NTC … 239
Nos Topamos Con ... Año 6. Septiembre 3, 2.006
Cali, Colombia. Sur América. ntc@andinet.com , ntcgra@gmail.com
“El humano se topa, como todo animal, con el universo;
pero el humano, idea mediante, lo transforma;
y se transforma a sí mismo en el proceso.”
El Cultural, España.
“El humano se topa, como todo animal, con el universo;
pero el humano, idea mediante, lo transforma;
y se transforma a sí mismo en el proceso.”
El Cultural, España.
CONTENIDO:
1.- FERIA DEL LIBRO PACIFICO, CALI, Septiembre 8 a 18, 2.006
2.- LA PALABRA, periódico cultural de la U. del Valle, No. 163 Septiembre de 2.006
3.- UNperiódico, El periódico de la U. Nacional. No. 97 Septiembre de 2.006
4.- SARAMAGO VUELVE A LA NIÑEZ. Las pequeñas memorias, su nuevo libro.
5.- ¿QUÉ CANTAN LOS POETAS COLOMBIANOS DE AHORA?" Por Jaime García Maffla
6.- LA MILITANCIA DEL AMOR. UN ACERCAMIENTO A LA POESÍA DE JULIÁN MALATESTA. Por: Omar Ortiz* Docente Uceva
7.- EL POETA MEZQUINO Por ORLANDO ECHEVERRI BENEDETTI
8.- LUNA DE LOCOS. Revista de Poesía. Año 8. No. 14 Pereira. CONTENIDO.
9.- SOBRE LA PROMOCIÓN DE LA CULTURA. Por Alejandro Gaviria
10.- LIBROS, TRUEQUE DE USADOS. Nueva jornada cultural en Bogotá
11.- NAGUIB MAHFUZ. En la muerte del Nobel de literatura egipcio. Un gigante literario y moral árabe.Por Javier Valenzuela / Madrid Especial de El País
11A.- EL PROFE ( ‘El profesor’, Frank McCourt, Norma, 2006.)
Ojo a las hojas . Por Juan David Correa Ulloa
5.- ¿QUÉ CANTAN LOS POETAS COLOMBIANOS DE AHORA?" Por Jaime García Maffla
6.- LA MILITANCIA DEL AMOR. UN ACERCAMIENTO A LA POESÍA DE JULIÁN MALATESTA. Por: Omar Ortiz* Docente Uceva
7.- EL POETA MEZQUINO Por ORLANDO ECHEVERRI BENEDETTI
8.- LUNA DE LOCOS. Revista de Poesía. Año 8. No. 14 Pereira. CONTENIDO.
9.- SOBRE LA PROMOCIÓN DE LA CULTURA. Por Alejandro Gaviria
10.- LIBROS, TRUEQUE DE USADOS. Nueva jornada cultural en Bogotá
11.- NAGUIB MAHFUZ. En la muerte del Nobel de literatura egipcio. Un gigante literario y moral árabe.Por Javier Valenzuela / Madrid Especial de El País
11A.- EL PROFE ( ‘El profesor’, Frank McCourt, Norma, 2006.)
Ojo a las hojas . Por Juan David Correa Ulloa
12.- SONSO: ¿LAGUNA PERDIDA? Por Alfredo Molano Bravo
13.- EVENTOS:
*** Lanzamiento del libro “La Rebelión de un Burgués” Estanislao Zuleta: Vida y Pensamiento. Bogotá, 6 de Septiembre
*** EL MUSEO RAYO EXHIBE LAS SERIES DEL BEJUQUISMO Y ULTRABEJUQUISMO DEL MAESTRO OMAR RAYO. Roldanillo 9 de Septiembre
*** EL MUSEO RAYO EXHIBE LAS SERIES DEL BEJUQUISMO Y ULTRABEJUQUISMO DEL MAESTRO OMAR RAYO. Roldanillo 9 de Septiembre
*** LOS 100 DE PLINIO Y NOEMÍ.Presentan el libro '100 autores colombianos del siglo XX'
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1.- FERIA DEL LIBRO PACIFICO, CALI, Septiembre 8 a 18, 2.006
http://ferialibropacifico.univalle.edu.co/ Allí todos los detalles y programaciones.
2.- LA PALABRA, periódico cultural de la U. del Valle, No. 163 Septiembre de 2.006 http://lapalabra.univalle.edu.co/ (EXCELENTE CONTENIDO). Buena parte dedicado a: http://ferialibropacifico.univalle.edu.co/ FERIA DEL LIBRO PACIFICO, CALI.
3.- UNperiódico, El periódico de la U. Nacional. No. 97 Septiembre de 2.006 http://unperiodico.unal.edu.co/ (EXCELENTE CONTENIDO) Allí, entre otros textos:
Jalla 2006: Un encuentro con la literatura, el mito, lo indígena y los estudios culturales
UNperiódico, El periódico de la U. nacional. No. 97 Septiembre de 2.006
http://unperiodico.unal.edu.co/ediciones/97/11.html
Con más de 800 asistentes se realizó el Jalla Colombia 2006 en Bogotá.
UNperiódico, El periódico de la U. nacional. No. 97 Septiembre de 2.006
http://unperiodico.unal.edu.co/ediciones/97/11.html
Con más de 800 asistentes se realizó el Jalla Colombia 2006 en Bogotá.
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4.- SARAMAGO VUELVE A LA NIÑEZ
SARAMAGO VUELVE A LA NIÑEZ
ENTREVISTA por Juan Cruz, El País, Madrid, 20 ago. 2006. Allí, además, fotos
Gracias al envío de Gérrimo, gerrimo@cable.net.co y de Dolcey, dolca1@andinet.com
ENTREVISTA por Juan Cruz, El País, Madrid, 20 ago. 2006. Allí, además, fotos
Gracias al envío de Gérrimo, gerrimo@cable.net.co y de Dolcey, dolca1@andinet.com
José Saramago tiene 83 años y acaba de volver a la niñez, escribiendo Las pequeñas memorias, que terminó esta misma semana (el 15 de agosto) en su casa de Lanzarote. Hablamos con el premio Nóbel portugués en la biblioteca que acaba de estrenar. "Pude haber pensado que un día tendría el Nóbel, pero jamás se me pasó por la cabeza que tendría una biblioteca como ésta. Claro, es obra de Pilar". Pilar es Pilar del Río, su mujer, su traductora; ya trabaja en la traducción de Las pequeñas memorias. La biblioteca está completamente informatizada, y está conectada a la Universidad de Granada y a otras instituciones docentes y literarias del mundo. Ya Saramago ha publicado más de 40 libros; el último fue Intermitencias de la muerte (Alfaguara). Las pequeñas memorias se publicarán el 16 de noviembre en su editorial portuguesa Caminho, coincidiendo con el cumpleaños del escritor, y se presentará ese mismo día en Azinhaga, su pueblo natal; en España, el libro aparecerá en Alfaguara, como toda su obra.
Pregunta. ¿Qué se siente al acabar un libro?
Respuesta. Emoción. A veces, lágrimas. Ocurrió con Ensayo sobre la ceguera, con Intermitencias de la muerte. Cuando acabas, te despides, entra una especie de vacío, ¿y ahora qué? Siempre.
P. ¿Pasó con éste?
R. Pasó. Es un libro de memorias de cuando era pequeño; se iba a llamar El libro de las tentaciones, pero me pareció pretencioso, así que le puse este título, que es idéntico a su propósito: Las pequeñas memorias. Me quedé siempre muy atado al niño que fui, y ahora me ha sorprendido la cantidad de recuerdos que tenía de aquella época. El libro me ha hecho sufrir un poco. Al final también hubo alivio.
P. ¿Sufrió escribiéndolo?
R. Porque algunas cosas que cuento son dolorosas. Recuerdos familiares que no son agradables, que me tocaron negativamente; podía haberlos omitido, pero no podía dar una visión idílica de tiempos que de idílicos no tenían nada. Eso me ha producido dolor. Y a veces me he bloqueado. Sólo me había sucedido con Manual de pintura y caligrafía.
P. Dolor en la niñez.
R. Cosas que un niño no debía haber visto. Cuando lo leas sabrás de qué estoy hablando.
P. Ochenta y tres años. ¿Qué le ha hecho volver a una edad tan remota?
R. Es una idea que ya llevaba más de veinte años en mi cabeza. Ahora o jamás. Son 150 páginas. No es literatura sobre lo que he vivido, sino lo que he vivido. Si hubiera literaturizado la vida hubieran salido 500 páginas.
P. ¿Qué efecto sentimental produce una confesión así?
R. Un adulto escribe memorias de adulto, acaso para decir: "Miren qué importante soy". He hecho memorias de niño, y me he sentido niño haciéndolas; quería que los lectores supieran de dónde salió el hombre que soy. Así que me centré en unos años, de los 4 a los 15.
P. ¿Y de dónde viene?
R. El libro tiene un epígrafe, que viene de un libro que me inventé, Libro de los consejos: "Déjate llevar por el niño que has sido". Si no hubiera vivido aquella infancia no sería exactamente éste que soy. Algunos puntos significativos de mi forma de ser son las de aquel niño.
P. ¿Rejuvenece escribir memorias?
R. Puede que sí. Lo que es cierto es que lo he escrito como si estuviera viviendo en aquel momento.
P. Dos Nobel, Grass y usted, escribiendo memorias.
R. Las suyas son diferentes.
P. ¿Cuál es su reacción a lo que ha sucedido con Grass?
R. Primero he tenido perplejidad. Nunca hubiera pensado que él hubiera estado en las Waffen-SS..., y menos aún que hubiera ido como voluntario. Y me ha sorprendido la violencia de las reacciones. Él tenía 17 años. ¿Y el resto de la vida no cuenta? Me parece una reacción hipócrita la que ha habido, de mucha gente que acaso no consulta su propia conciencia. Mucha gente quiere buscar pies de barro a personalidades influyentes. Me recuerdan al que iba de ciudad en ciudad, siguiendo un circo. Un día le preguntaron: "¿Por qué sigue tanto a este circo?". "Porque quiero ver cuándo se cae el trapecista y se mata". Y me parece indigna, infame, la insinuación de que Grass ahora lo dice por motivos promocionales de su libro. ¿Qué juez puede decir que una confesión viene demasiado tarde? La verdad es que lo ha dicho, ahí está su confesión.
P. Le hemos visto firmando una declaración de notables sobre Cuba. ¿Cómo ve el futuro?
R. Se observa menos crispación en el exilio. Y estamos percibiendo señales de que empieza la transición. Ojalá la haga el pueblo cubano, sin interferencias, aunque siempre cabe preguntar si Estados Unidos se va a limitar a asistir a esa transición.
P. ¿El pueblo cubano de dentro y de fuera?
R. Claro. Espero que haya negociación, diálogo, ya no hay lugar ni para invasiones ni para asesinatos, sino para que haya acuerdos básicos que contemplen también las indudables conquistas de la revolución: sanidad, cultura, educación...
P. Otro asunto de su preocupación. Estalla Oriente Próximo.
R. Mientras no se resuelva el problema de Palestina, que tenga su Estado, no habrá paz allí. Israel produce una ocupación militar de Palestina, manda a guetos a sus nacionales. No se me va de la memoria lo que dijo un intelectual judío, Leibovitz, sobre el carácter judionazi de su Ejército, de las reacciones de su Ejército; y no se va de mi memoria el dolor que produce ver niños a los que rompían los huesos de las manos, con martillos, en el curso de la primera Intifada. Cuando digo que las víctimas, con las que todos nos solidarizamos, no pueden hacer de verdugos y llamo la atención sobre ese carácter de la reacción militar israelí, siempre oigo voces -"ya está de nuevo el Saramago ese"-, pero lo que digo es la verdad, tiene que ver con los hechos...
P. ¿Qué hacer?
R. Ojala los organismos internacionales comprendan esto de una puta vez: mientras eso no se resuelva, Israel siempre se sentirá amenazado, y responderá con la agresividad que muestra su Ejército, el más poderoso de la región. Algún signo positivo he visto últimamente: la posible alianza de Al Fatah con Hamás para gobernar.
P. Usted no es un hombre optimista.
R. ¿Cómo vas a ser optimista si lees el periódico? El mundo es el lugar del infierno; millones nacen para sufrir; no les importa nada a nadie. No soy un pesimista, soy un optimista bien informado.
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JOSÉ SARAMAGO. LAS PEQUEÑAS MEMORIAS
http://www.kindsein.com/es/11/libros/298/
Foto José Saramago y Pilar del Río
http://www.kindsein.com/cgi-bin/get_img?NrImage=2&NrArticle=298
Estará en las librerías en otoño y se titulará "Las pequeñas memorias". El escritor José Saramago (Azinhaga, Portugal, 1922) dice que esta autobiografía de su infancia le servirá para conocerse mejor. «Me interesa conocer mi relación con ese niño que fui. Ese niño está en mí, siempre ha estado y siempre lo estará. En muchas ocasiones, es muy bueno dejarse llevar por el niño que hemos sido y nunca olvidarnos de su existencia», dice el Nobel.
Es una idea que tenía en la cabeza desde hace 15 años, «pero no ha sido hasta ahora cuando me he decidido a abordar esta autobiografía, que será muy diferente de lo que la gente espera en este género», añade.
«"Las pequeñas memorias" es una obra en la que trato de recuperar al niño que he sido y representa un homenaje a mis abuelos maternos», dijo el Nobel, que reconoce que, aunque vivía en la pobreza total, fue un niño muy feliz. Fueron tiempos difíciles, pero a los ojos de un niño parecían «un paraíso».
Saramago recuerda su infancia con cariño y dice que a veces es sorprendente lo que se puede recordar, «las circunstancias, los olores y hasta los sabores», aún cuando se piensa que la memoria no guarda nada de los primeros años de nuestras vidas. La autobiografía relatará sus recuerdos hasta los 14 años de edad. «Aunque la gente piensa que los primeros años, la edad de la inocencia es para olvidar, no es para olvidar», añade.
Cuando le preguntaron si teme a la muerte, el escritor contestó: «No vale la pena temerla. Cuando hay dudas sobre si algo ocurrirá o no, sí que se puede entender el tener miedo, pero la muerte nos va a llegar a todos y puede ser en cualquier momento, por lo que hay que vivir. Yo he tenido la suerte de una vida larga y con trabajo. No tiene lógica llorar por la leche derramada... Lo peor de la muerte es que pasas a no estar donde estabas antes. Yo ahora estoy en mi casa, con mi mujer Pilar [en la foto], mi jardín, mis perros, mi biblioteca, y sé que un día no estaré ahí. Y pensar eso sí que duele.»
Saramago fue premiado con el Nobel de Literatura en 1998.
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Otras fotos de J. Saramago
Pregunta. ¿Qué se siente al acabar un libro?
Respuesta. Emoción. A veces, lágrimas. Ocurrió con Ensayo sobre la ceguera, con Intermitencias de la muerte. Cuando acabas, te despides, entra una especie de vacío, ¿y ahora qué? Siempre.
P. ¿Pasó con éste?
R. Pasó. Es un libro de memorias de cuando era pequeño; se iba a llamar El libro de las tentaciones, pero me pareció pretencioso, así que le puse este título, que es idéntico a su propósito: Las pequeñas memorias. Me quedé siempre muy atado al niño que fui, y ahora me ha sorprendido la cantidad de recuerdos que tenía de aquella época. El libro me ha hecho sufrir un poco. Al final también hubo alivio.
P. ¿Sufrió escribiéndolo?
R. Porque algunas cosas que cuento son dolorosas. Recuerdos familiares que no son agradables, que me tocaron negativamente; podía haberlos omitido, pero no podía dar una visión idílica de tiempos que de idílicos no tenían nada. Eso me ha producido dolor. Y a veces me he bloqueado. Sólo me había sucedido con Manual de pintura y caligrafía.
P. Dolor en la niñez.
R. Cosas que un niño no debía haber visto. Cuando lo leas sabrás de qué estoy hablando.
P. Ochenta y tres años. ¿Qué le ha hecho volver a una edad tan remota?
R. Es una idea que ya llevaba más de veinte años en mi cabeza. Ahora o jamás. Son 150 páginas. No es literatura sobre lo que he vivido, sino lo que he vivido. Si hubiera literaturizado la vida hubieran salido 500 páginas.
P. ¿Qué efecto sentimental produce una confesión así?
R. Un adulto escribe memorias de adulto, acaso para decir: "Miren qué importante soy". He hecho memorias de niño, y me he sentido niño haciéndolas; quería que los lectores supieran de dónde salió el hombre que soy. Así que me centré en unos años, de los 4 a los 15.
P. ¿Y de dónde viene?
R. El libro tiene un epígrafe, que viene de un libro que me inventé, Libro de los consejos: "Déjate llevar por el niño que has sido". Si no hubiera vivido aquella infancia no sería exactamente éste que soy. Algunos puntos significativos de mi forma de ser son las de aquel niño.
P. ¿Rejuvenece escribir memorias?
R. Puede que sí. Lo que es cierto es que lo he escrito como si estuviera viviendo en aquel momento.
P. Dos Nobel, Grass y usted, escribiendo memorias.
R. Las suyas son diferentes.
P. ¿Cuál es su reacción a lo que ha sucedido con Grass?
R. Primero he tenido perplejidad. Nunca hubiera pensado que él hubiera estado en las Waffen-SS..., y menos aún que hubiera ido como voluntario. Y me ha sorprendido la violencia de las reacciones. Él tenía 17 años. ¿Y el resto de la vida no cuenta? Me parece una reacción hipócrita la que ha habido, de mucha gente que acaso no consulta su propia conciencia. Mucha gente quiere buscar pies de barro a personalidades influyentes. Me recuerdan al que iba de ciudad en ciudad, siguiendo un circo. Un día le preguntaron: "¿Por qué sigue tanto a este circo?". "Porque quiero ver cuándo se cae el trapecista y se mata". Y me parece indigna, infame, la insinuación de que Grass ahora lo dice por motivos promocionales de su libro. ¿Qué juez puede decir que una confesión viene demasiado tarde? La verdad es que lo ha dicho, ahí está su confesión.
P. Le hemos visto firmando una declaración de notables sobre Cuba. ¿Cómo ve el futuro?
R. Se observa menos crispación en el exilio. Y estamos percibiendo señales de que empieza la transición. Ojalá la haga el pueblo cubano, sin interferencias, aunque siempre cabe preguntar si Estados Unidos se va a limitar a asistir a esa transición.
P. ¿El pueblo cubano de dentro y de fuera?
R. Claro. Espero que haya negociación, diálogo, ya no hay lugar ni para invasiones ni para asesinatos, sino para que haya acuerdos básicos que contemplen también las indudables conquistas de la revolución: sanidad, cultura, educación...
P. Otro asunto de su preocupación. Estalla Oriente Próximo.
R. Mientras no se resuelva el problema de Palestina, que tenga su Estado, no habrá paz allí. Israel produce una ocupación militar de Palestina, manda a guetos a sus nacionales. No se me va de la memoria lo que dijo un intelectual judío, Leibovitz, sobre el carácter judionazi de su Ejército, de las reacciones de su Ejército; y no se va de mi memoria el dolor que produce ver niños a los que rompían los huesos de las manos, con martillos, en el curso de la primera Intifada. Cuando digo que las víctimas, con las que todos nos solidarizamos, no pueden hacer de verdugos y llamo la atención sobre ese carácter de la reacción militar israelí, siempre oigo voces -"ya está de nuevo el Saramago ese"-, pero lo que digo es la verdad, tiene que ver con los hechos...
P. ¿Qué hacer?
R. Ojala los organismos internacionales comprendan esto de una puta vez: mientras eso no se resuelva, Israel siempre se sentirá amenazado, y responderá con la agresividad que muestra su Ejército, el más poderoso de la región. Algún signo positivo he visto últimamente: la posible alianza de Al Fatah con Hamás para gobernar.
P. Usted no es un hombre optimista.
R. ¿Cómo vas a ser optimista si lees el periódico? El mundo es el lugar del infierno; millones nacen para sufrir; no les importa nada a nadie. No soy un pesimista, soy un optimista bien informado.
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JOSÉ SARAMAGO. LAS PEQUEÑAS MEMORIAS
http://www.kindsein.com/es/11/libros/298/
Foto José Saramago y Pilar del Río
http://www.kindsein.com/cgi-bin/get_img?NrImage=2&NrArticle=298
Estará en las librerías en otoño y se titulará "Las pequeñas memorias". El escritor José Saramago (Azinhaga, Portugal, 1922) dice que esta autobiografía de su infancia le servirá para conocerse mejor. «Me interesa conocer mi relación con ese niño que fui. Ese niño está en mí, siempre ha estado y siempre lo estará. En muchas ocasiones, es muy bueno dejarse llevar por el niño que hemos sido y nunca olvidarnos de su existencia», dice el Nobel.
Es una idea que tenía en la cabeza desde hace 15 años, «pero no ha sido hasta ahora cuando me he decidido a abordar esta autobiografía, que será muy diferente de lo que la gente espera en este género», añade.
«"Las pequeñas memorias" es una obra en la que trato de recuperar al niño que he sido y representa un homenaje a mis abuelos maternos», dijo el Nobel, que reconoce que, aunque vivía en la pobreza total, fue un niño muy feliz. Fueron tiempos difíciles, pero a los ojos de un niño parecían «un paraíso».
Saramago recuerda su infancia con cariño y dice que a veces es sorprendente lo que se puede recordar, «las circunstancias, los olores y hasta los sabores», aún cuando se piensa que la memoria no guarda nada de los primeros años de nuestras vidas. La autobiografía relatará sus recuerdos hasta los 14 años de edad. «Aunque la gente piensa que los primeros años, la edad de la inocencia es para olvidar, no es para olvidar», añade.
Cuando le preguntaron si teme a la muerte, el escritor contestó: «No vale la pena temerla. Cuando hay dudas sobre si algo ocurrirá o no, sí que se puede entender el tener miedo, pero la muerte nos va a llegar a todos y puede ser en cualquier momento, por lo que hay que vivir. Yo he tenido la suerte de una vida larga y con trabajo. No tiene lógica llorar por la leche derramada... Lo peor de la muerte es que pasas a no estar donde estabas antes. Yo ahora estoy en mi casa, con mi mujer Pilar [en la foto], mi jardín, mis perros, mi biblioteca, y sé que un día no estaré ahí. Y pensar eso sí que duele.»
Saramago fue premiado con el Nobel de Literatura en 1998.
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Otras fotos de J. Saramago
http://www.adepba.fr/Images/Saramago_caricature.jpg
http://www.portoalegre.rs.gov.br/cap/img/prem_saram.jpg
http://www.portoalegre.rs.gov.br/cap/img/prem_saram.jpg
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5.- "¿QUÉ CANTAN LOS POETAS COLOMBIANOS DE AHORA?"
El maestro Jaime García Maffla analiza la situación de la poesía colombiana hoy
Por Jaime García Maffla
Lecturas, El Tiempo, Septiembre 2, 2.006
http://www.eltiempo.com/tiempoimpreso/edicionimpresa/lecturas/2006-09-02/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3224526.html
Un buen poeta debe poseer tres condiciones: 1. Voluntad de arte, 2. Conciencia de obra, por sobre el poema aislado, y 3. Sentido de la composición, dice.
Durante los días de la Guerra Civil española, un poema de Rafael Alberti viajó por el país todo. Es el que en su primer verso dice: "¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora?". En coyuntura dramáticamente paralela, esta pregunta puede hacerse a quienes hoy trazan versos en Colombia: "¿Qué cantan los poetas colombianos de ahora?" Si el poema demanda un lector, el lector demanda que en el poema haya poesía, y que esta toque el palpitar al unísono del corazón de una comunidad humana, con su aquí y ahora, su sino y destino. Que los explique y los acompañe.
No me asiste autoridad alguna para hacer a los poetas colombianos esta pregunta, pero una expresión en uso en la mitad del siglo XX ha caído en la oscuridad del alba del XXI más que en desuso: "Poesía para los poetas". No. Con Antonio Machado ya en el horizonte del exilio diremos: "Poeta es aquel que habla por nosotros".
No puede darse ya en el poema la exaltación de un yo excepcional o la exhibición de una anécdota privada, no pueden tampoco los poetas reclamar alguna sensibilidad o algún saber más alto. La demanda de los seres humanos ahora a la poesía es de esencialidad y demandaría al poeta poseer tres condiciones: 1. Voluntad de arte, 2. Conciencia de obra, por sobre el poema aislado, y 3. Sentido de la composición.
Hay, con verdadero énfasis, que afirmar aquí que cuando está lo ingenioso, no está lo poético, y que la poesía no es literatura, para traer estas palabras de Carlos Bousoño: "Tal vez no constituya grave petulancia interpretar algún síntoma literario de hoy como pronuncio de un giro de 90 grados en la posición de la poesía. La consideración de la vida humana como solidaridad, que sirve de base a buena parte de las letras actuales, la correlativa disminución del lirismo, suplantado por directrices seminarrativas, parecen indicar que el individualismo artístico, abierto con decisión por los románticos, está a punto de extinguirse".
En el espacio blanco del espíritu después de la lectura de un poema debe quedar en el sentimiento de todo lector una coherente concepción del hombre y su destino propia y consciente del poeta. Es un sentido del sentir y de la verdad del sentimiento, para llegar, o más bien regresar y volviendo los ojos a nuestro propio espejo, a esa frase que dio inicio en Colombia, hacia 1955, a la Modernidad: "Las palabras están en situación".
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Por Jaime García Maffla
Lecturas, El Tiempo, Septiembre 2, 2.006
http://www.eltiempo.com/tiempoimpreso/edicionimpresa/lecturas/2006-09-02/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3224526.html
Un buen poeta debe poseer tres condiciones: 1. Voluntad de arte, 2. Conciencia de obra, por sobre el poema aislado, y 3. Sentido de la composición, dice.
Durante los días de la Guerra Civil española, un poema de Rafael Alberti viajó por el país todo. Es el que en su primer verso dice: "¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora?". En coyuntura dramáticamente paralela, esta pregunta puede hacerse a quienes hoy trazan versos en Colombia: "¿Qué cantan los poetas colombianos de ahora?" Si el poema demanda un lector, el lector demanda que en el poema haya poesía, y que esta toque el palpitar al unísono del corazón de una comunidad humana, con su aquí y ahora, su sino y destino. Que los explique y los acompañe.
No me asiste autoridad alguna para hacer a los poetas colombianos esta pregunta, pero una expresión en uso en la mitad del siglo XX ha caído en la oscuridad del alba del XXI más que en desuso: "Poesía para los poetas". No. Con Antonio Machado ya en el horizonte del exilio diremos: "Poeta es aquel que habla por nosotros".
No puede darse ya en el poema la exaltación de un yo excepcional o la exhibición de una anécdota privada, no pueden tampoco los poetas reclamar alguna sensibilidad o algún saber más alto. La demanda de los seres humanos ahora a la poesía es de esencialidad y demandaría al poeta poseer tres condiciones: 1. Voluntad de arte, 2. Conciencia de obra, por sobre el poema aislado, y 3. Sentido de la composición.
Hay, con verdadero énfasis, que afirmar aquí que cuando está lo ingenioso, no está lo poético, y que la poesía no es literatura, para traer estas palabras de Carlos Bousoño: "Tal vez no constituya grave petulancia interpretar algún síntoma literario de hoy como pronuncio de un giro de 90 grados en la posición de la poesía. La consideración de la vida humana como solidaridad, que sirve de base a buena parte de las letras actuales, la correlativa disminución del lirismo, suplantado por directrices seminarrativas, parecen indicar que el individualismo artístico, abierto con decisión por los románticos, está a punto de extinguirse".
En el espacio blanco del espíritu después de la lectura de un poema debe quedar en el sentimiento de todo lector una coherente concepción del hombre y su destino propia y consciente del poeta. Es un sentido del sentir y de la verdad del sentimiento, para llegar, o más bien regresar y volviendo los ojos a nuestro propio espejo, a esa frase que dio inicio en Colombia, hacia 1955, a la Modernidad: "Las palabras están en situación".
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6.- LA MILITANCIA DEL AMOR.
UN ACERCAMIENTO A LA POESÍA DE JULIÁN MALATESTA.
Por: Omar Ortiz* Docente uceva
Pensar la UCEVA. Revista académica. No. 09. Agosto 2.006 Universidad Central del Valle del Cauca. Pags 33 y 34
En su diatriba "Contra los poetas", Witold Gombrowicz, la emprende contra los vates que utilizan la palabra poética como un artificio del lenguaje falseando y ficcionando la realidad por medio de la rima, del verso y de la pretendida pureza de sus formas, que no son sino una excusa para que los poetas hablen de sí mismos y de su poesía. En su crítica, Gombrowicz, señala que los poetas se han convertido en esclavos del Verso, condición que les impide expresarse a sí mismos. Esta aparente afrenta al ejercicio del poeta no hace más que refrendar una lúcida anotación anterior, incluida en su "Diario", sobre dicho oficio donde textualmente afirma sobre esta labor: "Que se dedique a la poesía, pero que sea capaz en cada momento de darse cuenta de sus limitaciones, fealdades, estupideces y ridiculez; que sea poeta, pero un poeta dispuesto en cualquier momento a revisar la relación entre la poesía y la vida, la realidad. Siendo poeta, que no deje mi por un momento de ser hombre y que no subordine el hombre al poeta".
Pues bien, si este polaco alucinado hubiera conocido la poesía de Julián Malatesta de seguro su preocupación por la solemnidad y la retórica que enmascaran el verdadero sentir poético, hubiera encontrado una notable excepción, porque la obra de Malatesta, lejana a cualquier artificio o consideración estetizante, -situación paradójica viniendo de un valioso estudioso del fenómeno literario y como tal académico con una interesante propuesta ensayística que se hace evidente en su antología de la poesía vallecaucana en el siglo XX, "Poéticas del desastre" -, es una afirmación constante de las preocupaciones que asedian su cotidianidad, las mismas de sus semejantes, de su persistente lucha para mantener vigente una palabra que desde el infortunio de una sociedad atomizada y violenta, cumpla las enseñanzas establecidas por sus mayores, por el padre que lleva " ... la cabeza erguida como un pájaro" y donde el poeta intenta conservar los caminos que transita bajo el interrogante de su sombra bienhechora: "Unas veces es jovial como el saludo de los viejos marineros / y otras silencioso y severo como un sacerdote egipcio".
Y así la memoria descubre la palabra amor:
"La palabra amor, decía mi padre,
es como un cántaro totalmente vacío,
en el arrojamos pequeños ímpetus, locos anhelos,
fragmentos efímeros de una prolongada zozobra,
la fiebre de una tarde, el rostro de ella
ya deformado sutilmente por el recuerdo,
la próxima cita amarrada a la esquina
donde acecha el asaltante, el hermano, el padre,
la fisgona del barrio y su frase indiscreta,
el día que pone al desnudo el azar
y delata la falta de los deberes cotidianos,
la noche que prolonga el culto solar
e ilumina las calles, como si preparara una fiesta al fugitivo".
Y desde el amor: la mujer, la soledad, el sueño, la muerte, el viaje, el regreso, el cuerpo, el tiempo, la música, la calle, la casa, la ciudad, la lucha, el vino, el poder, la revuelta, los elementos: la vida, en fin, cobra sentido. Porque al lector desprevenido puede parecerle que la poesía de Julián es construida desde el acontecer político, como denuncia o instrumento de confrontación con los efímeros ropajes del poder, cuando lo cierto es que su militancia esta comprometida con "Las conspiraciones del amor" y es desde allí que el poeta edifica sus espacios guerreros, ya que: "El amor es el desorden / La más íntima conspiración del hombre". Tanto en "Alguien habita la memoria", como en "La Cárcel de Babel" y en su último libro publicado, "Cenizas en el cielo", es el acontecer amoroso, con sus gozos y padeceres lo que alimenta el fuego creativo del poeta que es conciente de la facultad incandescente de su arte. Arte por lo demás que guarda estrecha relación con los ancestrales saberes de los viejos que vienen y van por los caminos, iluminando las ventanas donde descubrimos nuestra imagen en los ojos que desde la vereda nos miran. E igualmente, es el mismo genio que se manifiesta en la baraja de la gitana, en su lectura de aromas y sabores y donde cualquier señal puede ser el signo del triunfo o la derrota.
Arte en fin tan antiguo, como la misma palabra de Dios. Y como ella gobernada por los vientos, vientos de conjuro y de luz. Es pues desde el amor que Malatesta nos ofrece su mejor propuesta libertaria, ya que desde su orilla ha perdido toda noción de lo útil, todo buen juicio en los negocios. Es el delirio, la pasión que tensiona toda verdadera obra poética que, como lo quiere Gombrowicz, este más cerca del hombre que de la argucia lírica.
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* OMAR ORTIZ . Abogado Universidad Santo Tomás de Bogotá. Escritor y Poeta, ha publicado como tal 12 libros de poesía y ensayo. Editor y Director de la Revista de Poesía Luna Nueva. Premio Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia, 1995. Actualmente se desempeña como Docente de tiempo completo en la UCEVA, coordinando las publicaciones institucionales de la misma. Es postulante a la Rectoría de dicha Institución para el Período 2006-2010. (Pensar Uceva No 09, pág. 51)
Algo más sobre Omar Ortiz:
http://www.redyaccion.com/biogomarortiz.htm
http://festivaldepoesiademedellin.org/pub/en/Revista/ultimas_ediciones/64/ortiz.html
UN ACERCAMIENTO A LA POESÍA DE JULIÁN MALATESTA.
Por: Omar Ortiz* Docente uceva
Pensar la UCEVA. Revista académica. No. 09. Agosto 2.006 Universidad Central del Valle del Cauca. Pags 33 y 34
En su diatriba "Contra los poetas", Witold Gombrowicz, la emprende contra los vates que utilizan la palabra poética como un artificio del lenguaje falseando y ficcionando la realidad por medio de la rima, del verso y de la pretendida pureza de sus formas, que no son sino una excusa para que los poetas hablen de sí mismos y de su poesía. En su crítica, Gombrowicz, señala que los poetas se han convertido en esclavos del Verso, condición que les impide expresarse a sí mismos. Esta aparente afrenta al ejercicio del poeta no hace más que refrendar una lúcida anotación anterior, incluida en su "Diario", sobre dicho oficio donde textualmente afirma sobre esta labor: "Que se dedique a la poesía, pero que sea capaz en cada momento de darse cuenta de sus limitaciones, fealdades, estupideces y ridiculez; que sea poeta, pero un poeta dispuesto en cualquier momento a revisar la relación entre la poesía y la vida, la realidad. Siendo poeta, que no deje mi por un momento de ser hombre y que no subordine el hombre al poeta".
Pues bien, si este polaco alucinado hubiera conocido la poesía de Julián Malatesta de seguro su preocupación por la solemnidad y la retórica que enmascaran el verdadero sentir poético, hubiera encontrado una notable excepción, porque la obra de Malatesta, lejana a cualquier artificio o consideración estetizante, -situación paradójica viniendo de un valioso estudioso del fenómeno literario y como tal académico con una interesante propuesta ensayística que se hace evidente en su antología de la poesía vallecaucana en el siglo XX, "Poéticas del desastre" -, es una afirmación constante de las preocupaciones que asedian su cotidianidad, las mismas de sus semejantes, de su persistente lucha para mantener vigente una palabra que desde el infortunio de una sociedad atomizada y violenta, cumpla las enseñanzas establecidas por sus mayores, por el padre que lleva " ... la cabeza erguida como un pájaro" y donde el poeta intenta conservar los caminos que transita bajo el interrogante de su sombra bienhechora: "Unas veces es jovial como el saludo de los viejos marineros / y otras silencioso y severo como un sacerdote egipcio".
Y así la memoria descubre la palabra amor:
"La palabra amor, decía mi padre,
es como un cántaro totalmente vacío,
en el arrojamos pequeños ímpetus, locos anhelos,
fragmentos efímeros de una prolongada zozobra,
la fiebre de una tarde, el rostro de ella
ya deformado sutilmente por el recuerdo,
la próxima cita amarrada a la esquina
donde acecha el asaltante, el hermano, el padre,
la fisgona del barrio y su frase indiscreta,
el día que pone al desnudo el azar
y delata la falta de los deberes cotidianos,
la noche que prolonga el culto solar
e ilumina las calles, como si preparara una fiesta al fugitivo".
Y desde el amor: la mujer, la soledad, el sueño, la muerte, el viaje, el regreso, el cuerpo, el tiempo, la música, la calle, la casa, la ciudad, la lucha, el vino, el poder, la revuelta, los elementos: la vida, en fin, cobra sentido. Porque al lector desprevenido puede parecerle que la poesía de Julián es construida desde el acontecer político, como denuncia o instrumento de confrontación con los efímeros ropajes del poder, cuando lo cierto es que su militancia esta comprometida con "Las conspiraciones del amor" y es desde allí que el poeta edifica sus espacios guerreros, ya que: "El amor es el desorden / La más íntima conspiración del hombre". Tanto en "Alguien habita la memoria", como en "La Cárcel de Babel" y en su último libro publicado, "Cenizas en el cielo", es el acontecer amoroso, con sus gozos y padeceres lo que alimenta el fuego creativo del poeta que es conciente de la facultad incandescente de su arte. Arte por lo demás que guarda estrecha relación con los ancestrales saberes de los viejos que vienen y van por los caminos, iluminando las ventanas donde descubrimos nuestra imagen en los ojos que desde la vereda nos miran. E igualmente, es el mismo genio que se manifiesta en la baraja de la gitana, en su lectura de aromas y sabores y donde cualquier señal puede ser el signo del triunfo o la derrota.
Arte en fin tan antiguo, como la misma palabra de Dios. Y como ella gobernada por los vientos, vientos de conjuro y de luz. Es pues desde el amor que Malatesta nos ofrece su mejor propuesta libertaria, ya que desde su orilla ha perdido toda noción de lo útil, todo buen juicio en los negocios. Es el delirio, la pasión que tensiona toda verdadera obra poética que, como lo quiere Gombrowicz, este más cerca del hombre que de la argucia lírica.
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* OMAR ORTIZ . Abogado Universidad Santo Tomás de Bogotá. Escritor y Poeta, ha publicado como tal 12 libros de poesía y ensayo. Editor y Director de la Revista de Poesía Luna Nueva. Premio Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia, 1995. Actualmente se desempeña como Docente de tiempo completo en la UCEVA, coordinando las publicaciones institucionales de la misma. Es postulante a la Rectoría de dicha Institución para el Período 2006-2010. (Pensar Uceva No 09, pág. 51)
Algo más sobre Omar Ortiz:
http://www.redyaccion.com/biogomarortiz.htm
http://festivaldepoesiademedellin.org/pub/en/Revista/ultimas_ediciones/64/ortiz.html
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7.- EL POETA MEZQUINO
ORLANDO ECHEVERRI BENEDETTI
El Universal, 29 de agosto de 2006. Gracias a la red de Oscar Delgado osdelgad@urosario.edu.co
Lamentablemente el mundo del arte local ha quedado en fríos salones de exposición y baladíes presentaciones de libros; eventos en los que, con suerte, se reparte una copa de vino que termina causando duelos y frases sardónicas.
Pero esa atmósfera es además el hábitat de una criatura que representa al más vil arquetipo que ha parido la humanidad: el poeta mezquino, el artista de la envidia.
Este personaje está convencido de que le corresponde cierta fama, cierto éxito, y todo lo que aprecia es indefectiblemente inferior a lo que él hace. Aunque es altivo, aún vive en la casa de su madre porque no se ha atrevido a probar ese mundo que en sus poemas dice conocer tan bien.
Inclusive ha desarrollado un modo particular al gesticular, un seseo intelectual que, cuando está ebrio, se desvanece para dar paso a la voz real, maltratada por la farsa sostenida en la sobriedad. No tiene méritos incluso cuando flirtea, porque se dedica a elevarse en una montaña de calumnias que ha echado sobre el otro.
Pero ante todo, el poeta mezquino es siempre ruin y envidioso. Experto en la queja y el defecto, ve el más leve triunfo ajeno con rabia. No le roe el hambre pero le remuerde que otro consiga el pan. Se pasea siempre entre la impostura y la difamación, culpando al mundo de su anonimato.
También culpa a todos los medios porque éstos no incluyen sus versos en las antologías o sus pinturas en las revistas culturales. En casos como éste, desenvuelve su lengua viperina para expulsar su peor veneno.
Lo que no sabe el poeta mezquino, es que el mundo lo contempla oblicuamente y le acaricia la cabeza como a un pequeño perro que ha quedado afónico por ladrar demasiado.
Pero también sabe ser bueno y noble. Sobretodo con alguien que desde la cúspide le guiña el ojo. En ese momento se hincha de versos y lame la cara de su mentor. Por eso el poeta mezquino algunas veces hace de perro y otras de sapo.
Se le ve en ese mundillo que algunos han llamado “comunidad artística”, donde suelen acariciarse las manos sobre la mesa, mientras por debajo se hieren con patadas despiadadas. En ese grupo no se dejan surgir unos a otros, porque para evitar ahogarse hunden a los demás.
No sabe que, si alguien va a crear, no es imprescindible tener una habitación con aire, luz, tiempo y espacio. No sabe que crear se hace también “aunque debas trabajar 16 horas en una mina de carbón o aunque te falte parte de tu mente y de tu cuerpo; ciego, mutilado, loco, vas a crear con un gato trepando por tu espalda mientras la ciudad entera tiembla en terremotos, bombardeos, inundaciones y fuego”, como dice un poema del abusado Charles Bukowski, quien además de escribir, trabajó en un matadero y en una oficina de correos.
No sabe que Horacio Quiroga creó aún después del suicidio accidental de su padre, o después del suicidio de su esposa, o después que sus hermanas murieran de fiebre tifoidea, o después del suicidio de su padrastro, y aún después de padecer un crónico dolor de estómago.
La lista es larga, y aún así no sabe que crear no tiene nada que ver con la comodidad, y que el poeta/artista está por encima de las adversidades. Pero poetas hay muchos, porque recordemos que “Dios cometió el error de hacer muchos poetas pero muy poca poesía”.
ORLANDO ECHEVERRI BENEDETTI
El Universal, 29 de agosto de 2006. Gracias a la red de Oscar Delgado osdelgad@urosario.edu.co
Lamentablemente el mundo del arte local ha quedado en fríos salones de exposición y baladíes presentaciones de libros; eventos en los que, con suerte, se reparte una copa de vino que termina causando duelos y frases sardónicas.
Pero esa atmósfera es además el hábitat de una criatura que representa al más vil arquetipo que ha parido la humanidad: el poeta mezquino, el artista de la envidia.
Este personaje está convencido de que le corresponde cierta fama, cierto éxito, y todo lo que aprecia es indefectiblemente inferior a lo que él hace. Aunque es altivo, aún vive en la casa de su madre porque no se ha atrevido a probar ese mundo que en sus poemas dice conocer tan bien.
Inclusive ha desarrollado un modo particular al gesticular, un seseo intelectual que, cuando está ebrio, se desvanece para dar paso a la voz real, maltratada por la farsa sostenida en la sobriedad. No tiene méritos incluso cuando flirtea, porque se dedica a elevarse en una montaña de calumnias que ha echado sobre el otro.
Pero ante todo, el poeta mezquino es siempre ruin y envidioso. Experto en la queja y el defecto, ve el más leve triunfo ajeno con rabia. No le roe el hambre pero le remuerde que otro consiga el pan. Se pasea siempre entre la impostura y la difamación, culpando al mundo de su anonimato.
También culpa a todos los medios porque éstos no incluyen sus versos en las antologías o sus pinturas en las revistas culturales. En casos como éste, desenvuelve su lengua viperina para expulsar su peor veneno.
Lo que no sabe el poeta mezquino, es que el mundo lo contempla oblicuamente y le acaricia la cabeza como a un pequeño perro que ha quedado afónico por ladrar demasiado.
Pero también sabe ser bueno y noble. Sobretodo con alguien que desde la cúspide le guiña el ojo. En ese momento se hincha de versos y lame la cara de su mentor. Por eso el poeta mezquino algunas veces hace de perro y otras de sapo.
Se le ve en ese mundillo que algunos han llamado “comunidad artística”, donde suelen acariciarse las manos sobre la mesa, mientras por debajo se hieren con patadas despiadadas. En ese grupo no se dejan surgir unos a otros, porque para evitar ahogarse hunden a los demás.
No sabe que, si alguien va a crear, no es imprescindible tener una habitación con aire, luz, tiempo y espacio. No sabe que crear se hace también “aunque debas trabajar 16 horas en una mina de carbón o aunque te falte parte de tu mente y de tu cuerpo; ciego, mutilado, loco, vas a crear con un gato trepando por tu espalda mientras la ciudad entera tiembla en terremotos, bombardeos, inundaciones y fuego”, como dice un poema del abusado Charles Bukowski, quien además de escribir, trabajó en un matadero y en una oficina de correos.
No sabe que Horacio Quiroga creó aún después del suicidio accidental de su padre, o después del suicidio de su esposa, o después que sus hermanas murieran de fiebre tifoidea, o después del suicidio de su padrastro, y aún después de padecer un crónico dolor de estómago.
La lista es larga, y aún así no sabe que crear no tiene nada que ver con la comodidad, y que el poeta/artista está por encima de las adversidades. Pero poetas hay muchos, porque recordemos que “Dios cometió el error de hacer muchos poetas pero muy poca poesía”.
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8.- LUNA DE LOCOS
Revista de Poesía. Año 8. No. 14 Pereira, Colombia, Abril 2006 ISSN 1657-5717
Dirección: Giovanny Gómez.
Asistencia editorial: Abelardo Gómez, William Ospina, Viviana Angel, Juan Felipe Gómez, Juan Miguel Álvarez, Fernando Hernández, Luis Fernando Afanador, César Valencia Solanilla, Robinson Quintero, Andrés Felipe Gómez.
Ilustraciones centrales y Portada: Darío Villegas. Diseño y diagramación: L. Felipe Gómez Ossa X/x Diseño Tangible distamgible@yahoo.com.mx
Asistencia Técnica y digital en fotografía: Gonzalo Gómez Gómez. INGEFOTO
Vinculación especial Germán López Quintero, Vicerrectoría académica UTP
Proyecto LUNA DE LOCOS Universidad Tecnológica de Pereira. A.A. 097 Bienestar Universitario Pereira, Colombia, Suramérica.
E-mail: insomne@utp.edu.co
Material gráfico y literario realizado, traducido o cedido exclusivamente para LUNA DE LOCOS.
Todo texto puede reproducirse citando la fuente. La revista LUNA DE LOCOS no devuelve los originales no solicitados ni mantiene correspondencia sobre los mismos. La revista no comparte necesariamente las opiniones firmadas de sus colaboradores.
CONTENIDO
POETAS COLOMBIANOS
Alberto Vélez / Gerardo Rivera / Darío Villegas / Mauricio Contreras / Ramón Cote Baraibar
YO NO PODRÍA HACER UNA NOVELA SOBRE VARGAS LLOSA Entrevista a Jorge Edwards por Luis Fernando Afanador
BORGES y EL TANGO Ensayo de William Ospina
MIRARÁS LA SANGRE OSCURA DE MIS LABIOS Aurelio Arturo 100 años. Presentación de Fernando Herrera Versión al italiano de Stefanno Strazzabosco. Selección bilingue
PAIS. AY, MI ESTIMADO SEÑOR. VENTANAS DE LA ALTA MADRUGADA Dos escritos de Enrique Vila-Matas
ESTE OFICIO NO ES PARA COBARDES Escrito de Javier Cercas
CASA DE HUMO Poemas de Giovanny Gómez
EL ARTE DE MIRAR
Dossier de Fotografía de Indira Restrepo Presentación de José Emilio Pacheco
LITERATURA ERÓTICA Ensayo de Piedad Bonnett
HISTORIA DE LA ETERNIDAD LUCRECIO POETA de Mareel Schowb
LIBROS COMUNICANTES
SOL NEGRO, PÁJARO EMBRUJADO Presentación del libro de Raúl Henao por Pablo Montaya.
Revista de Poesía. Año 8. No. 14 Pereira, Colombia, Abril 2006 ISSN 1657-5717
Dirección: Giovanny Gómez.
Asistencia editorial: Abelardo Gómez, William Ospina, Viviana Angel, Juan Felipe Gómez, Juan Miguel Álvarez, Fernando Hernández, Luis Fernando Afanador, César Valencia Solanilla, Robinson Quintero, Andrés Felipe Gómez.
Ilustraciones centrales y Portada: Darío Villegas. Diseño y diagramación: L. Felipe Gómez Ossa X/x Diseño Tangible distamgible@yahoo.com.mx
Asistencia Técnica y digital en fotografía: Gonzalo Gómez Gómez. INGEFOTO
Vinculación especial Germán López Quintero, Vicerrectoría académica UTP
Proyecto LUNA DE LOCOS Universidad Tecnológica de Pereira. A.A. 097 Bienestar Universitario Pereira, Colombia, Suramérica.
E-mail: insomne@utp.edu.co
Material gráfico y literario realizado, traducido o cedido exclusivamente para LUNA DE LOCOS.
Todo texto puede reproducirse citando la fuente. La revista LUNA DE LOCOS no devuelve los originales no solicitados ni mantiene correspondencia sobre los mismos. La revista no comparte necesariamente las opiniones firmadas de sus colaboradores.
CONTENIDO
POETAS COLOMBIANOS
Alberto Vélez / Gerardo Rivera / Darío Villegas / Mauricio Contreras / Ramón Cote Baraibar
YO NO PODRÍA HACER UNA NOVELA SOBRE VARGAS LLOSA Entrevista a Jorge Edwards por Luis Fernando Afanador
BORGES y EL TANGO Ensayo de William Ospina
MIRARÁS LA SANGRE OSCURA DE MIS LABIOS Aurelio Arturo 100 años. Presentación de Fernando Herrera Versión al italiano de Stefanno Strazzabosco. Selección bilingue
PAIS. AY, MI ESTIMADO SEÑOR. VENTANAS DE LA ALTA MADRUGADA Dos escritos de Enrique Vila-Matas
ESTE OFICIO NO ES PARA COBARDES Escrito de Javier Cercas
CASA DE HUMO Poemas de Giovanny Gómez
EL ARTE DE MIRAR
Dossier de Fotografía de Indira Restrepo Presentación de José Emilio Pacheco
LITERATURA ERÓTICA Ensayo de Piedad Bonnett
HISTORIA DE LA ETERNIDAD LUCRECIO POETA de Mareel Schowb
LIBROS COMUNICANTES
SOL NEGRO, PÁJARO EMBRUJADO Presentación del libro de Raúl Henao por Pablo Montaya.
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Más información sobre la revista en NTC … 234
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9.- SOBRE LA PROMOCIÓN DE LA CULTURA
Alejandro Gaviria El Espectador, Septiembre 2, 2.006
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/contenido_MI-16603.htm
Cuando se aboga por un tratamiento privilegiado para una actividad específica, los argumentos son convincentes, si se estudian por separado. Pero si se analizan en conjunto, comienzan a perder fuerza. A desvanecerse ante una lógica impecable: si todo el mundo se considera especial (o digno de tratamiento preferencial), nadie lo es (o nadie lo merece).
Por eso cuando Marianne Ponsford escribe que la eliminación de los beneficios tributarios a la cultura equivale a una claudicación ante el embate mafioso o cuando Antonio Caballero habla de la consolidación del dominio imperial, estos vaticinios ominosos suenan tan poco creíbles. Lo mismo están diciendo los avicultores, los hoteleros, los bluyineros y los recicladores.
No sé si Marianne y Caballero lo sabrán, pero las exenciones que defienden con tanto ahínco (de las que, según ellos, depende nuestro porvenir) se usan mayoritariamente para subsidiar a los productores y consumidores de conciertos de reggaetón, revistas de farándula y películas de Hollywood. No quisiera proponer una definición restrictiva de cultura (ni más faltaba), pero me atrevería a predecir que la cultura que defienden los exaltados columnistas es muy diferente a la que consumen. O en términos más concretos, estoy convencido de que existen mejores mecanismos de promoción cultural que los contemplados por las exenciones actuales.
Quizás la mejor política cultural sea simplemente darles libros a los niños. Habría que llenar las bibliotecas de tomos de la mejor literatura. Atiborrar las escuelas públicas de obras clásicas y contemporáneas para que el exceso de oferta cree su propia demanda. Así con el tiempo habrá más lectores y más creadores. Más contadores de historias. Y más historias que contar (“las historias sólo le pasan a quien sabe contarlas”, escribió Italo Calvino). Ni García Márquez, ni Fernando Vallejo, ni Víctor Gaviria dependieron de la mano benefactora de la administración de impuestos. Su gran suerte fue haberse encontrado con los libros correctos en el momento preciso. La creación futura depende de la lectura presente. Y la lectura presente depende, en un país pobre, de lo que se consiga en las bibliotecas públicas y en las escuelas rurales.
Pero, como lo ha dicho insistentemente Jorge Orlando Melo, este país no invierte en libros para los niños. Los alcaldes construyen bibliotecas y no las dotan. O compran volúmenes electrónicos con pocos años de vida útil (vida inútil, podríamos decir). Los recursos del Plan Nacional de Lectura (el programa bandera del Gobierno) son insignificantes; su cuantía es inferior a la gastada en subsidiar las películas colombianas. Si uno quisiera hacer demagogia, bastaría con señalar que el Estado invierte más en asegurar la viabilidad económica de diez películas que en garantizar las posibilidades de lectura de diez millones de niños. Según los cálculos de Jorge Orlando Melo, la ciudad de Bogotá invierte anualmente cuatro mil pesos por niño en libros y tres millones por asistente a los conciertos de la Filarmónica.
Pero ni Marianne ni Caballero parecen inmutarse. Este tipo de desigualdades no afecta su henchida conciencia social. Caballero incluso dice con desfachatez que ha sido beneficiario de algunas exenciones culturales. A ninguno parece preocuparle la necesidad de subvencionar el consumo cultural de quienes no pueden comprar libros. Con IVA o sin IVA. Como lo dijo alguna vez Joseph Brodsky, si los libros se distribuyen por todos lados, tarde o temprano terminan encontrando lectores. “Siempre habrá un niño que pesque un libro de un pila de basura en el garaje. Yo fui uno de esos niños… y seguramente ustedes también”.
http://agaviria.blogspot.com/
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10.- LIBROS, TRUEQUE DE USADOS. Nueva jornada cultural en Bogotá
El Espectador, Septiembre 2, 2.006
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/contenido_MI-16980.htm
Los programas que ha implementado la administración distrital para fomentar la lectura entre los bogotanos fue la razón que motivó a la Unesco para nombrar a Bogotá como la próxima ‘Capital Mundial del Libro’. Un reconocimiento que por primera vez es otorgado a una ciudad latinoamericana.
En el marco de esta celebración, que comenzará a comienzos de 2007, el Instituto Distrital de Cultura y Turismo con el apoyo del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), promueve una iniciativa denominada Trueque de Libros, que también busca despertar el interés por la lectura, especialmente en niños y jóvenes.
Este programa nació hace dos años como una estrategia para que en las bibliotecas de los colegios distritales los estudiantes tuvieran acceso a libros de diferentes géneros. Este año se realiza la segunda versión y el propósito es que la participación y colaboración de la ciudadanía sea superior a la del año anterior.
El punto de encuentro es la Torre del Reloj del Parque Nacional, en donde se exhibirán decenas de libros de todos los géneros que fueron donados por diferentes editoriales y librerías de la ciudad. Los interesados en participar de esta actividad deberán llevar sus libros e intercambiarlos por otros títulos de su predilección.
Los textos técnicos o especializados y los libros pirata, fotocopiados o en mal estado, no podrán formar parte de esta jornada. Todos los libros que se recolecten con el trueque se repartirán en diferentes colegios distritales, con el propósito de incentivar la práctica de la lectura entre los estudiantes.
La actividad comenzará a las 10:00 de la mañana del domingo. Durante todo el día un grupo de reconocidos artistas, poetas y escritores deleitará a los asistentes con una presentación de lecturas dramatizadas.
Poetas como Piedad Bonnet, Juan Manuel Roca y Jotamario Arbeláez presidirán este encuentro. Adicionalmente, se realizará una maratón de lectura en la que participarán reconocidos actores como Ramiro Meneses, Pepe Sánchez, Miguel Torres y Carmenza Gómez entre otros.
Con el Trueque de Libros la administración distrital inicia un primer ciclo de actividades organizadas para motivar a los bogotanos a que participen y disfruten el próximo año de la programación de Bogotá como ‘Capital Mundial del Libro’.
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11.- NAGUIB MAHFUZ
En la muerte del Nobel de literatura egipcio. Un gigante literario y moral árabe
Javier Valenzuela / Madrid Especial de El País
El Espectador, Septiembre 2, 2.006
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/contenido_MI-16580.htm
Fotos
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/includes/foto04a_2_MI-16580.jpg
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/includes/foto04a_1_MI-16580.jpg
En febrero de 2003, Naguib Mahfuz tuvo que ser hospitalizado. Tenía 92 años y, sin haberse recuperado nunca de las puñaladas que le habían dado en 1994 unos terroristas islamistas, el único escritor árabe galardonado con el Nobel de Literatura no lograba vencer una fuerte gripe. Aún así, enviaba mensajes al diario cairota Al-Ahram. En uno se mostraba “muy preocupado” por la guerra que Bush preparaba contra Iraq.
“Mi posición, decía, es muy clara: me opongo a Sadam y me opongo también a esta guerra. La guerra generará una cantidad enorme de destrucción, no sólo en Iraq, sino en todo el mundo árabe. Esto es algo que no necesitamos”. En otro de los mensajes, se preguntaba si el presidente del gobierno español, que apoyaba la posición belicista de Bush, era el mismo que le había visitado en su casa de El Cairo y le había dicho que España siempre sería amiga del mundo árabe. La respuesta era afirmativa: se trataba del mismo individuo, José María Aznar.
Mahfuz, quien falleció el miércoles a los 95 años en un hospital de El Cairo, fue durante décadas un gigante literario y moral en el mundo árabe. Como escritor era el gran retratista de la vida cairota del siglo XX, el genio indiscutible del realismo social egipcio y el maestro en una de las lenguas más hermosas y más habladas del planeta. Mahfuz “dio a conocer la cultura y la literatura árabe contemporáneas a todo el mundo”, dijo el presidente egipcio, Hosni Mubarak, en uno de los numerosos homenajes que le rindieron al Nobel políticos y escritores de todo el planeta. Como personalidad pública, Mahfuz era un baluarte contra los extremismos políticos –y en particular los basados en creencias religiosas, sean éstas musulmanas, judías o cristianas– y un firme partidario de la coexistencia en Tierra Santa de dos Estados: el israelí y el palestino.
Era, asimismo, un filósofo epicúreo. “Cuando veo mi vida en su conjunto, me pongo contento”, declaró en 1993 a Le Figaro. “El sentido de la vida”, añadió, “no es independiente de la vida misma. Vivir quiere decir comer, beber, dormir, amar, trabajar, pensar. Tal es el sentido de la vida”.
n noviembre de 1994, en el hospital cairota adonde le había llevado el atentado sufrido el mes anterior, Mahfuz citó el viejo proverbio árabe: “Los perros ladran, la caravana sigue su camino”. Desde entonces han pasado muchas más cosas horribles, incluidos los atentados terroristas del 11-S y el 11-M en Estados Unidos y España, la calamitosa invasión norteamericana a Iraq y la reactivación de los conflictos en Palestina y Líbano. Y, no obstante, Mahfuz –casi ciego, con el oído muy duro, la lengua balbuciente y la mano derecha paralizada desde el atentado– siguió sosteniendo hasta el final que la caravana de un diálogo universal de culturas, que consideraba el aspecto más interesante de la globalización, seguiría caminando. También continuó escribiendo, mejor dicho, dictando pequeñas historias o reflexiones. “Si las ganas de escribir me abandonan un día, deseo que ése sea el de mi muerte”, dijo en 1988.
Lo malo es que los perros no sólo ladran, sino que también muerden. Así que Mahfuz pasó su último período viviendo bajo protección policial en su modesto apartamento cairota de Gezirag Zamalek. Sobre la cabeza de un escritor comparado con Flaubert, Tolstói o Balzac, seguía pesando la fatwa que lo condenaba a muerte por presentar de modo supuestamente irreverente a Moisés, Jesucristo y Mahoma en su novela Hijos de nuestro barrio.
Ese delirante decreto religioso –similar al que Jomeini dictó contra Salman Rushdie– fue emitido en los años 80 por el jeque islamista egipcio Omar Abdel Rahman, actualmente en prisión en Estados Unidos por su participación en el primer atentado contra las Torres Gemelas, el de 1993. Fue esa fatwa la que intentaron aplicar en octubre de 1994 los integristas que acuchillaron a Mahfuz en el cuello cuando salía de su casa.
El Cairo de este comienzo del siglo XXI ya no ofrecía, pues, la oportunidad de departir con Mahfuz en el café Alí Babá, donde durante décadas ojeaba por la mañana la prensa local antes de acercarse a Al-Ahram a entregar su columna. La figura del escriba enjuto y elegante, de gruesos lentes y pulcra sahariana, había desaparecido del paisaje público cairota. El atentado le había convertido en un hombre enfermo y recluido en su casa, aunque siempre lúcido.
“Doy gracias a Dios de ser ciego, para no ver la muerte de los niños palestinos”, declaró en octubre de 2000 a Randa Achnawi, en una entrevista para El País. “Nunca pensé que Israel pudiera obrar así”, añadió. “Siempre he tenido un alto concepto de ellos, siempre los he juzgado como un pueblo muy civilizado, incapaz de actuar de forma irracional”.
EL hijo de nuestro barrio
Nacido en 1911 en el viejo El Cairo fatimita, hijo de un funcionario y funcionario él mismo durante buena parte de su vida, casado y con dos hijas, Mahfuz, con novelas como El callejón de los milagros, la Trilogía de El Cairo, Hijos de nuestro barrio, Jan Aljili, El ladrón y los perros y , entre otras, abordó repetidamente el tema de la lucha de los seres humanos por mantener la memoria, la dignidad y el amor frente al destino y las convenciones sociales. Su lenguaje siempre fue sencillo y hermoso, y sus descripciones de El Cairo, equiparables a las que realizaran Dickens de Londres y Zola de París.
En la lengua del Corán, perfecta para la poesía y la oratoria, no existía una obra novelística tan sólida y fecunda hasta que llegó él. Y por eso recibió en 1988 el Premio Nobel de Literatura. Fue el primer árabe –y hasta ahora el único– en conseguirlo.
Mahfuz, que entre los escritores españoles adoraba a Cervantes y Lorca, creía en la utilidad de las palabras. En octubre de 2001 declaró a Babelia: “Cuando se habla de conciencia, hermandad y justicia en el mundo, alguna gente dice que eso sólo son palabras que expresan sueños. Pero no sólo las pesadillas pueden hacerse realidad, también pueden materializarse los sueños”. Una afirmación que completó con otra igualmente maravillosa: “La justicia consiste en tener respeto por el derecho de la gente a vivir como quiera”.
Maasalama, adiós, querido maestro.
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Naguib Mahfuz Egipto: 1911-2006
CUENTOS TEXTOS ELECTRÓNICOS COMPLETOS
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/otras/mahfuz/nm.htm
Accidente
El acusado
El traje del prisionero Jardín de infancia
Pimienta
Una fotografía antigua
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NAGUIB MAHFUZ Y LOS FARAONES. El antiguo Egipto en la obra literaria de un Nobel http://www.egiptologia.com/rinconescriba/trabajos/naguib_mahfuz/naguib_mahfuz.htm
Caricatura http://www.egiptologia.com/rinconescriba/trabajos/naguib_mahfuz/001.jpg
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NAGUIB MAHFUZ. EL NILO DEL DIÁLOGO DEJA DE FLUIR
POR MERCEDES MONMANY
http://www.abc.es/20060831/cultura-cultura/naguib-mahfuz-nilo-dialogo_200608310811.html
Allí otros textos sobre NM (clic en título para ir al texto completo) :
Numerosos dirigentes políticos alaban su gran lección de tolerancia
Un funeral de Estado impide al pueblo despedirse de Mahfuz
Los pasos y voces de Mahfuz
Mahfuz, cronista de su tiempo
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Mahfuz, cronista de su tiempo
Por SERAFÍN FANJUL Catedrático de la UAM
LA TERCERA DE ABC
http://www.abc.es/20060831/opinion-la-tercera/mahfuz-cronista-tiempo_200608310250.html
... Naguib Mahfuz nos está contando la historia de su país, desde los tiempos faraónicos. Por ello, más que por los galardones egipcios o extranjeros recibidos cabe considerarle como uno de los tres o cuatro egipcios más significativos de la pasada centuria...
ES un viejo debate: la interrelación entre Historia y Literatura, la utilización de ésta como base -en algún caso y en alguna medida auxiliar- para los estudios históricos o la veracidad histórica de las obras de creación, en narrativa, teatro y hasta poesía: la Oda a Stalin ¿tiene algo que ver con la realidad de lo sucedido por o en torno a ese personaje del siglo XX? Como quiera que sea, todas las grandes culturas cuentan con producciones literarias a caballo entre los dos ejes del intelecto humano: la fijación y reproducción de hechos reales y el desarrollo de factores creativos adjudicables en primer término al autor, a su psicología, sus circunstancias vitales o el momento histórico que vive. Realidad y ficción, en definitiva. En ese sentido, toda la obra de Naguib Mahfuz se mueve entre ambos polos, mediante unos u otros recursos estilísticos o temáticos.
Haber nacido en 1911 en el barrio cairota de el-Gamaliyya, al norte de la preciosa muralla fatimí del siglo X, le hace inexorablemente contemplar la vida propia y cercana, el decurso de los acontecimientos políticos y sociales y la misma gran filosofía de la Humanidad y el Cosmos a través de un determinado prisma, de clase media egipcia urbana. La gran longevidad del escritor le ha permitido conocer y ser testigo de las terribles convulsiones sucedidas en su país desde el Protectorado británico hasta la república pseudodemocrática patroneada por Mubarak ahora y antes por Sadat, la dictadura de Naser, el fin de la Monarquía de Fuad y Faruk, las guerras contra Israel, la paz -al parecer estable, con el vecino judío-, la II Guerra Mundial, el terrorismo de los Hermanos Musulmanes, las conmociones del ejército egipcio en búsqueda de la liberación nacional, las revueltas populares de 1919, los intentos, desde los años veinte, por establecer un régimen liberal... De todo ello ha sido testigo Mahfuz y más o menos asoma en su narrativa, mejor o peor enmascarado, de propio intento o como reflejo subconsciente de las preocupaciones que rodeaban al autor. Es imposible haber nacido cerca de Bab el-Futuh y correteado de crío en las inmediaciones de Bab en-Nasr y la mezquita de al-Hakim bi-amri-llah, entre carritos de mano, canastas de fruta pasada, obesas mujeres con melayyas negras y, al ponerse a escribir, no transparentarlo de vez en cuando, pese a los disfraces convencionales que todo escritor establece y que sus lectores aceptan. Desde sus primeros pasos literarios -de 1939 hasta los últimos libros publicados en España- Café Karnak, 2001 (1974, en árabe); Charlas de mañana y tarde, 2004 (1987), Naguib Mahfuz nos está contando la historia de su país, desde los tiempos faraónicos. Por ello, más que por los galardones egipcios o extranjeros recibidos cabe considerarle como uno de los tres o cuatro egipcios más significativos de la pasada centuria: los otros serían el mismo Naser (pese a las sombras y dudas que su personalidad suscita), la cantante Omm Kulsum y el músico Abd al-Wahhab. Cuatro puntales indiscutibles de la personalidad del país.
No niego que al escribir estas líneas puedo estar también influido por haber residido varios años a muy pocos metros del café que Mahfuz frecuentaba en El Cairo, haber soportado las mismas apreturas y calores que él, o haber contemplado en escaparates y quioscos, con un poco de curiosidad mística y recelosa (por las horrendas cubiertas de los libros) las sucesivas ediciones de la Trilogía. Tal vez esos viejos recuerdos de El Cairo -cuya raíz sentimental me huelgo en reconocer- pesaron en la protesta que manifesté a una emisora de radio del norte argentino: a fines del verano (allá invierno) de 1988, encontrándome en Salta, no tuve mejor idea que expresar una queja genérica sobre la injusticia de que ningún escritor árabe hubiese recibido el Premio Nobel. Tan buenos fueron mi puntería y don de la oportunidad que unos días más tarde se lo concedían a Mahfuz. Obviamente, ni la emisora salteña ni la opinión por mí expresada llegaron jamás a la Academia sueca y hasta la aclaración sobra, pero sí me sirvió el incidente para reflexionar mucho sobre la propensión al victimismo y la paranoia que árabes y arabistas arrastramos, casi siempre sin base racional. Y quizá por el mismo motivo comuniqué a una editorial española (de repente, tras el Nobel, todos querían publicar textos de Mahfuz a matacaballo) mi perplejidad por tener archivado sin ver la luz y durmiendo el sueño de los injustos, desde hacía años, una obra del autor que les habían entregado dos colegas. Gracias y desgracias de las editoriales españolas, otro asunto a todas luces.
Naguib Mahfuz ha cultivado el historicismo -la preocupación por el fluir de la sociedad y de las sucesivas generaciones de egipcios es constante-, el realismo más crudo (El callejón de los milagros), el realismo costumbrista en numerosas obras, entre las que destaca, con razón, la Trilogía (Entre los dos palacios, Palacio del deseo y La azucarera), la crónica familiar de Ahmad Abd al-Gawwad y sus descendientes, que sirve de pretexto y armazón para enmarcar el desarrollo de las luchas políticas y sociales del Egipto prenaserista, desde 1919, partiendo -sin remedio, como más arriba veíamos- del rincón de una casa otomana de El Cairo fatimí, en el tramo de calle conocido por Ben el-Qasren («Entre los dos palacios», fatimíes, desaparecidos hace siglos) y donde la bifurcación de la calle hacia el norte conduce a Bab el-Futuh y Bab en-Nasr y, por supuesto, a el-Gamaliyya, el barrio donde naciera Mahfuz. Todas las piezas encajan.
Sin embargo, la obra más polémica del autor fue Awlad harat-na («Hijos de nuestro barrio») en la que combina una gran epopeya universal, en el microcosmos de un barrio periférico, con un simbolismo de intención regeneracionista que utiliza como campo de exposición de las tres grandes religiones monoteístas. Las jerarquías, el poder, el orden en el mundo, amenazados por la aparición de movimientos idealistas truncados a su vez por las fuerzas negativas de la sociedad. Moisés, Cristo y Mahoma, en alegoría simbolista que provocó -y desde hace rato- las iras de los extremistas musulmanes, cuando aun no existía la denominación de integrismo islámico. Se publicó por entregas en el periódico al-Ahram en 1959, pero como libro no pudo aparecer hasta 1967 y en... Beirut. A fuer de sincero, nunca he podido comprender la censura y condena de los islamistas contra este libro, al que anatematizan por blasfemo, aunque, de seguro, no lo han leído. Los tonos con que se trata a la figura de Mahoma (y a toda su parentela y entorno) son tan respetuosos, exquisitos y relamidos que inducen más la sonrisa benévola que a ningún género de crítica destructiva. Y buen cuidado tuvo el escritor de no propasarse, como buen conocedor de lo que le podía ocurrir. Y, pese a todas las salvaguardas, le ocurrió.
Ahora vienen los homenajes, las encendidas rememoraciones y los variopintos saraos que especialistas, académicos y hasta políticos dedican a los grandes escritores muertos. Yo, de manera más humilde -como en otras ocasiones y ante otras culturas- me limito a recordar que el homenaje más sencillo y franco, el más útil, para un escritor es leer sus libros, conocer un poco su país y su circunstancia, a las gentes que le indujeron a escribir, participar de verdad en el intercambio cultural, sin aprovechamientos políticos, por curiosidad, por gusto. Así tan sólo.
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11A.- EL PROFE ( ‘El profesor’, Frank McCourt, Norma, 2006.)
Ojo a las hojas . Juan David Correa Ulloa
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/contenido_MI-16581.htm
Ser profesor es como ser torero o subirse al ring. El profesor es un hombre solo frente a treinta o cuarenta probables enemigos. El primer día de clase, a ese boxeador se le mide con golpes bajos para saber de qué diablos está hecho. Si resiste, el tipo entrará en un escalafón en el que jamás dejarán de retarlo. Y a medida que el tiempo pasa y el hombre va haciéndose viejo, comprende que siempre esos adolescentes querrán “dejarte fuera de combate o embestirte, y será el fin de tu carrera docente. Pero, si resistes, aprendes los trucos. Es difícil, pero tienes que lograr estar a gusto en el aula. Tienes que ser egoísta. Las aerolíneas te dicen que si falta oxígeno debes ponerte primero tu máscara, aun cuando tu instinto sea salvar a un niño” (304).
Frank McCourt ganó, en 1996, el premio Pulitzer a los sesenta y seis años con Las cenizas de Ángela, un libro conmovedor y duro sobre su infancia en la Irlanda de los años treinta. Después de ese libro, McCourt descubrió que esa búsqueda desesperada por contar y escribir no era otra cosa que un afán por desentrañar su propia vida que comenzaba a caer en el ocaso de la vejez. Por ello escribió, después, en 2000, Ajá, sí lo es, un testimonio de su regreso a Nueva York tras su penosa experiencia en Irlanda. El profesor, último libro publicado de McCourt, vendría a ser “el capítulo siguiente” de la aventura.
El libro no es sólo la historia de un hombre de 27 años que, tras haber trabajado como estibador y ayudante de cocina, consigue una licenciatura en inglés y decide hacerse maestro en el instituto McKee de Brooklyn, Nueva York. Es decir, que no se trata de un anecdotario simple y llano sobre lo que ocurrió después de Ajá, sí lo es, sino que es una bella reflexión sobre un oficio casi siempre degradado por el conjunto de la sociedad. Para muchos, ser profesor de colegio es equivalente a ser guardián de pacientes en un psiquiátrico; una vida desagradecida que vampiriza el propio conocimiento. ¿Qué es ser profesor? Es la pregunta que McCourt intenta responderse a lo largo de casi cuarenta años de vida ocurridos en institutos para adolescentes, para adultos, para extranjeros, como reemplazo ocasional, hasta conseguir un puesto en el Instituto Stuyvesant, algo así como el Harvard de las secundarias neoyorquinas.
La pregunta va encontrando probables respuestas desde el primer día: a los alumnos no les interesa que llegues con un directo a la cara; hay que preparar el combate. Por ello, McCourt, se vale del viejo oficio de contar historias para comenzar sus clases de inglés. Cuando logra capturar la atención de sus estudiantes, el profesor podrá hablar de gramática y de sintaxis. El problema es que los contendores no querrán jamás que les dejes de contar historias, y el día en que te pones serio, todos te pondrán en el lugar del villano. ¿Qué es ser profesor? Aguantar el desánimo de miles de adolescentes, llegar a casa con cien hojas escritas a medias, con faltas de ortografía; ser profesor es admitir que no todo el mundo tiene por qué prestarte atención y que cientos de padres exigirán y gritarán aquello que consideran debe ser la educación: “-Le pregunto a mi hijo qué aprendió en el colegio y me viene con cuentos de Irlanda y de su llegada a Nueva York, cuentos, cuentos, cuentos. ¿Sabe lo que es usted? Un fraude, un maldito fraude. Y lo digo con las mejores intenciones, trato de colaborar”, es lo que dice uno de esos padres.
El profesor no es una guía, ni un recetario de trucos pedagógicos. Es la crónica de una vida junto al tablero; son los recuerdos de un hombre que descubrió, por ejemplo, que la mejor manera de enseñar redacción era pidiéndoles a sus alumnos que escribieran excusas y justificaciones como las mismas que ellos inventaban al no haber asistido a clase. “Una nota de justificación de Adán a Dios. De Adán a Eva. De Eva a Adán”, he ahí el hallazgo. ¿Quién no quiere hacer una tarea en donde puedas culpar a alguien de tu irresponsabilidad o mediocridad?: ese es El profesor.
‘El profesor’, Frank McCourt, Norma, 2006.
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12.- SONSO: ¿LAGUNA PERDIDA?
Hoy, como escribió el profesor Aníbal Patiño, biólogo eminente, la laguna está en vías de ser transformada en un simple pantano.
Alfredo Molano Bravo / Especial para El Espectador
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/contenido_MI-10583.htm
Foto: http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/includes/foto01a_1_MI-10583.jpg
El bocachico nace en las aguas quietas de lagunas y ciénagas que bordean nuestros grandes ríos. Una vez adquirida su madurez sexual, sale de ellas y remonta las corrientes para desovar. Es la célebre subienda. La corriente lo obliga a gastar más energía en remontar las aguas y ello permite la expulsión de los óvulos de la hembra y del semen del macho. En el río se juntan y nace el embrión, que buscará, deshaciendo el camino, aguas tranquilas para desarrollarse. Cuando crece, buscará su ciénaga original para regresar a ella, y allí recomienza el ciclo. En el Valle, el río Cauca y la laguna de Sonso, situada cerca de Buga, cumplen ese papel. O, para ser exactos, cumplían esa función porque hoy el bocachico está casi extinguido en sus aguas.
La Laguna de Sonso –o del Chircal– tuvo una importancia singular: hacía parte de un sistema de madreviejas y humedales que regulaba los niveles del río Cauca y contribuía a la estabilidad climática de la región. Hacia 1950, había más de 15.000 hectáreas en humedal, hoy hay sólo 1.800, de las cuales Sonso ocupa apenas 745 y es todavía un lugar privilegiado para la vida. En sus orillas hay chamburos, mantecos, sauces, chiminangos. Los biólogos registran 32 tipos de culebras, 19 de sapos, 16 de peces, 162 especies de pájaros, de las cuales 32 son migrantes; algunas, como la gaviota ártica, recorren 16.000 kilómetros antes de poner sus patas en Sonso. Hoy, como escribió el profesor Aníbal Patiño, biólogo eminente, la laguna está en vías de ser transformada en un simple pantano.
Texto completo: http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/contenido_MI-10583.htm
Alejandro Gaviria El Espectador, Septiembre 2, 2.006
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/contenido_MI-16603.htm
Cuando se aboga por un tratamiento privilegiado para una actividad específica, los argumentos son convincentes, si se estudian por separado. Pero si se analizan en conjunto, comienzan a perder fuerza. A desvanecerse ante una lógica impecable: si todo el mundo se considera especial (o digno de tratamiento preferencial), nadie lo es (o nadie lo merece).
Por eso cuando Marianne Ponsford escribe que la eliminación de los beneficios tributarios a la cultura equivale a una claudicación ante el embate mafioso o cuando Antonio Caballero habla de la consolidación del dominio imperial, estos vaticinios ominosos suenan tan poco creíbles. Lo mismo están diciendo los avicultores, los hoteleros, los bluyineros y los recicladores.
No sé si Marianne y Caballero lo sabrán, pero las exenciones que defienden con tanto ahínco (de las que, según ellos, depende nuestro porvenir) se usan mayoritariamente para subsidiar a los productores y consumidores de conciertos de reggaetón, revistas de farándula y películas de Hollywood. No quisiera proponer una definición restrictiva de cultura (ni más faltaba), pero me atrevería a predecir que la cultura que defienden los exaltados columnistas es muy diferente a la que consumen. O en términos más concretos, estoy convencido de que existen mejores mecanismos de promoción cultural que los contemplados por las exenciones actuales.
Quizás la mejor política cultural sea simplemente darles libros a los niños. Habría que llenar las bibliotecas de tomos de la mejor literatura. Atiborrar las escuelas públicas de obras clásicas y contemporáneas para que el exceso de oferta cree su propia demanda. Así con el tiempo habrá más lectores y más creadores. Más contadores de historias. Y más historias que contar (“las historias sólo le pasan a quien sabe contarlas”, escribió Italo Calvino). Ni García Márquez, ni Fernando Vallejo, ni Víctor Gaviria dependieron de la mano benefactora de la administración de impuestos. Su gran suerte fue haberse encontrado con los libros correctos en el momento preciso. La creación futura depende de la lectura presente. Y la lectura presente depende, en un país pobre, de lo que se consiga en las bibliotecas públicas y en las escuelas rurales.
Pero, como lo ha dicho insistentemente Jorge Orlando Melo, este país no invierte en libros para los niños. Los alcaldes construyen bibliotecas y no las dotan. O compran volúmenes electrónicos con pocos años de vida útil (vida inútil, podríamos decir). Los recursos del Plan Nacional de Lectura (el programa bandera del Gobierno) son insignificantes; su cuantía es inferior a la gastada en subsidiar las películas colombianas. Si uno quisiera hacer demagogia, bastaría con señalar que el Estado invierte más en asegurar la viabilidad económica de diez películas que en garantizar las posibilidades de lectura de diez millones de niños. Según los cálculos de Jorge Orlando Melo, la ciudad de Bogotá invierte anualmente cuatro mil pesos por niño en libros y tres millones por asistente a los conciertos de la Filarmónica.
Pero ni Marianne ni Caballero parecen inmutarse. Este tipo de desigualdades no afecta su henchida conciencia social. Caballero incluso dice con desfachatez que ha sido beneficiario de algunas exenciones culturales. A ninguno parece preocuparle la necesidad de subvencionar el consumo cultural de quienes no pueden comprar libros. Con IVA o sin IVA. Como lo dijo alguna vez Joseph Brodsky, si los libros se distribuyen por todos lados, tarde o temprano terminan encontrando lectores. “Siempre habrá un niño que pesque un libro de un pila de basura en el garaje. Yo fui uno de esos niños… y seguramente ustedes también”.
http://agaviria.blogspot.com/
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10.- LIBROS, TRUEQUE DE USADOS. Nueva jornada cultural en Bogotá
El Espectador, Septiembre 2, 2.006
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/contenido_MI-16980.htm
Los programas que ha implementado la administración distrital para fomentar la lectura entre los bogotanos fue la razón que motivó a la Unesco para nombrar a Bogotá como la próxima ‘Capital Mundial del Libro’. Un reconocimiento que por primera vez es otorgado a una ciudad latinoamericana.
En el marco de esta celebración, que comenzará a comienzos de 2007, el Instituto Distrital de Cultura y Turismo con el apoyo del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), promueve una iniciativa denominada Trueque de Libros, que también busca despertar el interés por la lectura, especialmente en niños y jóvenes.
Este programa nació hace dos años como una estrategia para que en las bibliotecas de los colegios distritales los estudiantes tuvieran acceso a libros de diferentes géneros. Este año se realiza la segunda versión y el propósito es que la participación y colaboración de la ciudadanía sea superior a la del año anterior.
El punto de encuentro es la Torre del Reloj del Parque Nacional, en donde se exhibirán decenas de libros de todos los géneros que fueron donados por diferentes editoriales y librerías de la ciudad. Los interesados en participar de esta actividad deberán llevar sus libros e intercambiarlos por otros títulos de su predilección.
Los textos técnicos o especializados y los libros pirata, fotocopiados o en mal estado, no podrán formar parte de esta jornada. Todos los libros que se recolecten con el trueque se repartirán en diferentes colegios distritales, con el propósito de incentivar la práctica de la lectura entre los estudiantes.
La actividad comenzará a las 10:00 de la mañana del domingo. Durante todo el día un grupo de reconocidos artistas, poetas y escritores deleitará a los asistentes con una presentación de lecturas dramatizadas.
Poetas como Piedad Bonnet, Juan Manuel Roca y Jotamario Arbeláez presidirán este encuentro. Adicionalmente, se realizará una maratón de lectura en la que participarán reconocidos actores como Ramiro Meneses, Pepe Sánchez, Miguel Torres y Carmenza Gómez entre otros.
Con el Trueque de Libros la administración distrital inicia un primer ciclo de actividades organizadas para motivar a los bogotanos a que participen y disfruten el próximo año de la programación de Bogotá como ‘Capital Mundial del Libro’.
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11.- NAGUIB MAHFUZ
En la muerte del Nobel de literatura egipcio. Un gigante literario y moral árabe
Javier Valenzuela / Madrid Especial de El País
El Espectador, Septiembre 2, 2.006
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/contenido_MI-16580.htm
Fotos
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/includes/foto04a_2_MI-16580.jpg
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/includes/foto04a_1_MI-16580.jpg
En febrero de 2003, Naguib Mahfuz tuvo que ser hospitalizado. Tenía 92 años y, sin haberse recuperado nunca de las puñaladas que le habían dado en 1994 unos terroristas islamistas, el único escritor árabe galardonado con el Nobel de Literatura no lograba vencer una fuerte gripe. Aún así, enviaba mensajes al diario cairota Al-Ahram. En uno se mostraba “muy preocupado” por la guerra que Bush preparaba contra Iraq.
“Mi posición, decía, es muy clara: me opongo a Sadam y me opongo también a esta guerra. La guerra generará una cantidad enorme de destrucción, no sólo en Iraq, sino en todo el mundo árabe. Esto es algo que no necesitamos”. En otro de los mensajes, se preguntaba si el presidente del gobierno español, que apoyaba la posición belicista de Bush, era el mismo que le había visitado en su casa de El Cairo y le había dicho que España siempre sería amiga del mundo árabe. La respuesta era afirmativa: se trataba del mismo individuo, José María Aznar.
Mahfuz, quien falleció el miércoles a los 95 años en un hospital de El Cairo, fue durante décadas un gigante literario y moral en el mundo árabe. Como escritor era el gran retratista de la vida cairota del siglo XX, el genio indiscutible del realismo social egipcio y el maestro en una de las lenguas más hermosas y más habladas del planeta. Mahfuz “dio a conocer la cultura y la literatura árabe contemporáneas a todo el mundo”, dijo el presidente egipcio, Hosni Mubarak, en uno de los numerosos homenajes que le rindieron al Nobel políticos y escritores de todo el planeta. Como personalidad pública, Mahfuz era un baluarte contra los extremismos políticos –y en particular los basados en creencias religiosas, sean éstas musulmanas, judías o cristianas– y un firme partidario de la coexistencia en Tierra Santa de dos Estados: el israelí y el palestino.
Era, asimismo, un filósofo epicúreo. “Cuando veo mi vida en su conjunto, me pongo contento”, declaró en 1993 a Le Figaro. “El sentido de la vida”, añadió, “no es independiente de la vida misma. Vivir quiere decir comer, beber, dormir, amar, trabajar, pensar. Tal es el sentido de la vida”.
n noviembre de 1994, en el hospital cairota adonde le había llevado el atentado sufrido el mes anterior, Mahfuz citó el viejo proverbio árabe: “Los perros ladran, la caravana sigue su camino”. Desde entonces han pasado muchas más cosas horribles, incluidos los atentados terroristas del 11-S y el 11-M en Estados Unidos y España, la calamitosa invasión norteamericana a Iraq y la reactivación de los conflictos en Palestina y Líbano. Y, no obstante, Mahfuz –casi ciego, con el oído muy duro, la lengua balbuciente y la mano derecha paralizada desde el atentado– siguió sosteniendo hasta el final que la caravana de un diálogo universal de culturas, que consideraba el aspecto más interesante de la globalización, seguiría caminando. También continuó escribiendo, mejor dicho, dictando pequeñas historias o reflexiones. “Si las ganas de escribir me abandonan un día, deseo que ése sea el de mi muerte”, dijo en 1988.
Lo malo es que los perros no sólo ladran, sino que también muerden. Así que Mahfuz pasó su último período viviendo bajo protección policial en su modesto apartamento cairota de Gezirag Zamalek. Sobre la cabeza de un escritor comparado con Flaubert, Tolstói o Balzac, seguía pesando la fatwa que lo condenaba a muerte por presentar de modo supuestamente irreverente a Moisés, Jesucristo y Mahoma en su novela Hijos de nuestro barrio.
Ese delirante decreto religioso –similar al que Jomeini dictó contra Salman Rushdie– fue emitido en los años 80 por el jeque islamista egipcio Omar Abdel Rahman, actualmente en prisión en Estados Unidos por su participación en el primer atentado contra las Torres Gemelas, el de 1993. Fue esa fatwa la que intentaron aplicar en octubre de 1994 los integristas que acuchillaron a Mahfuz en el cuello cuando salía de su casa.
El Cairo de este comienzo del siglo XXI ya no ofrecía, pues, la oportunidad de departir con Mahfuz en el café Alí Babá, donde durante décadas ojeaba por la mañana la prensa local antes de acercarse a Al-Ahram a entregar su columna. La figura del escriba enjuto y elegante, de gruesos lentes y pulcra sahariana, había desaparecido del paisaje público cairota. El atentado le había convertido en un hombre enfermo y recluido en su casa, aunque siempre lúcido.
“Doy gracias a Dios de ser ciego, para no ver la muerte de los niños palestinos”, declaró en octubre de 2000 a Randa Achnawi, en una entrevista para El País. “Nunca pensé que Israel pudiera obrar así”, añadió. “Siempre he tenido un alto concepto de ellos, siempre los he juzgado como un pueblo muy civilizado, incapaz de actuar de forma irracional”.
EL hijo de nuestro barrio
Nacido en 1911 en el viejo El Cairo fatimita, hijo de un funcionario y funcionario él mismo durante buena parte de su vida, casado y con dos hijas, Mahfuz, con novelas como El callejón de los milagros, la Trilogía de El Cairo, Hijos de nuestro barrio, Jan Aljili, El ladrón y los perros y , entre otras, abordó repetidamente el tema de la lucha de los seres humanos por mantener la memoria, la dignidad y el amor frente al destino y las convenciones sociales. Su lenguaje siempre fue sencillo y hermoso, y sus descripciones de El Cairo, equiparables a las que realizaran Dickens de Londres y Zola de París.
En la lengua del Corán, perfecta para la poesía y la oratoria, no existía una obra novelística tan sólida y fecunda hasta que llegó él. Y por eso recibió en 1988 el Premio Nobel de Literatura. Fue el primer árabe –y hasta ahora el único– en conseguirlo.
Mahfuz, que entre los escritores españoles adoraba a Cervantes y Lorca, creía en la utilidad de las palabras. En octubre de 2001 declaró a Babelia: “Cuando se habla de conciencia, hermandad y justicia en el mundo, alguna gente dice que eso sólo son palabras que expresan sueños. Pero no sólo las pesadillas pueden hacerse realidad, también pueden materializarse los sueños”. Una afirmación que completó con otra igualmente maravillosa: “La justicia consiste en tener respeto por el derecho de la gente a vivir como quiera”.
Maasalama, adiós, querido maestro.
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Naguib Mahfuz Egipto: 1911-2006
CUENTOS TEXTOS ELECTRÓNICOS COMPLETOS
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/otras/mahfuz/nm.htm
Accidente
El acusado
El traje del prisionero Jardín de infancia
Pimienta
Una fotografía antigua
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NAGUIB MAHFUZ Y LOS FARAONES. El antiguo Egipto en la obra literaria de un Nobel http://www.egiptologia.com/rinconescriba/trabajos/naguib_mahfuz/naguib_mahfuz.htm
Caricatura http://www.egiptologia.com/rinconescriba/trabajos/naguib_mahfuz/001.jpg
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NAGUIB MAHFUZ. EL NILO DEL DIÁLOGO DEJA DE FLUIR
POR MERCEDES MONMANY
http://www.abc.es/20060831/cultura-cultura/naguib-mahfuz-nilo-dialogo_200608310811.html
Allí otros textos sobre NM (clic en título para ir al texto completo) :
Numerosos dirigentes políticos alaban su gran lección de tolerancia
Un funeral de Estado impide al pueblo despedirse de Mahfuz
Los pasos y voces de Mahfuz
Mahfuz, cronista de su tiempo
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Mahfuz, cronista de su tiempo
Por SERAFÍN FANJUL Catedrático de la UAM
LA TERCERA DE ABC
http://www.abc.es/20060831/opinion-la-tercera/mahfuz-cronista-tiempo_200608310250.html
... Naguib Mahfuz nos está contando la historia de su país, desde los tiempos faraónicos. Por ello, más que por los galardones egipcios o extranjeros recibidos cabe considerarle como uno de los tres o cuatro egipcios más significativos de la pasada centuria...
ES un viejo debate: la interrelación entre Historia y Literatura, la utilización de ésta como base -en algún caso y en alguna medida auxiliar- para los estudios históricos o la veracidad histórica de las obras de creación, en narrativa, teatro y hasta poesía: la Oda a Stalin ¿tiene algo que ver con la realidad de lo sucedido por o en torno a ese personaje del siglo XX? Como quiera que sea, todas las grandes culturas cuentan con producciones literarias a caballo entre los dos ejes del intelecto humano: la fijación y reproducción de hechos reales y el desarrollo de factores creativos adjudicables en primer término al autor, a su psicología, sus circunstancias vitales o el momento histórico que vive. Realidad y ficción, en definitiva. En ese sentido, toda la obra de Naguib Mahfuz se mueve entre ambos polos, mediante unos u otros recursos estilísticos o temáticos.
Haber nacido en 1911 en el barrio cairota de el-Gamaliyya, al norte de la preciosa muralla fatimí del siglo X, le hace inexorablemente contemplar la vida propia y cercana, el decurso de los acontecimientos políticos y sociales y la misma gran filosofía de la Humanidad y el Cosmos a través de un determinado prisma, de clase media egipcia urbana. La gran longevidad del escritor le ha permitido conocer y ser testigo de las terribles convulsiones sucedidas en su país desde el Protectorado británico hasta la república pseudodemocrática patroneada por Mubarak ahora y antes por Sadat, la dictadura de Naser, el fin de la Monarquía de Fuad y Faruk, las guerras contra Israel, la paz -al parecer estable, con el vecino judío-, la II Guerra Mundial, el terrorismo de los Hermanos Musulmanes, las conmociones del ejército egipcio en búsqueda de la liberación nacional, las revueltas populares de 1919, los intentos, desde los años veinte, por establecer un régimen liberal... De todo ello ha sido testigo Mahfuz y más o menos asoma en su narrativa, mejor o peor enmascarado, de propio intento o como reflejo subconsciente de las preocupaciones que rodeaban al autor. Es imposible haber nacido cerca de Bab el-Futuh y correteado de crío en las inmediaciones de Bab en-Nasr y la mezquita de al-Hakim bi-amri-llah, entre carritos de mano, canastas de fruta pasada, obesas mujeres con melayyas negras y, al ponerse a escribir, no transparentarlo de vez en cuando, pese a los disfraces convencionales que todo escritor establece y que sus lectores aceptan. Desde sus primeros pasos literarios -de 1939 hasta los últimos libros publicados en España- Café Karnak, 2001 (1974, en árabe); Charlas de mañana y tarde, 2004 (1987), Naguib Mahfuz nos está contando la historia de su país, desde los tiempos faraónicos. Por ello, más que por los galardones egipcios o extranjeros recibidos cabe considerarle como uno de los tres o cuatro egipcios más significativos de la pasada centuria: los otros serían el mismo Naser (pese a las sombras y dudas que su personalidad suscita), la cantante Omm Kulsum y el músico Abd al-Wahhab. Cuatro puntales indiscutibles de la personalidad del país.
No niego que al escribir estas líneas puedo estar también influido por haber residido varios años a muy pocos metros del café que Mahfuz frecuentaba en El Cairo, haber soportado las mismas apreturas y calores que él, o haber contemplado en escaparates y quioscos, con un poco de curiosidad mística y recelosa (por las horrendas cubiertas de los libros) las sucesivas ediciones de la Trilogía. Tal vez esos viejos recuerdos de El Cairo -cuya raíz sentimental me huelgo en reconocer- pesaron en la protesta que manifesté a una emisora de radio del norte argentino: a fines del verano (allá invierno) de 1988, encontrándome en Salta, no tuve mejor idea que expresar una queja genérica sobre la injusticia de que ningún escritor árabe hubiese recibido el Premio Nobel. Tan buenos fueron mi puntería y don de la oportunidad que unos días más tarde se lo concedían a Mahfuz. Obviamente, ni la emisora salteña ni la opinión por mí expresada llegaron jamás a la Academia sueca y hasta la aclaración sobra, pero sí me sirvió el incidente para reflexionar mucho sobre la propensión al victimismo y la paranoia que árabes y arabistas arrastramos, casi siempre sin base racional. Y quizá por el mismo motivo comuniqué a una editorial española (de repente, tras el Nobel, todos querían publicar textos de Mahfuz a matacaballo) mi perplejidad por tener archivado sin ver la luz y durmiendo el sueño de los injustos, desde hacía años, una obra del autor que les habían entregado dos colegas. Gracias y desgracias de las editoriales españolas, otro asunto a todas luces.
Naguib Mahfuz ha cultivado el historicismo -la preocupación por el fluir de la sociedad y de las sucesivas generaciones de egipcios es constante-, el realismo más crudo (El callejón de los milagros), el realismo costumbrista en numerosas obras, entre las que destaca, con razón, la Trilogía (Entre los dos palacios, Palacio del deseo y La azucarera), la crónica familiar de Ahmad Abd al-Gawwad y sus descendientes, que sirve de pretexto y armazón para enmarcar el desarrollo de las luchas políticas y sociales del Egipto prenaserista, desde 1919, partiendo -sin remedio, como más arriba veíamos- del rincón de una casa otomana de El Cairo fatimí, en el tramo de calle conocido por Ben el-Qasren («Entre los dos palacios», fatimíes, desaparecidos hace siglos) y donde la bifurcación de la calle hacia el norte conduce a Bab el-Futuh y Bab en-Nasr y, por supuesto, a el-Gamaliyya, el barrio donde naciera Mahfuz. Todas las piezas encajan.
Sin embargo, la obra más polémica del autor fue Awlad harat-na («Hijos de nuestro barrio») en la que combina una gran epopeya universal, en el microcosmos de un barrio periférico, con un simbolismo de intención regeneracionista que utiliza como campo de exposición de las tres grandes religiones monoteístas. Las jerarquías, el poder, el orden en el mundo, amenazados por la aparición de movimientos idealistas truncados a su vez por las fuerzas negativas de la sociedad. Moisés, Cristo y Mahoma, en alegoría simbolista que provocó -y desde hace rato- las iras de los extremistas musulmanes, cuando aun no existía la denominación de integrismo islámico. Se publicó por entregas en el periódico al-Ahram en 1959, pero como libro no pudo aparecer hasta 1967 y en... Beirut. A fuer de sincero, nunca he podido comprender la censura y condena de los islamistas contra este libro, al que anatematizan por blasfemo, aunque, de seguro, no lo han leído. Los tonos con que se trata a la figura de Mahoma (y a toda su parentela y entorno) son tan respetuosos, exquisitos y relamidos que inducen más la sonrisa benévola que a ningún género de crítica destructiva. Y buen cuidado tuvo el escritor de no propasarse, como buen conocedor de lo que le podía ocurrir. Y, pese a todas las salvaguardas, le ocurrió.
Ahora vienen los homenajes, las encendidas rememoraciones y los variopintos saraos que especialistas, académicos y hasta políticos dedican a los grandes escritores muertos. Yo, de manera más humilde -como en otras ocasiones y ante otras culturas- me limito a recordar que el homenaje más sencillo y franco, el más útil, para un escritor es leer sus libros, conocer un poco su país y su circunstancia, a las gentes que le indujeron a escribir, participar de verdad en el intercambio cultural, sin aprovechamientos políticos, por curiosidad, por gusto. Así tan sólo.
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11A.- EL PROFE ( ‘El profesor’, Frank McCourt, Norma, 2006.)
Ojo a las hojas . Juan David Correa Ulloa
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/contenido_MI-16581.htm
Ser profesor es como ser torero o subirse al ring. El profesor es un hombre solo frente a treinta o cuarenta probables enemigos. El primer día de clase, a ese boxeador se le mide con golpes bajos para saber de qué diablos está hecho. Si resiste, el tipo entrará en un escalafón en el que jamás dejarán de retarlo. Y a medida que el tiempo pasa y el hombre va haciéndose viejo, comprende que siempre esos adolescentes querrán “dejarte fuera de combate o embestirte, y será el fin de tu carrera docente. Pero, si resistes, aprendes los trucos. Es difícil, pero tienes que lograr estar a gusto en el aula. Tienes que ser egoísta. Las aerolíneas te dicen que si falta oxígeno debes ponerte primero tu máscara, aun cuando tu instinto sea salvar a un niño” (304).
Frank McCourt ganó, en 1996, el premio Pulitzer a los sesenta y seis años con Las cenizas de Ángela, un libro conmovedor y duro sobre su infancia en la Irlanda de los años treinta. Después de ese libro, McCourt descubrió que esa búsqueda desesperada por contar y escribir no era otra cosa que un afán por desentrañar su propia vida que comenzaba a caer en el ocaso de la vejez. Por ello escribió, después, en 2000, Ajá, sí lo es, un testimonio de su regreso a Nueva York tras su penosa experiencia en Irlanda. El profesor, último libro publicado de McCourt, vendría a ser “el capítulo siguiente” de la aventura.
El libro no es sólo la historia de un hombre de 27 años que, tras haber trabajado como estibador y ayudante de cocina, consigue una licenciatura en inglés y decide hacerse maestro en el instituto McKee de Brooklyn, Nueva York. Es decir, que no se trata de un anecdotario simple y llano sobre lo que ocurrió después de Ajá, sí lo es, sino que es una bella reflexión sobre un oficio casi siempre degradado por el conjunto de la sociedad. Para muchos, ser profesor de colegio es equivalente a ser guardián de pacientes en un psiquiátrico; una vida desagradecida que vampiriza el propio conocimiento. ¿Qué es ser profesor? Es la pregunta que McCourt intenta responderse a lo largo de casi cuarenta años de vida ocurridos en institutos para adolescentes, para adultos, para extranjeros, como reemplazo ocasional, hasta conseguir un puesto en el Instituto Stuyvesant, algo así como el Harvard de las secundarias neoyorquinas.
La pregunta va encontrando probables respuestas desde el primer día: a los alumnos no les interesa que llegues con un directo a la cara; hay que preparar el combate. Por ello, McCourt, se vale del viejo oficio de contar historias para comenzar sus clases de inglés. Cuando logra capturar la atención de sus estudiantes, el profesor podrá hablar de gramática y de sintaxis. El problema es que los contendores no querrán jamás que les dejes de contar historias, y el día en que te pones serio, todos te pondrán en el lugar del villano. ¿Qué es ser profesor? Aguantar el desánimo de miles de adolescentes, llegar a casa con cien hojas escritas a medias, con faltas de ortografía; ser profesor es admitir que no todo el mundo tiene por qué prestarte atención y que cientos de padres exigirán y gritarán aquello que consideran debe ser la educación: “-Le pregunto a mi hijo qué aprendió en el colegio y me viene con cuentos de Irlanda y de su llegada a Nueva York, cuentos, cuentos, cuentos. ¿Sabe lo que es usted? Un fraude, un maldito fraude. Y lo digo con las mejores intenciones, trato de colaborar”, es lo que dice uno de esos padres.
El profesor no es una guía, ni un recetario de trucos pedagógicos. Es la crónica de una vida junto al tablero; son los recuerdos de un hombre que descubrió, por ejemplo, que la mejor manera de enseñar redacción era pidiéndoles a sus alumnos que escribieran excusas y justificaciones como las mismas que ellos inventaban al no haber asistido a clase. “Una nota de justificación de Adán a Dios. De Adán a Eva. De Eva a Adán”, he ahí el hallazgo. ¿Quién no quiere hacer una tarea en donde puedas culpar a alguien de tu irresponsabilidad o mediocridad?: ese es El profesor.
‘El profesor’, Frank McCourt, Norma, 2006.
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12.- SONSO: ¿LAGUNA PERDIDA?
Hoy, como escribió el profesor Aníbal Patiño, biólogo eminente, la laguna está en vías de ser transformada en un simple pantano.
Alfredo Molano Bravo / Especial para El Espectador
http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/contenido_MI-10583.htm
Foto: http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/includes/foto01a_1_MI-10583.jpg
El bocachico nace en las aguas quietas de lagunas y ciénagas que bordean nuestros grandes ríos. Una vez adquirida su madurez sexual, sale de ellas y remonta las corrientes para desovar. Es la célebre subienda. La corriente lo obliga a gastar más energía en remontar las aguas y ello permite la expulsión de los óvulos de la hembra y del semen del macho. En el río se juntan y nace el embrión, que buscará, deshaciendo el camino, aguas tranquilas para desarrollarse. Cuando crece, buscará su ciénaga original para regresar a ella, y allí recomienza el ciclo. En el Valle, el río Cauca y la laguna de Sonso, situada cerca de Buga, cumplen ese papel. O, para ser exactos, cumplían esa función porque hoy el bocachico está casi extinguido en sus aguas.
La Laguna de Sonso –o del Chircal– tuvo una importancia singular: hacía parte de un sistema de madreviejas y humedales que regulaba los niveles del río Cauca y contribuía a la estabilidad climática de la región. Hacia 1950, había más de 15.000 hectáreas en humedal, hoy hay sólo 1.800, de las cuales Sonso ocupa apenas 745 y es todavía un lugar privilegiado para la vida. En sus orillas hay chamburos, mantecos, sauces, chiminangos. Los biólogos registran 32 tipos de culebras, 19 de sapos, 16 de peces, 162 especies de pájaros, de las cuales 32 son migrantes; algunas, como la gaviota ártica, recorren 16.000 kilómetros antes de poner sus patas en Sonso. Hoy, como escribió el profesor Aníbal Patiño, biólogo eminente, la laguna está en vías de ser transformada en un simple pantano.
Texto completo: http://www.elespectador.com/historico/2006-09-02/contenido_MI-10583.htm
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13.- EVENTOS
*** 6 de Septiembre, 6:00 p.m.
Pontificia Universidad Javeriana
Instituto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR
EDITORIAL NORMA
invitan a Pensar y Leer en Público
Lanzamiento del libro “La Rebelión de un Burgués” Estanislao Zuleta: Vida y Pensamiento
Participan: WILLIAM OSPINA y GUILLERMO HOYOS
Modera: MARÍA ELVIRA BONILLA
Miércoles 6 de septiembre, 6:00 p.m.
Auditorio Jaime Hoyos, S. J.
Edificio Manuel Briceño, S. J. Cra. 5 No. 39-00
Pontificia Universidad Javeriana
Entrada Libre
Información: Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar
Teléfono 3208320 extensiones 5440 – 5441
Correo electrónico: pensar@javeriana.edu.co
Página Web: http://www.javeriana.edu.co/pensar
Recibido De: Angelica Arias < angelica.arias@javeriana.edu.co >
Pontificia Universidad Javeriana
Instituto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR
EDITORIAL NORMA
invitan a Pensar y Leer en Público
Lanzamiento del libro “La Rebelión de un Burgués” Estanislao Zuleta: Vida y Pensamiento
Participan: WILLIAM OSPINA y GUILLERMO HOYOS
Modera: MARÍA ELVIRA BONILLA
Miércoles 6 de septiembre, 6:00 p.m.
Auditorio Jaime Hoyos, S. J.
Edificio Manuel Briceño, S. J. Cra. 5 No. 39-00
Pontificia Universidad Javeriana
Entrada Libre
Información: Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar
Teléfono 3208320 extensiones 5440 – 5441
Correo electrónico: pensar@javeriana.edu.co
Página Web: http://www.javeriana.edu.co/pensar
Recibido De: Angelica Arias < angelica.arias@javeriana.edu.co >
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*** EL MUSEO RAYO EXHIBE LAS SERIES DEL BEJUQUISMO Y ULTRABEJUQUISMO DEL MAESTRO OMAR RAYO
BOLETIN DE PRENSA, Septiembre 1º de 2006
MUSEO CONCERTADO CON EL MINISTERIO DE CULTURA
CALLE 8ª No. 8-53 - TELEFONOS: (092) 2298623 FAX 2297290 - ROLDANILLO VALLE COLOMBIA e-mail: museorayo@hotmail.com, museomarayo@yahoo.com
El Museo Rayo de Roldanillo informa que tiene prevista para el sábado 9 de Septiembre a partir de las 5:00 de la tarde, la apertura de la exposición de las series del BEJUQUISMO y ULTRABEJUQUISMO del maestro OMAR RAYO, haciendo parte del programa de exhibición de las diferentes etapas evolutivas de la carrera del artista.
Omar Rayo realizó estas colecciones entre los años de 1948 a 1954, con una tendencia muy marcada del surrealismo, no sólo por la materia prima de los cuadros “los bejucos”, que tienen su obvio parentesco en esa corriente, sino por la ejecución precisa, limpia, exacta y realista de lo intrínsicamente irreal.
Desde sus primeros pasos Omar Rayo consiguió ser un original pintor, que conquistó la popularidad a pasos agigantados, después de presentar sus caricaturas de la serie Maderismo, donde demostró que era posible dar un idioma especial a trozos de tabla, logrando un rotundo éxito; pero el artista no quiso detenerse en estas caricaturas, las abandonó cualquier día y buscó otra expresión, otra cara de su talento a través del bejuco, creando así su nueva serie del Bejuquismo, demostrando su búsqueda permanente de crear un arte personal y de una escuela propia.
Con esta nueva serie, Omar Rayo, logró también resonancia en el ámbito nacional y se extendió a nivel internacional. Sus nuevas obras tomaron el idioma de las raíces, es decir, las raíces silvestres expresan el idioma del hombre. Son bejucos humanizados donde percibimos claramente la tragedia y los dolores del ser humano; en el bejuquismo no se sabe si lo vegetal es casi humano o lo humano es casi vegetal.
La presente exposición reúne dos colecciones: en la primera sala estará la serie del Bejuquismo conformada por 50 obras y en la segunda sala se presentarán 60 obras del Ultrabejuquismo que reúne piezas más surrealistas. Estas obras fueron realizadas sobre papel utilizando témpera, acuarela y lápiz de color.
La exposición se podrá visitar todos los días de 9:00 de la mañana a 6:00 de la tarde hasta mediados del mes de Octubre, y se podrá visitar conjuntamente con las pinturas recientes del maestro Omar Rayo “la Mullida Huella del Viento” y las pinturas de Sara Rayo.
BOLETIN DE PRENSA, Septiembre 1º de 2006
MUSEO CONCERTADO CON EL MINISTERIO DE CULTURA
CALLE 8ª No. 8-53 - TELEFONOS: (092) 2298623 FAX 2297290 - ROLDANILLO VALLE COLOMBIA e-mail: museorayo@hotmail.com, museomarayo@yahoo.com
El Museo Rayo de Roldanillo informa que tiene prevista para el sábado 9 de Septiembre a partir de las 5:00 de la tarde, la apertura de la exposición de las series del BEJUQUISMO y ULTRABEJUQUISMO del maestro OMAR RAYO, haciendo parte del programa de exhibición de las diferentes etapas evolutivas de la carrera del artista.
Omar Rayo realizó estas colecciones entre los años de 1948 a 1954, con una tendencia muy marcada del surrealismo, no sólo por la materia prima de los cuadros “los bejucos”, que tienen su obvio parentesco en esa corriente, sino por la ejecución precisa, limpia, exacta y realista de lo intrínsicamente irreal.
Desde sus primeros pasos Omar Rayo consiguió ser un original pintor, que conquistó la popularidad a pasos agigantados, después de presentar sus caricaturas de la serie Maderismo, donde demostró que era posible dar un idioma especial a trozos de tabla, logrando un rotundo éxito; pero el artista no quiso detenerse en estas caricaturas, las abandonó cualquier día y buscó otra expresión, otra cara de su talento a través del bejuco, creando así su nueva serie del Bejuquismo, demostrando su búsqueda permanente de crear un arte personal y de una escuela propia.
Con esta nueva serie, Omar Rayo, logró también resonancia en el ámbito nacional y se extendió a nivel internacional. Sus nuevas obras tomaron el idioma de las raíces, es decir, las raíces silvestres expresan el idioma del hombre. Son bejucos humanizados donde percibimos claramente la tragedia y los dolores del ser humano; en el bejuquismo no se sabe si lo vegetal es casi humano o lo humano es casi vegetal.
La presente exposición reúne dos colecciones: en la primera sala estará la serie del Bejuquismo conformada por 50 obras y en la segunda sala se presentarán 60 obras del Ultrabejuquismo que reúne piezas más surrealistas. Estas obras fueron realizadas sobre papel utilizando témpera, acuarela y lápiz de color.
La exposición se podrá visitar todos los días de 9:00 de la mañana a 6:00 de la tarde hasta mediados del mes de Octubre, y se podrá visitar conjuntamente con las pinturas recientes del maestro Omar Rayo “la Mullida Huella del Viento” y las pinturas de Sara Rayo.
*** LOS 100 DE PLINIO Y NOEMÍ
Presentan el libro '100 autores colombianos del siglo XX'
Por U.C. Lecturas, El Tiempo, Septiembre 2, 2.006
http://www.eltiempo.com/tiempoimpreso/edicionimpresa/lecturas/2006-09-02/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3224536.html
La obra es patrocinada por Telefónica de España y editada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia.
La obra, diseñada por Patricia Carnero, pero concebida y llevada a puerto por el actual embajador en Lisboa, Plinio Apuleyo Mendoza, y la embajadora en España, Noemí Sanín, fue escrito por J. G. Cobo Borda, el finado R. H. Moreno Durán, Santiago Gamboa y el novelista Dasso Saldívar.
El cuadriculado volumen, de 28 x 28 centímetros y algo más de dos centenares de folios, trae un prólogo del presidente Álvaro Uribe y, como el título lo indica, recorre el pasado siglo literario nacional a través de la obra y la vida de los poetas, narradores, ensayistas y filósofos de más renombre antes y después de que Gabriel García Márquez recibiera el Nobel en 1982.
La idea original, según ha informado Mendoza, surgió luego de conocer un libro similar publicado por el Instituto Camões, con textos de Fernando Pinto de Amaral.
En las primeras del proyecto se pensó en incluir unos setenta libros con sus respectivos padres, pero luego de variadas consultas, el grupo de redactores optó por los autores mejor que por las obras más destacadas, cubriendo así, quizás de manera más justa, el siglo. La obra será presentada en Bogotá en septiembre y en Madrid, en octubre.
Lo primero que hay que decir sobre este monumental vademécum de las letras colombianas, es que habrá de servir, con sus futuras ediciones y traducciones -ojalá de carácter popular-, para dar a conocer la vigencia de una tradición, como la literaria, en nuestro país.
No hay duda, a pesar de la dolorosa interrupción y colapsos de nuestra cultura durante la llamada Violencia y el Frente Nacional, de que tanto el pensamiento como la poesía, y no menos la prosa, siguen gozando de buena salud, así no todo el grupo de jóvenes que aparecen al final de la centena de autores puedan recibir el mismo aprecio crítico que sus mayores.
Porque exceptuando quizás un diez por ciento del total, con la sola existencia de Tomás Carrasquilla, Vargas Vila, Baldomero Sanín Cano, Guillermo Valencia, León de Greiff, Jorge Zalamea, Aurelio Arturo, Hernando Téllez, Jorge Gaitán Durán, Rafael Gutiérrez Girardot, Estanislao Zuleta, Jaime Jaramillo Escobar, Antonio Caballero y la estrella polar de nuestro firmamento literario GGM, en una nación de más de trescientos millones de hablantes de nuestra lengua, estamos bien representados.
Como dice el presidente Uribe en su proemio: "Razón tenemos los colombianos para proclamar que somos un pueblo esencialmente literario: hemos sacado de nuestra difícil situación toda una inspiración que nos hace tener una verdadera literatura nacional".
Habría que agregar, además, que los textos de presentación no conservan una estructura uniforme.
Parecida opinión puede emitirse en torno a la sustanciación de los criterios con los cuales fue elegido un buen número de autores y obras que justificaran ajustar la centena de presentaciones.
No están, como se dice en estos casos, todos los que son ni son todos los que están. Hay ausencias y presencias inexplicables. Pero dejemos al tiempo, que todo lo cura y aniquila, ese juicio.
La tarea ha sido realizada y bien merece el aplauso.
Presentan el libro '100 autores colombianos del siglo XX'
Por U.C. Lecturas, El Tiempo, Septiembre 2, 2.006
http://www.eltiempo.com/tiempoimpreso/edicionimpresa/lecturas/2006-09-02/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3224536.html
La obra es patrocinada por Telefónica de España y editada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia.
La obra, diseñada por Patricia Carnero, pero concebida y llevada a puerto por el actual embajador en Lisboa, Plinio Apuleyo Mendoza, y la embajadora en España, Noemí Sanín, fue escrito por J. G. Cobo Borda, el finado R. H. Moreno Durán, Santiago Gamboa y el novelista Dasso Saldívar.
El cuadriculado volumen, de 28 x 28 centímetros y algo más de dos centenares de folios, trae un prólogo del presidente Álvaro Uribe y, como el título lo indica, recorre el pasado siglo literario nacional a través de la obra y la vida de los poetas, narradores, ensayistas y filósofos de más renombre antes y después de que Gabriel García Márquez recibiera el Nobel en 1982.
La idea original, según ha informado Mendoza, surgió luego de conocer un libro similar publicado por el Instituto Camões, con textos de Fernando Pinto de Amaral.
En las primeras del proyecto se pensó en incluir unos setenta libros con sus respectivos padres, pero luego de variadas consultas, el grupo de redactores optó por los autores mejor que por las obras más destacadas, cubriendo así, quizás de manera más justa, el siglo. La obra será presentada en Bogotá en septiembre y en Madrid, en octubre.
Lo primero que hay que decir sobre este monumental vademécum de las letras colombianas, es que habrá de servir, con sus futuras ediciones y traducciones -ojalá de carácter popular-, para dar a conocer la vigencia de una tradición, como la literaria, en nuestro país.
No hay duda, a pesar de la dolorosa interrupción y colapsos de nuestra cultura durante la llamada Violencia y el Frente Nacional, de que tanto el pensamiento como la poesía, y no menos la prosa, siguen gozando de buena salud, así no todo el grupo de jóvenes que aparecen al final de la centena de autores puedan recibir el mismo aprecio crítico que sus mayores.
Porque exceptuando quizás un diez por ciento del total, con la sola existencia de Tomás Carrasquilla, Vargas Vila, Baldomero Sanín Cano, Guillermo Valencia, León de Greiff, Jorge Zalamea, Aurelio Arturo, Hernando Téllez, Jorge Gaitán Durán, Rafael Gutiérrez Girardot, Estanislao Zuleta, Jaime Jaramillo Escobar, Antonio Caballero y la estrella polar de nuestro firmamento literario GGM, en una nación de más de trescientos millones de hablantes de nuestra lengua, estamos bien representados.
Como dice el presidente Uribe en su proemio: "Razón tenemos los colombianos para proclamar que somos un pueblo esencialmente literario: hemos sacado de nuestra difícil situación toda una inspiración que nos hace tener una verdadera literatura nacional".
Habría que agregar, además, que los textos de presentación no conservan una estructura uniforme.
Parecida opinión puede emitirse en torno a la sustanciación de los criterios con los cuales fue elegido un buen número de autores y obras que justificaran ajustar la centena de presentaciones.
No están, como se dice en estos casos, todos los que son ni son todos los que están. Hay ausencias y presencias inexplicables. Pero dejemos al tiempo, que todo lo cura y aniquila, ese juicio.
La tarea ha sido realizada y bien merece el aplauso.
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