrimonio del Estado de Rio de Janeiro; Mara Fróes, historiadora; Carmem Migueles, investigador; Adair Rocha, director; Edino Krieger, maestro; Nenen Krieger, musicóloga; José Maria Braga, director de la escuela de Música Vila Lobos; Carlos Soares, actor; Marcus Monteiro, director de arte; Carlos Augusto; Wagner Correia; Fred Góes; Graça Coutinho de Góes; José Carlos Barros; Dulce Porto, investigadora; Caique Botkay , superintendente; Jesús Chediak, cineasta; Sérgio Cabral, periodista; Pedro Campello psiquiatra; Clarisse Mantuano, cineasta; Aderbal Moreira, investigadora de la cultura afro-brasilera; Adailton Moreira, investigador; Branca Heloisa, escritora; Marilia Guimarães, escritora; Eduardo Ebendinger, empresario y actor; Haroldo Costa, investigador de música popular brasilera; Jaqueline Silva, medallista de voleibol en las Olimpiadas; Regina Libonatti; historiadora; Helio Cabral, director de inversione - Diretor de inversiones del Estado do Rio de Janeiro; Pedro Porfirio, periodista; Jalusa Barcelos, actriz; Terezinha Lameira, vice Presidente de FESP; Ponsa Monserrat, periodista; Jose Ibrahim, sindicalista ; Claufe Rodríguez, poeta; Mano Melo, poeta; Haydé Trujillo, PCC Risaralda; Gilberto López y Rivas, antropólogo y escritor (México); Nabilah Al-Zubair, poeta (Yemen); Belén Gopegui, escritora (España); Hassan Elouazanni, poeta (Marruecos), Arjen Duinker, poeta (Holanda); León Valencia, periodista; Euphrase Kezilahabi, poeta y novelista (Tanzania); Anders Rudqvist, profesor universitario (Suecia); Héctor Abarca, director de la emisora Radio Nueva América (Suecia); Alejandro Moreano, escritor (Ecuador); Valérie Techer, Francia-América Latina; Gabriel Acuña, grabador; Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos; Luis Eduardo Salcedo, vocero nacional de la Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz; Luis Alberto Matta, Acción por Justicia y Paz (Canadá); Xesus Ramón González Boán, Confederación Intersindical Gallega (España); Ileana Alamilla, directora de la agencia de noticias Cerigua y coordinadora del Observatorio de los Periodistas (Guatemala); Bernard Nöel, poeta (Francia); Santiago Alba Rico, periodista y escritor (España); Alessandra Riccio, profesora de la Universidad de Nápoles y directora de la Revista Latinoamérica (Italia); Rafael Rincón, abogado y periodista; Anne Waldmann, poeta y directora de la Escuela de Poesía Jack Kerouac (Estados Unidos); Aitana Alberti, poeta y organizadora del Festival Internacional de Poesía de La Habana (Cuba); Ersi Sotiropoulo, poeta (Grecia); Anzhelina Polonskaya, poeta (Rusia); Osvaldo Sauma, poeta (Costa Rica); Qassim Haddad, poeta (Bahrein); Michael Krueger, Gerhard Falkner, poetas (Alemania); Ibrahim Nasrallah, poeta (Jordania); Cathy Ceibe, periodista de L´Humanité (Francia); Nidaa Khoury, poeta (Palestina); Marion Bethel, poeta (Bahamas); Alba Donatti, poeta (Italia); Adamou Idé, poeta (Níger), Marianne Larsen, Nina Malinovski, poetas (Dinamarca); Tobias Burghardt, poeta y traductor (Alemania); Mario Ossaba, pintor; Chenjerai Hove, poeta (Zimbabwe); Alberto Nessi, Irene Baumann, Alexandre Gillet, Claude Darbellay, poetas (Suiza); Conceiçao Lima, poeta (Sao Tomé y Príncipe); Birgitta Jonsdottir, poeta (Islandia); Forrest Hylton, historiador (Estados Unidos); Dorian Haarhoff, poeta (Namibia); Ana Rosseti, Juan Carlos Mestre, poetas (España); Amina Said, poeta (Túnez); Ernest Pépin, poeta (Guadalupe); Bengt Berg, poeta (Suecia); Iván Cepeda, defensor de DDHH; María Baranda, Marco Antonio Campos, Lina Zerón, poetas (México); Rosa Alice Branco, Fernando Aguiar, poetas (Portugal); Nicolás Suescun, Julián Malatesta, Álvaro Miranda, J. Mario Arbeláez, Armando Romero, Eduardo Gómez, Robinson Quintero, Giovanni Gómez, Álvaro Marín, Horacio Benavides, Carlos Patiño, poetas colombianos; Hussein Habasch, poeta (Siria); Pedro Badrán Padauí, escritor; Raoul Schrott, poeta (Austria); Arlés Herrera, caricaturista; Consuelo Tomás, Pablo Menacho, poetas (Panamá); Michael Augustin, poeta (Alemania); Sujata Bhatt, poeta (India/USA); Aníbal Tobón, poeta y artista visual; José Fort, Bernard Duraud, Hassane Zerrouky, Maïte Pinero, Osange Silou-Kieffer, periodistas (Francia); Eduardo Dalter, Mario Sampaolessi, Fabián Casas, Daniel Samoilovich, Rogelio Ramos, Carlos Barbarito, poetas (Argentina); Juan Guillermo Ramírez, crítico de cine; Wisam Hashem, Abdulhadi Sadun, Anwar Al-Ghassani, poetas (Irak); Juan Cameron, Sergio Badilla, Eduardo Llanos, Lionel Lienlaf, poetas (Chile); Mahmoudan Hawad, poeta (República Saharahuí); Zlatko Krasni, poeta (Serbia); Lasana Sekou, poeta y editor (San Martín); Naim Araidy, poeta (Israel); Oscar Dueñas, ex magistrado de la Corte Constitucional; Víctor Manuel Moncayo, ex rector de la Universidad Nacional de Colombia; Hildebrando Vélez, Censat Agua Viva; Tugrul Tanyol, Adnan Ozer, poetas (Turquía); Carlos Vidales, historiador; Gabriel Ruiz Arbeláez, ingeniero químico, poeta, periodista y director de NTC … ; Héctor Rosales, Roberto Mascaró, Eduardo Espina, poetas (Uruguay); Neshe Yashin, poeta (Chipre); Norberto Codina, poeta (Cuba); Jean Portante, poeta (Luxemburgo); Gaston Bellemare, editor y director del Festival Internacional de Poesía de Trois Rivières (Canadá); Jean-Claude Villain, poet (Francia); Sam Noumoff, especialista en ciencias políticas; Pepe Viñoles, artista plástico y periodista (Uruguay-Suecia); Augusto Escobar, profesor universitario; Francisco Hinojosa, escritor (México); KoulsY Lamsko, poeta (Chad); Javier Couso (España); Susy Delgado, poeta, Jacobo Rauskin, poeta y académico de la lengua (Paraguay); Hanne Haga, poeta (Noruega); Francisco Morales Santos, poeta (Guatemala); Abdouhraman Waberi, poeta (Djibouti); Iztok Ozojnik, Brano Mozetic, poetas (Eslovenia); Adhely Rivero, Enrique Hernández D´Jesús, Gonzalo Fragui, Pablo Mora, poetas (Venezuela); Fazal Shahabudin, poeta (Bangladesh); Martha Gantier, poeta (Bolivia); Gerry Loose, poeta (Escocia); Ramón Sunico, poeta (Filipinas); Iván Oñate, Edwin Madrid, Aleyda Quevedo, poetas (Ecuador); Sia Figiel, poeta (Samoa); José Mármol, poeta (República Dominicana); Nassar Abdallah Nassar, poeta (Egipto); Idris Tayeb, poeta (Libia); Isaac Goldemberg, poeta (Perú); Luiz de Miranda, poeta (Brasil); Miguel Huezo Mixco, poeta (El Salvador); Armando Orozco, Isabel Mayorga; Ángela García, Ricardo Cuéllar, Luz Helena Cordero, Mery Yolanda Sánchez, Víctor Raúl Jaramillo, Zabier Hernández, Mauricio Vidales, Darío Sánchez Carvalho, Omar Ortiz, Felipe Agudelo Tenorio, Víctor López Rache, Carlos Patiño, Federico Díaz Granados, Alfredo Vanin, Eva Durán, Winston Morales, J. Arturo Sánchez, Iván Enríquez, Marlene Mejía, Lola de Castro, Hernando Guerra, Tatiana Mejía, José Luis Colegial, Emilio Ballesteros, Carlos Fajardo, poetas colombianos; Alfredo Castañeda, escultor; Milcíades Arévalo, escritor y director de la revista de literaturas Puesto de Combate; Winston Porras, Rafael Quiroz, Amalfi Rendón, artistas plásticos; Jonathan Fortich, cineasta; Manuel Giraldo –Magil-, Efraín Medina, Eduardo Márceles Daconte, Pablo Montoya, Fabio Martínez, José Martínez Sánchez, narradores; Isaías Peña Gutiérrez, escritor; Jean Ortiz, Stéphane Bonnery, maestros de conferencias (Francia); Hélène Claudot-Hawad, antropóloga (Francia); Henry Posada, Fernando Ortega, periodistas culturales; Susana González; Carlos López Tascón; Sara Cifuentes, periodista y escritora; Juan Armando Epple, académico y escritor (Chile); Nicole Cage-Florentiny, poeta (Martinica); Tanella Boni, poeta (Costa de Marfil); María Tallin, editora (Suecia); Eleazar Plaza, editor de Arte y Parte, Cali; Ligia Mejía, Asociacion de Refugiados de América Latina y el Caribe (Bélgica); José Henry Ocampo (subdirectiva CUT, Caldas); Juan Fernando Franco, Francisco Ordóñez, Edgar Montañez, cineastas; Gelman Múnera, director de teatro; Daniel Rocha, actor; Andersson Delgado (Grupo Hip Hop 1320), Hernando Morales, Ovidio Rúa, músicos; Athemay Sterling, Luz Marina López, Abimael Castro, Alberto Chavarro, Amaury Padilla, Gina Ruz Rojas, Andrea Monsalve, periodistas; Olimpo Cárdenas, Rubén Zapata, Nelson Orrego, periodistas del periódico Periferia; Dione Brand, Jean Marc Desgent, poetas (Canadá); Francisco Amin Mosquera; Liliam Gomez, Ph.D. en eco-etología; Sergio de Zubiría, Amilcar Guido, Germán Cobo, Alirio Orrego, Alfonso Conde Cotes, Rubén Darío Arroyo, José Ramón Llanos, Germán Hurtado, Haydé Marín, Alfredo Holguín, Víctor de Currea Lugo, Jesús Gualdrón, Alcides Cuello Orozco, profesores universitarios; Alfonso Castillo, ANDAS; Adriana Giraldo Ochoa; Alfredo Ortiz, Nahum Múnera, Noe Ledesma, Marco Prieto, gestor cultural; Te Kupu (Nueva Zelanda); Vicente Rodríguez N., Etnairis Rivera, poetas (Puerto Rico); Camilo Vega González; Colombianas en el exterior; Ludoviko Martínez, historiador y periodista; Héctor Arenas (Fundación América Latina); Edgar Lozano, Antonio Zibara, Marta Inés Hurtado, Yolanda de Tenorio, Alston Newball, Jefferson González Girón, poetas del Taller de Poesía El Palabreo, Universidad Santiago de Cali; Rafael Escobar de Andreis; Luis Carlos Jaramillo Pontón; Claudia Clavijo, investigadora (España); Hernando Perdomo, abogado (España); Rodrigo Echeverri; Martha Helena Restrepo; Elvira Concheiro, escritora (México); Consuelo Sánchez, antropóloga social (México); Iván Darío Ñungo Mican; Alvaro Luna Porras, sociólogo; Hernando Romero Pereira, pedagogo; Rodrigo Buelvas, odontólogo; Isnardo Grandas Rincón; Jorge Aristizábal, ingeniero químico; Rodrigo Acosta, administrador de empresas; Miguel Álvarez, matemático; Walberto Torres, abogado; Adolfo Cortés, ingeniero químico; Luis Aurelio Ordóñez, economista e historiador; Jaime Álvarez Llanos, Francisco Bohórquez, historiador; Diego Romero, dirigente social; Fidel Llinás Zurita, filósofo; Ricardo Villegas Padilla, docente; Consuelo Granados; Pablo Llontyo, revista Caras y Caretas; Héctor J. Freire, poeta, jefe de redacción de la revista de poesía Barataria, jefe de edición de la revista de cultura La Pecera (Argentina); Silvia Blair, médica; Camilo Cuervo, titiritero y filósofo; Ruth Alba García, Ricardo Tascón, docentes; Fernando Rivera, Fernando Flórez, economistas; Camila Rivera, sicóloga; Alberto Chavarro, politólogo; Germán Prieto; Henry Olarte Suárez; Edgar Bautista, Rosa Inés Noriega; Fabián Parada; Ricardo Quijano Altamirano, artista; Luz Beatriz Puerta Mesa, gastrónoma; Enrique Sierra Sánchez, economista; Alfonso Torres; Lucila Castro; Maria Piedad Ossaba, periodista (Francia); Júpiter Ossaba, estudiante(Francia); Isabel Botero(periodista); Federico García (España); Miguel Ángel Mejía; Luis Felipe León, abogado; Guillermo Hoyos Vásquez, director del Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar; Domingo Domingo; Julien Rebotier, geógrafo (Francia); Beatriz Ortega, Nidia Naranjo, Leidy Acevedo, Ángela Chaverra, Cristian Acevedo, Alejandro Cometa, Karen Botero, Ignacio Trujillo, Felipe Posada, estudiantes universitarios; Maria Teresa Pinzón Rodríguez; Umut Karakaş, estudiante universitario; Jairo Espinoza, exiliado (Bélgica); Antonio García Lozada; Toni Solo; Lucila Reyes; César Torres, académico y militante del PDA; José Zapata; Lia Isabel Alvear, ingeniera agrónoma; Oscar Amado (Argentina); Ida Therén (Sweeden); Irupe Carvajales Bresque (Canadá); Agustín Larnaudie Lassabe (Canadá); Padre Geoffrey Bottoms (Inglaterra); Bertin Olsson (Suecia); Lorraine Caputo, poeta (Estados Unidos); Marthe Raymond, educadora y escritora, (México); Jayne Lyn Stahl, poeta, guionista y ensayista (Inglaterra); Helen Safa (Estados Unidos); Omar Torres, colectivo de trabajadores de Puebla (México); César Laurel (Costa Rica); Mamadou Bocoum; Babis Angourakis (Grecia); Inés Crespo Ortiz, Iván Becerra (Estados Unidos); Marlie Burton-Roche, artista visual (Canadá); Angel Guerra Cabrera, periodista (Cuba-México); Padre Raúl Suárez Ramos; Hugh McFadden (Irlanda); Amalia Molinari (Argentina); María Elvira Naranjo; Aram Saroyan; Rodrigo Saldarriaga, director del Pequeño Teatro; Franklin Reeve, poeta (Estados Unidos); Miguel Ángel Martínez, economista (Panamá); Froilán Escobar, escritor, periodista y profesor universitario; Marilo Tudela (España); José Luis Rodríguez, Darío Fajardo Montaña, profesores e investigadores; Rauni Salminen (Reino Unido); Fernando Acosta Riveros (México); Jack Hirschman, poeta (Estados Unidos); Agneta Falk, poeta (Suecia); Yalkiria Pineda Rivera, economista (Nicaragua); Marjaliisa Siira, periodista (Finlandia); Mark Burton (Reino Unido); Alfredo Vera, arquitecto (Ecuador); José Victor Tamaríz Flores; Zein Elabdin Fouad, poeta (Egipto); Gustavo Gualdoni, profesor (España); Josie Michel-Brüning, Dirk Brüning (Alemania); Montserrat Ponsa i Tarrés, escritora (España); Nelson Yelor (Chile); Amilcar Tolosa, músico (Argentina); Raquel Huerta Nava, poeta (México); Emil Kleinknecht, arquitecto (Alemania); Jéssica Moraga, enfermera, chilena en Suiza; Silvio Tendler, cineasta, Echaterina Brasileiro, productora; Ana Tendler, documentalista (Brasil); Martha Juárez Díaz (México); Leopoldo de Quevedo y Monroy; Gustavo Esmoris, escritor (Uruguay); José Zuleta, escritor (Cali); . ...
Adhesiones: Enviarlas a fearn@une.net.co FERNANDO RENDON

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3.- ANDRES CAICEDO. Evento 7 de Marzo en Bogotá. Texto en EL TIEMPO y en EL ESPECTADOR.

Andrés Caicedo, su suicidio se conmemora con entrega de manuscritos a biblioteca Luis Ángel Arango
eltiempo.com / nacion Marzo 3, 2.007
http://www.eltiempo.com/nacion/2007-03-03/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3459758.html
OLGA LUCÍA MARTÍNEZ ANTE, Redactora de EL TIEMPO
Foto: Hugo Giraldo / EL TIEMPO. Carlos Alberto Caicedo, el papá de Andrés, se dedicó a organizar todos los documentos y manuscritos que su hijo dejó en un baúl.
http://www.eltiempo.com/nacion/2007-03-03/IMAGEN/IMAGEN-3459974-1.jpg
http://www.eltiempo.com/nacion/2007-03-03/IMAGEN/IMAGEN-3459974-2.jpg

El próximo 7 de marzo, editorial Norma lanzará el libro 'El cuento de mi vida', una recopilación de sus escritos, de algunos amigos y de familiares.


Carlos Alberto Caicedo (en la foto) se echó la bendición y abrió el baúl donde estaban las cosas de su hijo Andrés. Fue varios años después de que el escritor se suicidó, cuando el dolor le dio un respiro.
Y de ahí sacó escritos, anotaciones, cuadernos... Las memorias de ese hijo -el único varón en medio de tres mujeres- que se había ido por decisión propia el 4 de marzo de 1977, seis meses antes de cumplir 26 años y después de tomarse, dice la leyenda, 60 pastillas de Seconal en su apartamento de Cali.
Por eso, para Caicedo papá, terminar de desocupar ese baúl fue un proceso largo que se cerró en el 2004. Un trabajo minucioso que el próximo 7 de marzo, en buena parte, ya no reposará en su apartamento de Cali sino que hará parte de la colección de la Biblioteca Luis Ángel Arango, como una donación de la familia.
Caicedo padre tiene casi 90 años y la memoria lúcida para hablar del Andrés escritor, inteligente y, como él mejor lo define, "un hombre determinado". Un Andrés real y único que no hace parte del mito ni de los blogs que hay en Internet para perpetuar su literatura, sus críticas de cine y su decisión de quitarse la vida. "Mi hijo era sobrado de lote", manifiesta.
Entre otras cosas porque, como dice Alejandro Rodríguez, uno de los sobrinos del escritor, "mi tío no me regañó -como lo hubiera hecho cualquier adulto- el día que le mostré mi técnica para coger grosellas. Yo era un niño y estábamos en la finca en la que vivía con mi familia, en la Buitrera de Cali. Le quité la sábana a mi cama, la puse bajo el árbol de grosellas y sacudí las ramas".
El tío escritor, tanto para Alejandro como para su hermano Andrés Camilo, vino después.
Este último afirma que al intelectual lo conoció en el estudio de su papá, "en ejemplares de la revista Ojo al Cine (que Andrés editaba y dirigía), y que mi padre le ayudó a producir y a diagramar".
En la adolescencia leyeron sus cuentos. Y ambos manifiestan que Maternidad fue lo mejor que hizo ese tío.
Una lápida robada
Ventilar el tema del suicidio de Andrés no fue fácil para la familia de Caicedo. Pese a sus anuncios (la célebre frase que decía que vivir después de los 25 años era un desperdicio) y a los tres intentos anteriores al definitivo fue un hecho devastador. Durante años, María Victoria y Rosario, hermanas del escritor, se dedicaron a leer todo lo que había relacionado sobre el tema.
"La publicación de su obra, cuando salió Destinitos fatales y se reeditó Qué viva la música, muchos años después de su muerte, fue una manera de ventilar el tema en la familia", dice María Victoria.
María Victoria supo que había superado el duelo cuando Nicolás, su nieto, a los 11 años, le preguntó: "¿Abuelita, es cierto que tenés un hermano famoso que se mató? ¿Y es que estaba loquito?".
Caicedo fue enterrado en el cementerio metropolitano del sur, en Cali, de donde en un año que la familia no recuerda se robaron la lápida de su tumba. "Algún seguidor", dice María Victoria. Y agrega: "Pero esta no se ha vuelto un sitio de peregrinación. Fue un hecho aislado".
Dice, además, que hoy, si su hermano viviera, "no sería un hippie patético. Pero tampoco me lo imagino en este mundo".
Y como escritor, Alejandro, su sobrino, pensaría que la Cali traqueta y de mujeres con silicona sería una "fuente maravillosa para asquearse públicamente".
Solo que Andrés Caicedo se quedó detenido en el tiempo, como el pelado de pelo largo, grandes gafas, drogo y con una disciplina férrea que lo hacía escribir desde las 8 de la mañana y hasta por 16 horas.
El legado de Andrés Caicedo
Andrés Caicedo Estela marcó una época en las letras, el cine y el teatro en Cali.
Empezó a escribir desde muy joven y entre sus novelas más reconocidas figuran Qué viva la música, Destinitos fatales y Angelitos empantanados o historias para jovencitos, así como un considerable número de cuentos entre los que se destacan Maternidad.
Del mismo modo, con un grupo de intelectuales caleños creó el cine club Ojo al cine, y la revista del mismo nombre. Con Carlos Mayolo, Sandro Romero Rey y Luis Ospina, entre otros, intentó hacer de Cali una especie de 'Caliwood'.
Cuando decidió matarse ya había dirigido 10 obras de teatrales, escrito cuatro piezas y adaptado seis. Se leyó 152 libros desde los 10 hasta poco antes de morir a los 25 años, lo que da un promedio de 21,7 libros por año. Así está, de su puño y letra, en uno de los documentos encontrados por su padre en su baúl.


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LA MÚSICA DE ANDRÉS CAICEDO
Al final de la adolescencia los jóvenes deben aceptar si entran a hacer parte de una sociedad que con frecuencia perciben como extraña y amenazante y a la que, siempre con buenas razones, señalan de hipócrita e injusta.
Armando Montenegro
EL ESPCTADOR, 03 de marzo de 2007
http://www.elespectador.com/elespectador/secciones/Detalles.aspx?idNoticia=6583&idSeccion=25
Al resistirse a engranar pasivamente en el mundo de los mayores, surgen la disonancia, el dolor y la rebelión. La literatura nos proporciona muchos retratos de estas crisis. La obra clásica es, por supuesto, El guardián entre el centeno, de Salinger, la memoria de la angustia de un adolescente deprimido, sumido en el fracaso de sus estudios y de sus relaciones personales. Y otra, claro, es la figura memorable de Huckleberry Finn de Mark Twain, quien no encuentra otra salida diferente a huir de una civilización que considera mezquina, en busca de su libertad a lo largo del Mississippi.
En la Colombia de los años setenta —el país de Misael Pastrana y de Julio César Turbay, el de la Vuelta a Colombia, la televisión en blanco y negro y Yo y tú—, la reacción de los jóvenes contra el opaco mundo que debían soportar tomaba con alguna frecuencia el cauce de la rumba —con sus cuotas de droga, salsa y sexo—, o el de la militancia en la guerrilla, sobre todo en el M-19 (que, a diferencia de los otros grupos, acogía a una membresía urbana, no siempre ortodoxa, y no excluía la rumba). Muchos colombianos de nuestra generación siguieron estos caminos hasta “sus últimas consecuencias”, y no pocos murieron en el intento.
El registro literario de estas vidas nos lo dan, en el caso de la rumba, ¡Que viva la música! de Andrés Caicedo y, en el de guerrilla, los numerosos escritos de los miembros del M-19, entre ellos las memorias de María Eugenia Vásquez y Vera Grabe (sobre la vida de personas de esa generación que se acogieron sin mayor cuestionamiento a las reglas de la sociedad, no encontramos rastro en la literatura, sino, tal vez, en la trayectoria de personajes como, por ejemplo, Ernesto Samper y sus compañeros de aventuras políticas).
¡Que viva la música!, para quien no ha leído la novela, narra el descenso de una muchacha burguesa del Liceo Belalcázar, desde su casa en un barrio “bien” a un prostíbulo de Cali. Al principio, después de dejar metidos a sus amigos marxistas, con quienes trata en vano de leer El capital, decide que su vida es la rumba. Sale de su casa a vivir con un gringo, en medio de un mar de rock, coca y pepas. Luego, se sumerge en la salsa, en el Sur, con tres estudiantes de la Universidad del Valle en una juerga que dura siete días, después de la cual ellos vuelven a sus estudios y a la izquierda. En cambio, ella sigue su camino y se une a un tipo rarísimo que pone la música en una discoteca popular. Antes de instalarse en el prostíbulo, donde narra todo este cuento, tiene aventuras con un asaltante en las afueras de la ciudad, prueba hongos y ama a una gringa bella. A lo largo de la historia hay asesinatos, suicidios, todo tipo de drogas y, sobre todo, montones de música.

Hay películas de la infancia y la juventud que por respeto a la memoria es mejor no volver a ver. Los ojos de hoy, infortunadamente, encuentran cosas que estropean los buenos recuerdos. Lo mismo pasa con el texto que comentamos. Con el paso de los años, a diferencia de El guardián entre el centeno, el libro de Caicedo aparece desbalanceado, apresurado, con una protagonista que no es creíble, aunque, claro, con la nostalgia de la tibia y florida ciudad, la que vivió Caicedo, una ciudad que ya no existe (en estos días le están cortando centenares de sus samanes, ceibas y carboneros). Seguramente esta obra sobrevive por el mito romántico creado por el suicidio de su autor y porque muestra, como en un álbum de fotos viejas, rasgos de la generación que hoy tiene más de cincuenta años; pero, ante todo, sigue siendo una novela para adolescentes.
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4.- SONIA TRUQUE. "Los perros prefieren el sol y otros cuentos". Presentación del libro en Cali. Registros del evento realizado en "Lugar a dudas" el 2 de Marzo de 2.007. Presentó Fabio Martinez


- La mujer del cuento -
Por: Fabio Martínez
Desde “A la diestra de Dios padre” de Tomás Carrasquilla, el cuento es uno de los géneros literarios que más se ha cultivado en el país.
Con Efe Gómez y Jesús del Corral, que se hicieron famosos en su momento con sus cuentos “La tragedia del minero” y “Que pase el aserrador”, todo escritor conserva en su arsenal literario un excelente cuento, que siempre es evocado por el lector.
¿Quién no recuerda el cuento “Las muertes de Tirofijo” del recientemente desaparecido Arturo Alape? ¿Quién ha olvidado el famoso cuento “Todos estábamos a la espera” de Álvaro Cepeda Samudio? ¿Quién no recuerda el cuento “La calle mocha” de Umberto Valverde, escrito en su momento más lúcido y precoz?
Así sea visto por las editoriales como la ‘novia fea’ de la literatura, el cuento es un género exigente que requiere perfección y talento.
A diferencia de la crónica y el relato, en todo cuento subyace un enigma, que puede ser resuelto en la narración o por el mismo lector. Cuando el enigma es resuelto en la narración estamos asistiendo a un cuento cerrado, circular; cuando el enigma es descubierto por el lector, estamos ante un cuento flexible y abierto.
A partir de los años sesenta, el cuento se fue consolidando en el país con grandes cuentistas como Hernando Téllez, García Márquez, Alonso Aristizábal y Álvarez Gardeazábal. Luego, en los años ochenta, surgieron importantes cuentistas como Luis Fayad, Marvel Moreno y Juan Diego Mejía.
Sonia Nadhezda Truque pertenece a la generación “Sin cuenta”.
Nacida en el puerto de Buenaventura, desde muy joven, Sonia se formó bajo el influjo literario de su padre, el escritor chocoano Carlos Arturo Truque, quien en su momento, compartió los premios nacionales de literatura con el joven escritor García Márquez.
Carlos Arturo Truque es famoso por el cuento “El día que terminó el verano”; ha sido traducido al inglés, francés y alemán; y recientemente fue publicado por el Programa Editorial de Univalle.
Sonia Truque comenzó su carrera literaria en Bogotá; para no traicionar el legado literario de su padre, leyó a los grandes maestros del género como Chejov, Maupassant y Rulfo, formándose, de esta manera, en el rico y complejo universo del cuento. Luego, se fue a vivir a Barcelona; allí aprendió el catalán, fue traductora de poesía, y de regreso al país, publicó su primer libro de cuentos La otra ventana.
En La otra ventana encontramos un tono subjetivo, confidencial, donde la soledad, la amistad y el mundo de los afectos, son el motor fundamental que moviliza a sus personajes.
La atmósfera de libertad y de defensa de los derechos humanos, como fue la España de los años ochenta, no fue ajena al espíritu abierto, que siempre ha caracterizado a la escritora colombiana.
Luego vendrá Historias anómalas, donde, sin abandonar el tono sicológico, sus personajes comienzan a vivir en situaciones límites, producto de un ambiente incierto e inseguro.
Finalmente, Sonia Truque nos trae su último libro Los perros prefieren el sol y otros cuentos, donde haciendo un inventario de su cuentística, recoge doce cuentos de su primer libro, e incluye cuatro excelentes relatos, propios de la literatura negra.
El libro marca dos momentos históricos y dos periodos literarios en la vida de la escritora bonaverense: por una parte, están los cuentos cuyo paisaje de fondo es la bella ciudad de Barcelona durante el periodo del “destape”. Por otra parte, están los cuentos negros, de bandidos y calanchines, en que se han convertido nuestras ciudades.
Con Los perros prefieren el sol, Sonia Truque entra con paso firme al exigente mundo de la cuentística colombiana.


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Mesa de presentación

María Eugenia Rojas, Fabio Martínez, Sonia N. Truque y Eduardo Delgado Ortiz.
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Grupo de algunos asistentes
Tim Keppel, Germán Patiño, Amparo Romero Vásquez, Sonia N. Truque ,

María Eugenia Rojas y Gabriel Ruiz

Los perros prefieren el sol
Texto tomado de Cronopios, Marzo 3, 2.007
Con asistencia de importantes intelectuales del valle del Cauca, la escritora Sonia Truque, nacida en Buenaventura y residente en Bogotá, lanzó su libro Los perros prefieren el sol y otros cuentos, ya varias veces reseñado en las páginas de Cronopios por diferentes autores.
Al tiempo que lo presentaban en Cali, en Cronopios Bogotá concluíamos su primera lectura: un libro con un muro en la mitad, quizás dos libros siameses antagónicos. La entrada con los nuevos relatos es la plenitud juguetona de la recuperación de un lenguaje del solar nativo, la picaresca del humor negro que proviene de una sórdida realidad adobada con espacio y atmósferas turbias de repente oxigenadas por la ironía y la habilidad narrativa que logra convertir en imágenes divertidas y entorno literario no solo lo que narra sino lo que encierra como testimonio de una sociedad en marcha. Al otro lado, más allá del muro, los viejos cuentos que habitaron la mente y el aprendizaje narrativo de la mujer que recorría Barcelona y auscultaba en la diferencia catalana los avatares sicológicos de la gente que espejea en su habitat, su libertad con límites.
Una lectura para palpar la metamorfosis del oficio de escribir como causa suprema, catarsis, inmensos universos de la condición humana.

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5.- GABO 80, 60, 40, 25 ...
*** LA POESÍA EN LA OBRA DE GARCÍA MÁRQUEZ

Por J. G. Cobo Borda (de su Libro "LECTURAS CONVERGENTES, Taurus, 2.006. P. 140 ...)
Gabriel García Márquez, en un homenaje al ex presidente Belisario Betancur con motivo de sus 70 años, recordaba la época de su formación literaria del siguiente modo:
Los jóvenes de ahora no pueden imaginarse hasta qué punto se vivía entonces a la sombra de la poesía. No se decía primero de bachillerato sino primero de literatura, y el título que se otorgaba, a pesar de la química y la trigonometría, era de bachiller en letras. Para nosotros, los aborígenes de todas las provincias, Bogotá no era la capital del país ni la sede del gobierno, sino la ciudad de lloviznas heladas donde vivían los poetas. No sólo creíamos en la poesía, sino que sabíamos con certeza -como lo diría Luis Cardoza y Aragón - que es la única prueba concreta de la existencia del hombre.
Colombia entraba en el siglo XX con casi medio siglo de retraso, gracias a la poesía.

Ella se encontraba en todas partes. "Hasta en la sopa". Al menos allí la encontró Eduardo Carranza: "Los ojos que se miran a través de los ángeles domésticos del humo de la sopa". Jorge Rojas la encontró en el placer lúdico de una greguería magistral: "Las sirenas no abren las piernas porque se quedaron escamadas". Daniel Arango la encontró en un endecasílabo perfecto, escrito con letras urgentes en la vitrina de un almacén: "Realización total de la existencia".

Con el mismo terror reverencial con que íbamos de niños al zoológico, íbamos al café donde se reunían los poetas al atardecer. El maestro León de Greiff les enseñaba -y nos enseñó más tarde a perder sin rencores en el ajedrez, a no darle ni una sola tregua al guayabo, y sobre todo, a no tenerles miedo a las palabras.

Ese enrarecido clima literario es el que se reitera en sus charlas con Plinio Apuleyo Mendoza, El olor de la guayaba (1982) donde García Márquez recapitula la lista de sus poetas preferidos -los del romancero, los del Siglo de Oro español, los románticos, Rubén Daría y Neruda-, y agrega esta afirmación decisiva:
"Si no hubiera sido por "Piedra y Cielo" no estoy seguro de haberme convertido en escritor" (p. 43).
Para añadir:
"Toda buena novela debía ser una trasposición poética de la realidad" (p.60).
Cien años de soledad no es más que
"Una constancia poética del mundo de mi infancia" (p. 75), Y El otoño del patriarca
"un poema sobre la soledad del poder" (p. 87), como lo define en una sola frase.

Esta concepción poética de la escritura irriga toda su obra, y le otorga la certera precisión que da la poesía, en la fulgurante conjunción de realidades dispares. Ella es perceptible en fragmentos a todo lo largo de sus varios libros, y al mismo tiempo en la atmósfera global que, como hemos visto por sus propias palabras, no sólo la impregna sino la sustenta de raíz.

"Úrsula ordenaba la posición de la luz y la conducta del calor, y repartía el espacio sin el menor sentido de sus límites" (p. 54) dice en Cien años de soledad, al lograr que realidades inaprehensibles respondan al dictado de una voz que, al nombrarlas, las torna humanas. Ahora ya sabemos que el calor tiene una conducta propia. Que el calor ha encarnado en una palabra hecha cuerpo. Que la naturaleza es el hombre mismo, como lo vio muy bien Ernesto Volkening al hablarnos del calor en Macondo.
En otros casos el fragmento se convierte en una unidad de sentido, con la autonomía de un poema en prosa, saturado de ecos y reminiscencias, pero a la vez dotado de su propia coherencia interna.
Así este trozo de Cien años de soledad:
La casa se llenó de amor. Aureliano lo expresó en versos que no tenían principio ni fin. Los escribía en los ásperos pergaminos que le regalaba Melquiades, en las paredes del baño, en la piel de sus brazos, y en todos aparecía Remedios en el aire soporífero de las dos de la tarde, Remedios en la callada respiración de las rosas, Remedios en la clepsidra secreta de las polillas, Remedios en el vapor del pan al amanecer (p. 63).

Como se ve, un indudable poema piedracielista, en el ademán estilística que ya se ha consustanciado con su escritura, ya través del cual la realidad terrestre, como él mismo lo dice, se transfigura en un logrado sortilegio, donde Juan Ramón Jiménez convive con Neruda, sin olvidar por ello al mismo Jorge Rojas, quien hablaba de "el vaho de la rosa" ("Mujer cerrada") o del jazmín, como "un recuerdo de olor en tu memoria" ("Aire de entonces" ).

Sabemos también, por cierto, que el sentido del olfato define, de algún modo, el mundo de García Márquez. Para conseguir que ese infierno olfativo que individualiza los recuerdos y se queda para siempre en la memoria, se vuelva táctil, se haga palabra a pesar de su vaguedad inalcanzable, recurre siempre a la poesía.
Lo olfativo y lo visual combinan sus elementos dentro de una imaginería de fin de siglo. La que se reitera en El otoño del patriarca, cruzado en todas direcciones por los versos de Rubén Daría, que forman el tejido capilar del libro, y continúa en El general en su laberinto, donde Bolívar escribe versos, los recita, se los dedican y las descripciones continúan manteniendo el mismo registro, como es fácil comprobarlo en estas citas:

La luz era una harina de oro que se filtraba por la fronda de los naranjos al cabo de tres días de lluvias, y alborotaba a los pájaros entre los azahares (p. 150).

Una típica viñeta de época, como en los jardines de Rubén Daría y Juan Ramón Jiménez, que acota esos espacios y los trasciende con el trazo dilatado de su adjetivación lírica:

Desde el patio iluminado se alzaba el vapor de los jazmines, y el aire parecía de diamante, y había en el cielo más estrellas que nunca (p. 178).

En 1975, cuando publicó El otoño del patriarca, García Márquez situó en el centro de su torrencial escritura, pletórica de hipérboles, una figura emblemática:

El joven poeta Félix Rubén García Sarmiento que había de hacerse famoso con el nombre de Rubén Darío.
Pasajero ilustre de casaca de paño oscuro y chaleco cruzado (p. 193).

El mismo que, con "el desorden de la poesía" saca en vilo de su sitio al legendario dictador, en una velada lírica en el Teatro Nacional, y lo dejo flotando sin su permiso en el trueno de oro de los claros clarines de los arcos triunfales de Martes y Minervas de una gloria que no era la suya, mi general (p. 194).

El "minotauro espeso con voz de centella marítima" como acertadamente define la figura de Darío le revela al Patriarca "lo pobre y minúsculo" que era y lo irrisorios que resultaban los mediocres desfiles militares de sus cortesanos ante "la revelación de la belleza escrita". "Las voces de gloria del canto sonoro del cálido coro": la poesía supera al hombre del poder omnímodo y lo lleva incluso a intentar escribir versos. Y es también el fecundo legado del modernismo el que termina por sostener toda la novela, con su escritura, pues por más que intente rebajar la potencia retórica de esa música con sus directas referencias a una realidad física e incluso excrementicia, terminan por quedar todas ellas subsumidas en el desbordante alud metafórico que permea el libro de comienzo a fin.

LA ALQUIMIA DE LA POESÍA

Si la poesía es aquí desorden envolvente que saca a la gente de sí misma, y la sitúa en otro plano gracias a las viejas artes de la memoria y el recital en voz alta, es en El amor en los tiempos del cólera (1985) donde el desorden de la poesía, que ya habíamos percibido, se convierte en "la alquimia de la poesía" (p. 90), que idealiza doncellas y llena "los cuarticos sofocantes" del Caribe con ensueños llenos de "nidos de oscuras golondrinas en los balcones y rumores de besos y batir de alas en los marasmos de la siesta" (p. 89).

La realidad escrita contamina así la realidad real, y la figura de Florentino Ariza, como un pájaro esmirriado que lee versos de amor en la banca del parque, nervioso por el paso de la amada, combina esos lugares comunes sobre el poeta perdido en el farragoso delirio de sus cartas de amor con el poeta terco en la consecución de sus fines. En la captura de esa musa que no era otra que la muy real Fermina Daza.

Sin proponérselo, sin saberlo siquiera, demostró con su vida la razón de su padre, quien repitió hasta el último aliento que no había nadie con más sentido práctico, ni picapedreros más empecinados ni gerentes más lúcidos y peligrosos que los poetas.

Se percibe así a todo lo largo de la obra de García Márquez la fuerza decisiva de la poesía. Lo que ella le otorga como instancia reveladora del mundo y el sistema metafórico con que a partir de allí él busca asediar la realidad íntegra. Si bien ella es vista con el encanto anacrónico del siglo pasado -el vate romántico y sombrío, la velada lírica, los juegos florales, el impecable soneto parnasiano la poesía parece escapárseles de tan vetustos estereotipos y recorrer un arco inmenso. El que en la historia de la poesía en lengua española va de Gil Vicente, en el epígrafe de Crónica de una muerte anunciada, hasta la rotunda figura episcopal de Pablo Neruda en "Me alquilo para soñar", uno de los Doce cuentos peregrinos (1992), donde el poeta chileno desdeña el poder revelador de los sueños y proclama en cambio la clarividencia absoluta de la poesía.
Así llegamos, por ahora, a Del amor y otros demonios (1994) donde es la poesía de Garcilaso de la Vega la que descifra los sentimientos de los protagonistas, Cayetano Delaura y Sierva María, y los lleva a solazarse en su amor, más allá de su carácter culpable y las fuerzas adversas en torno suyo, para redimido mediante la soberbia música de las églogas y la punzante certeza nominativa de los sonetos.
Ese melodioso lirismo con que los actores de ese drama pasional en Cartagena de Indias, se ven, se sienten por vez primera y adquieren, por fin, auténtica realidad, gracias al poder de esos versos que han vencido ya cinco siglos y vuelven a proclamar, en cualquier boca enamorada, la piadosa dulzura inefable de su demencia. El amor es el mundo reducido a un solo verso único:

Por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir y por vos muero (p. 115).

La poesía es entonces el arma y el consuelo. La confesión y el abandono. La que presagia y confirma. La que abre el camino y otorga la postrera razón. No existe mayor posibilidad de síntesis: "Cuanto más transparente es la escritura más se ve la poesía" (p. 45) como dice el médico Abrenuncio, alter-ego simbólico del autor, al igual que lo fue Melquiades y a la vez ella se constituye en el mayor núcleo expansivo (y explicativo) de su tarea como narrador. Es ésta, desde niño, su mayor ambición creativa, y no vaciló en intentarla, como lo atestiguan algunos sonetos obviamente piedracielistas de su juvenil iniciación literaria. Sin embargo, si la vemos en la dilatada perspectiva del más de medio siglo de su labor literaria, advertiremos que ella es su marca de agua y su obsesión más profunda.
En ocasión tan solemne como la entrega del premio Nobel no vaciló en brindar por ella, en Estocolmo, con estas palabras:

En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía. Y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación y su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte.

Ni la soledad del poder, ni el monólogo egoísta de quien se halla encerrado en círculos que sólo lo reflejan a sí mismo, ni la devastadora fuerza del erotismo, ni el consuelo armónico de la música, ni la pluralidad de voces que caracterizan a la voz colectiva, ni su interés por la política, ni su sagaz asimilación de la cultura popular, tan presente en tantas de sus fábulas narrativas, llegan a tener la importancia esencial con que el propio García Márquez reconoce a la poesía, en ella misma o a través de esas máscaras -Rubén Darío, Florentino Ariza, Pablo Neruda, Garcilaso de la Vega- que transitoriamente la encarnan y la transmiten. La recrean y la mantienen viva. Colombia, para bien, sigue siendo tierra de poetas, como lo confirma su narrador por excelencia. Prolonga así lo que el maestro Germán Arciniegas escribió en 1964 al hablar de "La poesía, como parte de la historia de América":

Si se borra de nuestra circunstancia la poesía se les quita la tierra firme a nuestras plantas. Lo bueno de América está en que, fuera de ser un continente racional, es eso y algo más. Es un Nuevo Mundo poético.

Curioso Nuevo Mundo Poético donde la clave de otro cuento de García Márquez es la de un soneto de Gerardo Diego y donde su hálito termina por colarse a través de todos los resquicios.
Por ello, "muchos años después", cuando todos los libros de García Márquez formen un solo libro, y sus múltiples páginas se conviertan en una sola frase, sus lectores no se referirán a Cien años de soledad o a El general en su laberinto sino hablarán de los cinco tomos de versos escritos por el coronel Aureliano Buendía, entre ellos del poema del hombre que se extravió en la lluvia. Sus futuros lectores hablarán de poesía.



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*** LA ALQUIMIA Y LAS ARTES MÁGICAS EN “CIEN AÑOS DE SOLEDAD”
Una profesora de literatura de la universidad de Barcelona http://www.ub.edu/homeub/es/welcome.html , España, considera que García Márquez recogió en su obra creencias occidentales como la alquimia, la magia, la astrología, el hermetismo, que tienen como propósito atender al mensaje de la revelación.
Por Mercedes Serna serna@ub.edu
http://cvc.cervantes.es/ACTCULT/garcia_marquez/obra/novelas/alquimia.htm

Reproducido en GACETA de EL PAIS de Cali, Marzo 4, 2.006 (versión impresa)





El mundo de Cien años de soledad tiene muchos puntos de contacto con la filosofía oculta, con la literatura alquimista y el saber hermético 1. Los personajes de Macondo sobre los que recae la fundación y la destrucción del pueblo, Melquíades, José Arcadio Buendía y el último Aureliano, Aureliano Babilonia, creen en las ciencias ocultas.

Frente al carácter positivista y cientificista de Úrsula, se alza José Arcadio Buendía, fundador de Macondo, patriarca ansioso por descubrir los caminos científicos y que se siente deslumbrado por la tecnología primaria y hechicera de los gitanos. Es el pionero del grupo y el que lleva a éste al conocimiento, a través de las ciencias ocultas, de la alquimia y la magia. Melquíades le había regalado un rudimentario laboratorio de alquimia que habría de ejercer una influencia terminante en el futuro de Macondo.

Dicho laboratorio contaba con los instrumentos necesarios para realizar procesos alquímicos: un atanor primitivo, una probeta de cristal y un destilador. José Arcadio intenta la fabricación de la piedra filosofal pero fracasa en sus operaciones: “En azarosos y desesperados procesos de destilación, fundida con los siete metales planetarios, trabajada con el mercurio hermético y el vitriolo de Chipre, y vuelta a cocer en manteca de cerdo a falta de aceite de rábano, la preciosa herencia de Úrsula quedó reducida a un chicharrón carbonizado que no pudo ser desprendido del fondo del caldero” 2.
El proceso seguido por los alquimistas para conseguir la piedra filosofal era el de la transmutación de los metales que incluía el calentamiento de los mismos en un crisol de vidrio, denominado vaso de Hermes o huevo filosofal. Melquíades había dejado a José Arcadio todos estos instrumentos y también muestras de los siete metales correspondientes a los siete planetas3, las fórmulas de Moisés y Zósimo y una serie de apuntes y dibujos cuya recta interpretación daba con la fabricación de la piedra filosofal. José Arcadio fracasa porque no sabe interpretar los textos cifrados ni entiende el sentido profundo del ascetismo hermético. La alquimia pretendía la purificación del ser humano a través del saber hermético. La conjunción entre química y ciencia, la transmutación de la materia, del plomo al oro, relacionando cada metal con el signo del zodiaco, se identificaba con la búsqueda de sí mismo y con la misión de desentrañar los misterios de la vida.
El huevo filosófico es el símbolo alquímico de la totalidad, donde se forma el hermafrodita. El motivo preferido de la alquimia es el andrógino, cruce del estímulo sensual con la vindicación del espíritu. José Arcadio, por falta de entendimiento, no consigue el andrógino, meta de las investigaciones esotéricas y punto de unificación espiritual. Es la última pareja de Cien años de soledad quien alcanzará el símbolo alquímico de la totalidad. De la unión entre Aureliano y Amaranta Úrsula se nos dice: "A medida que avanzaba el embarazo se iban convirtiendo en un ser único." 4.
Este ser único representa la unificación espiritual y amorosa y con ello la posibilidad de descodificar los manuscritos. Hay una total identificación entre el conocimiento intelectual y el descubrimiento del destino. Tal descubrimiento lleva implícita la muerte.
Melquíades es gitano nigromante y alquimista, visionario, muerto en el capítulo primero y resucitado poco después. Posee las claves de Nostradamus, es decir, que podía descifrar y predecir la historia de la humanidad. Melquíades escribe un mensaje cifrado que describe la historia de Macondo. El desciframiento de los textos correrá a cargo de Aureliano Babilonia 5. Ya José Arcadio Segundo, hijo de Arcadio Buendía y Santa Sofía de la Piedad, se había dedicado a repasar los pergaminos de Melquíades. La legibilidad del relato coincidirá con la extinción de la estirpe.
Los jeroglíficos aparecen por primera vez en manos de José Arcadio como el resumen de los estudios del astrólogo Hermann von Richenau 6, del siglo XI. Tales pergaminos forman parte del hermetismo y es en ellos donde Melquíades cifra y predice la historia de la saga (el lector de Cien años de soledad es otro descifrador). Pero no basta conocer una profecía, hay que descodificarla y saberla entender. José Arcadio está atento a las profecías de Melquíades pero no las entiende. Así, por ejemplo, lo que el profeta Melquíades pidió, como último deseo antes de morir, de forma simbólica, en lenguaje alquímico: “Cuando me muera, quemen mercurio7 durante tres días en mi cuarto”, José Arcadio lo entiende mal, por leerlo literalmente, y se entretiene en hervir un caldero de mercurio junto al cadáver durante setenta y dos horas 8.
Aureliano Babilonia se había dedicado al estudio de los pergaminos acompañando a José Arcadio Segundo en su soledad. Había leído los seis tomos de la enciclopedia, vive absorto en una realidad escrita. Aureliano conocía la librería del sabio catalán —quien confunde la realidad con el mundo libresco— por indicación misteriosa de Melquíades. Aureliano puede por fin contemplar el epígrafe de los pergaminos: “El primero de la estirpe está amarrado a un árbol y al último se lo están comiendo las hormigas”. Lo que el lector lee no es el manuscrito mismo sino la descodificación o, mejor dicho, una variante más del texto.
El texto original está escrito en sánscrito (lengua sagrada) y la primera versión en castellano en verso 9. Lo que nosotros leemos es una prosificación del poema en castellano que descifra Aureliano del sánscrito, hecha por el autor implícito. Y en definitiva lo que leemos cada uno es una versión distinta, bisagra de una larga cadena de reescritores y descifradores del universo. La idea del universo como texto apocalíptico, que recoge la historia de la humanidad, guarda relación con la cábala judaica y cristiana y con la idea medieval del libro (la Biblia) como la historia de la humanidad escrita por Dios en lenguaje cifrado.
La tendencia de la filosofía oculta a la lengua cifrada, según Alexander Roob 10, se explica por el profundo escepticismo frente al poder expresivo de la lengua de Babilonia con su alfabeto impío. Lo que importa es preservar el saber de los abusos del profano. Del saber que fue revelado por Dios a Moisés, en lengua cifrada, que guarda Hermes Trismegisto en la Tabla Esmeralda y que, junto con él, una élite, Zoroastro, Platón, Pitágoras, transmitió a través de jeroglíficos. Narrar, leer e interpretar equivale a vivir. Las hojas del libro son el tiempo, las letras los hombres y el contenido es el designio divino o el conocimiento del destino. La relación lectura escritura y muerte se encuentra en textos borgianos, donde los personajes suelen morir como Aureliano al final de la lectura.
Como si se tratara de un texto hermético, García Márquez recoge en su obra un conjunto de creencias occidentales premodernas 11 —la alquimia, la magia, la astrología, el hermetismo— que tiene como objetivo atender al mensaje de la revelación. Como los textos herméticos, en Cien años de soledad surge el interés por alcanzar el conocimiento supremo, la búsqueda de nosotros mismos y de nuestro destino.
Cien años de soledad nos previene de la ciencia —ésta no comprende la mística de la vida— y cree en el eterno retorno. Todo se repite eternamente y todo es pasado. Como dice el también seguidor del hermetismo, T.S. Eliot, en Four Quartets: “Time present and time past / Are both perhaps present in time future / And time future contained in time past. / If all time is eternally present / All time is unredeemable”.

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Notas:
1 .- De Hermes Trismegisto, mensajero de los dioses y figura fabulosa contemporánea a Moisés, deriva la hermenéutica o interpretación de textos. Los textos herméticos se consideraron tan sagrados como el Génesis, ambos escritos en clave. El hermetismo del neoplatonismo florentino asimiló la Cábala judía. La literatura alquimista despliega un lenguaje alegórico que ha ejercido gran influencia en el romanticismo, en el idealismo alemán y en la literatura moderna: Blake, Yeats, Joyce, Rimbaud, Brecht, Breton o Artaud.
2 .- Véase la edición de Jacques Joset a Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, Madrid: Cátedra, 1995, p. 87.
3 .- Identificación entre macrocosmos y microcosmos que ya se encuentra en el texto lapidario del siglo V Tabula Smaragdina: "Es verdadero, verdadero, sin duda y cierto:/Lo de abajo se iguala a lo de arriba, y lo de arriba a lo de abajo, para consumación de los milagros del Uno". Así, a la esfera de Saturno corresponde el plomo, metal grosero; a Júpiter, el cinc, a Marte, el hierro, a Venus el cobre, a Mercurio el mercurio a la Luna la plata y al Sol el oro.
4 .- Ob. cit., p. 550.
5 .- El nombre Babilonia está claramente relacionado con el mito de la torre de Babel. Es el único que descifra el texto.
6 .- Ob. cit., p. 83.
7 .- El mercurio es uno de los principios de la alquimia, junto con la sal y el azufre.
8 .- En otra ocasión, implícitamente, se nos volverá a avisar de lo grave que puede ser mal interpretar los textos.
Ob. cit., p. 260.
9 .- Así es y como se indica en el texto: "Habían transcurrido más de tres años desde que Santa Sofía de la Piedad le llevó la gramática, cuando Aureliano consiguió traducir el primer pliego. No fue una labor inútil, pero constituía apenas un primer paso en un camino cuya longitud era imposible prever, porque el texto en castellano no significaba nada: eran versos cifrados. Aureliano carecía de elementos para establecer las claves que le permitieran desentrañarlos.." Ob. cit., p. 495.
10 .- Véase su estudio Alquimia y mística, London: Taschen, 1997, p. 12.
11 .- Borges se basó para escribir algunos de sus textos en la concepción gnóstica y hermética que aspiraba al conocimiento intuitivo de las cosas divinas.

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El fugitivo García Márquez
Jotamario Arbeláez. Poeta nadaísta, en Bogotá
Tomado de CRONOPIOS Feb. 5, 2.007

Todo Colombia, y el mundillo intelectual del planeta, saben quién está cumpliendo 80 años, 40 de la publicación de Cien años de soledad, 25 del Nobel, en su casa fugaz a la sombra de la muralla de Cartagena de Indias. El hijo del telegrafista de Aracataca. El escritor que se subió en el carro de Homero, de Shakespeare, de Cervantes y Joyce. El amigo fiel de Fidel.
Quien comenzó siendo un modesto vendedor de libros técnicos al fiado bajo los tórridos soles del Caribe, donde se los tuvo que leer todos. El inquilino de ocasión de la casa de lenocinio que, según Faulkner en su célebre entrevista con Jean Stein, “es el ambiente perfecto para que un artista trabaje…” (1) Los consejos de Faulkner, también Nobel, no se pueden dejar pasar, así los aventajados discípulos sean después tildados de chulos, por los rechulos.
Y a quien casi todos los colombianos consideramos el putis boy, empezando por él mismo: “Tengo el inmenso honor de haberle dado más prestigio a mi país en el mundo entero que ningún otro colombiano en toda su historia, aun los más ilustres, y sin excluir, uno por uno, a todos los presidentes de la República.” (2)
Esto lo publicó en una de sus columnas de El Espectador, “Punto final a un incidente ingrato”, el 18 de abril de 1981, luego de tener que salir disparado del país al amparo de la embajada de México, ante la inminencia de su captura, por presunta simpatía o complicidad con el grupo guerrillero M-19, cuando el presidente Turbay rompió relaciones con Cuba.
En su columna de la semana anterior, “Breve nota de adiós al olor de la guayaba”, había contado el por qué de su estrepitosa escapada: “Después de 25 años, tenía el propósito firme y grato de vivir en mi país. Pero en este ambiente de improvisación y equivocaciones, recibí una información muy seria de que había una orden de detención contra mí, emanada de la justicia militar. No tengo nada que ocultar ni me he servido jamás de un arma distinta de la máquina de escribir, pero conozco la manera como han procedido en otros casos semejantes las autoridades militares, inclusive con alguien tan eminente como el poeta Luis Vidales, y me pareció que era una falta de respeto conmigo mismo facilitar esa diligencia”. “Aquí no hay poeta que valga”, habría dicho el general Camacho Leyva al respecto. Y al anciano poeta lo tuvieron con los ojos vendados en las caballerizas del Cantón Norte.
En muchas oportunidades se ha tildado a Gabo de arrogante, pero cualquiera entenderá que en ésta no le faltaba razón. A través del canciller e intelectual ex izquierdista Carlos Lemos Simmonds, el gobierno proclamó que el autoexilio de Gabo obedecía a una estrategia publicitaria para hacer quedar mal al país en el exterior y vender un millón de libros. Cuando lo único que ha preocupado al escritor es precisamente lo contrario, hacer quedar bien en el exterior a un país mal parado. Y los libros de su reciente edición, aclara, ya estaban vendidos.
Tan sólo unos meses después, en París, la amiga de su alma, la escultora Feliza Bursztyn (3), moriría de tristeza, que es el nombre poético del agotamiento, en la mesa de restaurante donde la había invitado a cenar García Márquez. Nuestra inteligencia militar sospechaba que el mortero, con el cual el M-19 había disparado tres granadas contra el palacio de gobierno, habría sido fraguado en su taller de chatarra.
Hasta ahora, que yo sepa, el establecimiento –como cualquier Vargas Llosa- no le ha presentado ninguna explicación satisfactoria por semejante bofetón a nuestro patriarca, a quien le hubiera tocado recibir el Nobel en la cárcel de La Picota, y en cambio se prepara para chuparle rueda al homenaje que el mundo entero le rinde al fabulista de fábula. Y además, en una coincidencia realmente mágica, se prepara para contrarrestar la redada de sus amigos políticos proclives al paramilitarismo, emprendiendo similares pesquisas contra quienes de alguna manera tuvieron, o tienen, relación o simpatía con algún grupo subversivo, así haya recibido el indulto. Ojo, pues, Gabo, que la investigación puede no haberse cerrado, o vuelvan a abrirla, no vaya a ser que te echen el guante en el momento en que estés recibiendo el primer ejemplar de Cien años de soledad, en la edición de la Real Academia, de manos del rey de España.
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(1) Sigue la cita: “Le proporciona perfecta libertad económica, no sufre hambre ni temor, tiene un techo sobre su cabeza y nada que hacer salvo llevar unas cuantas cuentas sencillas e ir todos los meses a pagarle a la policía local. El lugar está tranquilo de mañana, que son las mejores horas del día para trabajar. A la noche hay suficiente vida social, si es que él quiere participar, como para evitar el aburrimiento: el cargo le da cierta preeminencia en su sociedad, todas las pupilas de la casa son mujeres y se someterán a él y le llamarán ‘Señor’.”
(2) No se refería, desde luego, al actual presidente Uribe, quien históricamente puede resultar aun más célebre. Tristemente.
(3) Quien tuvo que salir del país por motivos similares, pero tras haber sido detenida y manoseada en las mismas caballerizas del Cantón Norte por la estolidez militar.

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http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000011.nsf/(voAnexos)/arch5D025F2EB7213638C1257290004863EB/$FILE/cienañossoledad.png
La Asociación de Academias de la Lengua Española presentará, en el marco del IV Congreso Internacional de la Lengua Española (Cartagena de Indias, 26 a 29 de marzo), una edición de Cien años de soledad revisada por el autor.

La edición popular del Quijote con la que la Real Academia Española y la Asociación de Academias han conmemorado, en el IV Centenario, la publicación de la primera parte, ha merecido una extraordinaria acogida en los dos años en que ha estado en circulación. Ello ha llevado a las Academias a proyectar una serie de ediciones conmemorativas ocasionales, y de circulación limitada, de los grandes clásicos hispánicos de todos los tiempos.

Al diseñar, junto con las demás Academias, el programa del IV Congreso Internacional de la Lengua Española, propuso la Academia Colombiana homenajear a Gabriel García Márquez, quien pocos días antes del Congreso cumplirá ochenta años, con una cuidada edición popular de Cien años de soledad, novela que, a lo largo de cuarenta años (1967-2007), millones de lectores han consagrado como obra literaria universal.

Al igual que en la reciente edición académica del Quijote, el interés prioritario del trabajo preparatorio se ha centrado en el texto de la novela. Para ello se han examinado todos los fragmentos publicados con anterioridad a la primera edición, y su cotejo con esta pone de manifiesto con claridad el trabajo primoroso que García Márquez realiza hasta el último momento para dar con el término preciso, el mimo con que cuida la gramática y su esfuerzo por lograr la expresión más rica en sugerencias.

A pesar del esmero con que el propio escritor corrigió las pruebas de la primera edición (Sudamericana, 1967), se deslizaron en ella indeseadas erratas y expresiones dudosas que editores sucesivos han tratado de resolver con mejor o peor fortuna. Un estudio comparativo detallado de cada caso ha permitido ahora presentar una propuesta razonada al propio autor, que ha querido revisar las pruebas de imprenta completas, enriqueciendo así esta edición con su trabajo de depuración y fijación del texto. En la sección «Nota al texto» podrá apreciar el lector la escrupulosa meticulosidad de García Márquez. Para facilitar la lectura y ayudar a la más rica comprensión de la escritura, se ha preparado, en colaboración con la Academia Colombiana de la Lengua, un «Glosario» léxico de 55 páginas, que aclara el significado de los términos en su lugar preciso y ofrece noticia sobre personajes, acontecimientos y lugares. Con idéntico propósito se muestra un cuadro de la «Genealogía de los Buendía», que, en su momento, pensó incluir el autor.

En Cien años de soledad aparece ante nuestros ojos todo un mundo. Para preparar el acercamiento a él, abren la edición una breve semblanza de García Márquez escrita por Álvaro Mutis y una introducción de Carlos Fuentes que aporta testimonios personales esclarecedores sobre el nacimiento de la novela y el deslumbramiento inmediato que suscitó. El magistral análisis que Mario Vargas Llosa hizo de la narrativa de García Márquez sigue siendo la más alta referencia, y de él se ofrece una parte central. Dos estudios, de Víctor García de la Concha y de Claudio Guillén —a quien la muerte sorprendió cuando le ponía punto final—, tratan de mostrar caminos concretos de acceso al texto de la novela.

Tras él, cuatro académicos hispanoamericanos —Pedro Luis Barcia (Argentina), Juan Gustavo Cobo Borda (Colombia), Gonzalo Celorio (México) y Sergio Ramírez (Nicaragua)— glosan distintos aspectos de la personalidad literaria de García Márquez y de lo que Cien años de soledad significó en la trayectoria de la novela hispánica y en su amplia difusión en el ámbito cultural.

La Asociación de Academias de la Lengua presentará oficialmente su edición, en el marco del IV Congreso Internacional de la Lengua Española, en el homenaje a Gabriel García Márquez que se celebrará el 26 de marzo y en el que se entregará al autor el primer ejemplar.

Paralelamente, todas las Academias promoverán presentaciones de la edición en sus respectivos países con el propósito común de difundir la obra en todo el mundo hispanohablante.

La edición académica, publicada con un propósito conmemorativo, tendrá un período de distribución limitado a 3 años. Se trata de un volumen de 756 páginas, con una tirada inicial de 500 000 ejemplares, que será editado por el Grupo Santillana, bajo el sello de Alfaguara, con licencia de las editoriales Sudamericana, Random House Mondadori, Norma y Diana, titulares de los derechos. El precio de la edición se ha fijado en 9,75 euros para España; en América será el mismo que se fijó para la edición del Quijote en cada país. (En Colombia $ 23.000 a $ 25.000)

CONTENIDO DE LA EDICIÓN

Presentación institucional
Prólogo: «Lo que sé de Gabriel» Álvaro Mutis
Homenaje: «Para darle nombre a América» Carlos Fuentes
Estudios:
«Cien años de soledad: realidad total, novela total» Mario Vargas Llosa
«Gabriel García Márquez, en busca de la verdad poética» Víctor García de la Concha
«Algunas literariedades de Cien años de soledad» Claudio Guillén
Nota al texto: criterios de edición
Árbol genealógico de los Buendía
Texto de Cien años de soledad
García Márquez y Cien años de soledad en la novela hispanoamericana
«Cien años de soledad en la novela hispanoamericana» Pedro Luis Barcia
«El patio de atrás» Juan Gustavo Cobo Borda
«Cien años de soledad y la narrativa de lo real-maravilloso americano» Gonzalo Celorio
«Atajos de la verdad» Sergio Ramírez
Glosario
Nombres


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6.- “Cómo enamorarse de María: una aproximación a la literatura regional desde el aula de clases”.
Taller Marzo 8 y 9 de 2007 8 a.m. a 12:30 m. - 2 p.m. a 5 p.m.
Conduce Cristina Valcke. (Profesora- investigadora Universidad del Valle)
Dirigido a: Docentes- Estudiantes de literatura - público interesado en el tema.
Inscripción limitada y sin costo. Banco de la República Cali. Sala Primer piso Calle 7 # 4-69 TEL. 6847752 / 51 Cali De: Dau Bermudez Yasmine [mailto:
ydaubber@banrep.gov.co ]


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7.- ENLACES Y SUGERENCIAS

*** Fundación PLENILUNIO. ENCUENTRO 37. Marzo 3/07


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***Poesía a VIVA VOZ y canciones



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*** El arte tiene que ser honesto
Palabras al recibir el Doctorado Honoris Causa en la Universidad Mayor de San Marcos, en Lima
Silvio Rodríguez
Juventud Rebelde REBELION http://www.rebelion.org/noticia.php?id=47487 28-02-2007


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REVISTA CLAVE, el No. 9 completo en internet:


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*** El nuevo y hermoso libro Tan sólo un decir de Margarita Escobar De Andreis se encuentra para descarga y consulta en el sitio de Versería:
http://www.verseria.com/verseros/margarita/tan%20solo%20un%20decir/tan%20solo%20un%20decir.htm

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*** PROGRAMACION CULTURAL DE MARZO EN LA BIBLIOTECA DEPARTAMENTAL DEL VALLE.