Vicente Huidobro
Que el verso sea como una llave
que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creado sea,
y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga, como recuerdo, en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza :
el vigor verdadero reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
hacedla florecer en el poema;
sólo para nosotros
viven todas las cosas bajo el Sol.
El poeta es un pequeño Dios.
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Para los que quieren más, unos muy buenos links: http://www.vicentehuidobro.uchile.cl/ Y http://www.uchile.cl/retablo/index.html
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Ignacio Ramírez: ¿Escritor? ¿Periodista? ¿Aventurero? ¿Cinémano? ¿Teatrófilo? ¿Ex amante? ¿Sostenedor de Cronopios? Su hoja debida no cabe en una hoja de vida. Véase bien la foto y compréndase por qué frente al secreto a voces de su cáncer, diabetes y cirrosis, hasta el último suspiro sostendrá que si de algo ha de morir, tarde o temprano, será de la risa. ( http://www.latinoamerica-online.info/voci03/voci06.03.html )
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CONTENIDO
1.- JULIAN MALATESTA. Entrevista al Poeta. El Jardín de la Poesía de la UIS
2.- JULIO CESAR LONDOÑO: Dos plagas fatales, los clásicos y las tablas. ¿Leen los jóvenes?
3.- ARTURO GUERRERO. PRESENTACIÓN DE su LIBRO “El promontorio dorado”
4.- GABO 80, 60, 40, 25. Textos de columnistas.
5.- EVENTOS : 5.1.- Día Mundial de la Poesía, Marzo 21. /// 5.2.- PALABRAS GUARDADAS, 35 Mujeres frente a si mismas, editado por Maria Elvira Bonilla Otoya, de EDITORIAL NORMA, lanzamiento Marzo 22, 7:30 PM. /// 5.2.A .- Juan Manuel Roca y Luz Andrea Castillo en El Jardin de la Poesía de La UIS, Marzo 22, 6:30 PM /// 5.3.- La RAE y la AALE le entregarán a Gabriel García Márquez el primer ejemplar de "Cien años..." en el homenaje del 26 de marzo. /// 5.4 .- Cartagena para los poetas el 28 de marzo en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española. Metamorfosis del jardín Poesía reunida (1968-2006) Giovanni Quessep /// 5.5.- Fernando Garavito viene a Colombia
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1.- JULIAN MALATESTA. Entrevista
JULIÁN MALATESTA*. ENTREVISTA AL POETA y PROFESOR de UniValle.
Entrevista realizada por el Grupo “El Jardín de la poesía” , que dirigen Idania Ortiz ( iortiz@uis.edu.co ) y Claudia Patricia Mantilla ( aladi72@gmail.com ) de la Universidad Industrial de Santander. La entrevista se transmitió recientemente por la emisora UIS AM 670 khz de la U.
¿Qué momentos de la infancia marcaron su vida?
JM: A la edad mía, la infancia resulta una pequeña región que se suele visitar casi siempre de modo involuntario. No es fácil ir a la infancia con un itinerario previsto; quizá por esa razón es tan difícil situarse en momentos particulares decisivos para la toma de una vocación. Yo diría que en mi infancia estuvo mi padre, era un poeta que tenía la costumbre de enseñárnoslo todo con palabras. Yo soy el mayor de siete hermanos y en la medida en que íbamos llegando al mundo mi padre nos iba situando en un lugar del lenguaje. Tengo el recuerdo, muy niño, de cuando nos instalaba encima de la cama y nos daba las lecciones de oratoria, nuestro público era mi madre y mis hermanos, debíamos improvisar un pequeño tema, que siempre debía tener una introducción, una idea central con desarrollo y un desenlace; pero lo que se hacía célebre y digno de aplausos eran nuestros gestos, el modo como intentábamos convencer al familiar auditorio de nuestras descabelladas ideas. Mi padre decía que en un auditorio o plaza pública, así se halle repleta de gente, siempre se habla a tres personas, una situada al frente y las otras dos en los flancos. Yo he tenido la ocasión de probarlo, nadie se percata de que la fuerza del orador está en el lugar donde sitúa la mirada, en el mundo del teatro esto es un axioma, cuando el actor dispersa la mirada el personaje se debilita y se hace inverosímil.
Recuerdo también otro momento. A mi me tocó la época en que se izaba semanalmente la bandera en la escuela, este evento requería de poemas a la patria y de sus obligados declamadores. Mi padre me escribía poemas que yo aprendía para esas eventualidades y de él recibía las lecciones de la declamación; así no sólo participaba en este ritual del patriotismo escolar, sino que hacía conocer la obra inédita de mi padre. Un día un profesor me preguntó: ¿Usted no sabe poemas de otros autores? Y yo le respondí, no me sé sino los de mi Papá. Le respondí con una soberbia de tribu que aún no he podido controlar. Creo que mi padre me introdujo a muy corta edad en esta cofradía, la de los poetas, me dotó de la soberbia de esa tribu.
¿Qué lo impele, qué lo incita a escribir?
Si algo dignifica al ser humano es su capacidad creadora, esa condición natural que lo distingue de todas las criaturas de la tierra. Poblamos este pedacito de lugar en el universo con la obligación de transformarlo y de transformarnos con él, signados quizá por la fatalidad de que en la acción creadora podamos destruirlo y destruirnos. Sin embargo, tengo la certidumbre de que el ser humano con esa prodigiosa herramienta que es el arte descubre en la creación un modo de explicarse y de comprender el mundo. Entiendo la escritura como un modo de interrogarnos, una manera de escrutar nuestra vida por fuera de los habituales y rutinarios modos de relacionarnos con ella. A la poesía y al arte en general no se le puede colocar compromisos y obligaciones, quien la ejecuta debe comprender que se halla en el oficio más libre de todos los oficios; pero a la poesía y al arte en general si hay que pedirles que intenten resolver los grandes interrogantes de la especie, que penetren los oscuros pasadizos por donde transita el tiempo del hombre, que arme hogueras donde sea necesario el calor y la luz. La poesía debe conducirnos a ese mundo que le es propio, ese universo que crea, para que aprendamos a comprender el mundo que habitamos. Asumir la poesía en esa bella paradoja que urdiera Baudelaire: La poesía es lo más real, lo que es completamente verdad aunque sólo en otro mundo.
-Julián ha trabajado como actor y director de teatro ¿reconoce vasos comunicantes entre el teatro y la poesía?
Mi paso por ese extraordinario mundo del teatro fue muy vital. Creo que el gran aporte que recojo de esa experiencia es la comprensión del valor de la imagen. En el teatro, con el gesto que es su material expresivo fundamental, es necesario construir imágenes, pensar la escena como imagen, y para ello hay que hacer concurrir de modo simultáneo en el instante decisivo, como en la fotografía, diversos materiales expresivos capaces de otorgar o producir una nueva significación. En la poesía, aunque sólo tiene la palabra, es fundamental la imagen, que resulta de hacer concurrir de modo simultáneo, en el instante decisivo, elementos y materiales que se hallaban distantes y que en el lenguaje ordinario jamás podrían encontrarse para producir un hecho estético nuevo.
Soy afín a esa idea del poeta Reverdy quien afirmaba que la imagen en poesía era el acercamiento de dos realidades lejanas y justas. Qué tanto lejanas sean y qué tan justas concurran, he ahí el secreto del arte poética. Ortega y Gasset en su ensayo sobre la deshumanización del arte había afirmado que la metáfora era el álgebra de la poesía y unos años después el joven Borges acuñaba una sugestiva frase: La metáfora: esa algebraica forma de correlacionar lejanías, en esta prodigiosa síntesis se cifra una buena concepción del poema. La imagen, cuyo soporte es la metáfora, es el medio por el cual se organiza el ritmo y acontece la música. De este modo, la música no se reduce a la afinidad fonética de los vocablos y a las simetrías o asimetrías calculadas de los acentos, como creían los viejos preceptistas, sino que se halla en el centro de operación del hecho estético constituido por la imagen.
Al igual que en el teatro la obra está por hacerse, la puesta en escena sólo es cuando se ejecuta ante un publico que en su exigente vínculo la legitima. Así el poema está por hacerse, no es si no concurre el episódico lector para legitimarlo y darle lugar en el mundo. En la plástica ocurre otro tanto, la imagen es su centro y con ella acontece el movimiento, sucede el ritmo, pero este no es percibido sino hasta cuando aparece el receptor y penetra con su mirada los intersticios de la tela.
En Confesiones de un amanuense recuerda cómo su padre supo advertirle sobre "el lenguaje que habita sigiloso en el silencio". Háblenos de ese ámbito secreto que antecede a la palabra. ¿Cómo construye un modo de hablar en el silencio?
En ese poema donde me refiero a las enseñanzas de mi padre, intento, no sé si con éxito, dibujar la condición del maestro y discípulo. Pienso que un verdadero maestro otorga el tiempo necesario para que germinen las ideas, advierte con sigilo los lazos de dependencia que va estableciendo el discípulo y los rompe, con cierto descuido permite que el muchacho camine solo un trecho del camino, que busque comprender a su modo las cosas de la existencia e incluso que dude de su maestro. En este aprendizaje el silencio es fundamental, es la tregua entre discípulo y maestro y es su libertad. Nadie rememora la clase completa de un maestro, de su magistral esfuerzo sólo nos queda una frase, una sola frase que suscitó en nosotros procesos interiores, una sola frase que era pórtico para caminos insospechados que incluso ignora el maestro. Un maestro que lo sabe todo nos cierra los ojos, un maestro que ignora nos educa en el ver. Un verdadero maestro no entrega significados completos, educa por implicación. En el silencio se calcula, se mide, se sopesa, se aprende la mesura, se edifica la cautela o la desprevención, se detecta el ritmo de las cosas, se percibe su movimiento y su duración y esto es fundamental para el poeta, en el silencio construye su método: la intuición creadora. Quizá me extiendo mucho, pero esa es la búsqueda en poesía, hacer que en el poema haya el suficiente silencio para que el lector tenga tiempo de hacerse poeta.
Si la poesía es "un lugar de residencia" , "un lugar que antes de ser habitado no ha existido para nadie" ¿cómo es esa casa de la palabra, la de Julián Malatesta, de qué imágenes está poblada?
Mi casa está en construcción, nunca he tenido en la palabra un lugar estable, en la casa del lenguaje soy como un inquilino que a veces se atrasa con la renta y el casero lo desaloja, le arroja las maletas por la ventana. Son muchas las ocasiones en que he entrado furtivamente a tomar posesión de mis pertenencias y entonces descubro que las han arrojado al fuego. Así me toca empezar de nuevo, pido ayuda a algunos amigos, quiero decir a mis lecturas, e inicio de nuevo, la poesía siempre será un inicio. A veces me instalo en la puerta y escucho las quejas del barrio y los transeúntes me informan de las fiestas, de los funerales, del dolor, del miedo o la zozobra y con eso escribo, pero nunca tengo la certeza de hallarme construyendo establemente la casa. Mis recuerdos también ayudan a colocar adoquines, pero aún así la casa se tambalea con el más leve viento. Ese lugar de residencia es un verdadero peligro, creo que un día voy a terminar en la calle.
-La poesía también puede ser sublevación, en el sentido que escribir todavía es una manera de preguntar, de inquietar. ¿Cómo asoma esa lucidez en su poesía?
Como decía antes, a la poesía y al arte no se le pueden colocar propósitos, digamos que la poesía no se define por sus loables o perniciosos objetivos, pero es tan bueno conspirar contra la infamia, contra los tiranos, revelar la coartada del verdugo, hacerle saber al mundo, como en la fábula de El traje nuevo del emperador, que el gobernante va desnudo con todas sus miserias al aire y que a nadie engaña. Estos divertimentos son de alto riesgo, no sólo por las persecuciones que puede acarrearse el poeta, sino por la caída del poema en las cloacas del sentido único, de la única interpretación y sobre todo en la rigidez de un lenguaje que a nombre de la libertad instala mordazas. La poesía política es muy delicada estéticamente hablando, su factura requiere cierto desenfado, un aire de descuido y de distracción la anima, de juego y de altanería, de insolencia y de humildad. Si el poema se concentra, se obstina como una flecha en llegar al blanco, no sólo malogra el arco, su fuerza inicial, sino que el blanco desaparece y la flecha queda circulando en el aire sin destino. Ese es el lamentable espectáculo de la poesía panfletaria. Yo he sufrido esa desdicha.
Alguien comentaba que no se enseña a escribir, no se enseña qué poner en un poema, cuando mucho qué sacar. ¿Qué piensa al respecto, desde su experiencia como profesor titular de la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle?
Es verdad, no se enseña a hacer poesía, no se enseña a escribir en términos literarios. El profesor de literatura es un facilitador, como dicen ahora, alguien que tiene la facultad de poner en común unas lecturas, unos autores y quizá unas opiniones críticas, ante un cotidiano auditorio, institucionalmente segmentado para recibir en un determinado período unas particulares lecciones. Es bastante melancólica esa labor. Pero puede ocurrir que este facilitador se empeñe en promover el camino de la creación y para ello se de sus mañas y entonces ponga a sus alumnos en contacto con los trucos, audacias y reconocidas habilidades técnicas de un poeta o de un escritor, realice en el aula ejercicios que buscan hacer comprender el modo de operación de la metáfora, o el mecanismo como opera el suspenso en el relato, el dato escondido, la celada entre otros, y aún así no es seguro que tenga la fortuna de encontrarse con un poeta o un narrador en ciernes. ¿En dónde se halla el escritor, qué lugar habita el poeta? Yo tengo la presunción de que éste se halla más cerca de lo que parece, la sociedad lo ha ido seleccionando para esa función, trae una patria lírica y épica en su corazón y en su sangre antes de entrar al aula, donde quizá es factible que se malogre y pierda el camino.
Los profesores de literatura producimos más frustraciones que realizaciones; por lo general, no son los creadores quienes están al mando en las clases de literatura y por ello no perciben con facilidad el espíritu del creador que crece con dificultad en su clase. El profesor de literatura común teme ser desprendido de su pequeña verdad, normalmente no se arriesga a correr por los pequeños atajos y hondonadas de la reflexión que un díscolo estudiante le propone, en esos momentos prefiere el orden y la disciplina antes que arriesgar su clase a un desacomodo momentáneo. Así termina el año lectivo o el semestre sin conocer su auditorio. Y el poeta que se venía haciendo, con el concurso de su sociedad y su época, queda oculto, cae derrotado o es vencido por la indolencia de su maestro. A mi juicio, el poeta ha de revelarse, tiene que manifestarse, hacer visible su ímpetu y un aguzado maestro debe prestar las condiciones para que acontezca esta manifestación, luego vendrá la disciplina, es preciso familiarizarlo con el camino de la dificultad, educarlo en el coraje del oficio. Nosotros los profesores aún tenemos muchas cosas que aprender.
¿Qué voces o qué autores han dejado huella en su escritura?
La literatura se hace con literatura. Yo me atrevería a decir que nunca con la realidad. Sólo es con los instrumentos de la literatura que interrogamos y exploramos, en una perspectiva estética, la realidad y tal vez transformemos desde ahí a la literatura. Por eso nuestro diálogo cotidiano con los muertos es fundamental y también nuestro diálogo con nuestros contemporáneos, sólo que el poeta debe aprender a despedirse de esas compañías, debe aprender a caminar algunos trechos solo y a reunirse de nuevo con esos amigos que no cesan de hablar. A estas alturas mis poetas son muchos pero de todos ellos algunos me visitan más asiduamente: León de Greiff, Yorgos Seferis, Cavafis, Ezra Pound, William Carlos Williams y algunos poetas chinos de la dinastía Tang que releo con frecuencia.
¿La poesía colombiana goza de salud?
Desaparecidos los pequeños grupos aglutinados alrededor de revistas, publicaciones y toldas ideológicas, Me refiero a la denominada generación del Centenario, el grupo de Los Nuevos, la mal llamada generación Mito que es un verdadero Mito, los poetas de Piedra y Cielo o los nadaistas que todavía se obstinan por existir en medio del más degradante espectáculo de sumisión al establecimiento, podríamos decir que la poesía colombiana vive un extraordinario momento, es la manifestación de las más diversas preocupaciones espirituales. Es una poesía que interroga con mucha agudeza el destino del hombre en estos tiempos aciagos y lo hace con un fuerte lenguaje, sin miedo y sin falsa retórica, dialoga sin dogmatismo con escuelas y movimientos literarios del pasado, con el virtuosismo de una poesía universal, sin la enajenación de una militancia teórica o la adhesión acrítica a doctrinas estéticas. Es una poesía que se hace más joven cada vez que es más antigua. Pero es necesario destacar que la poesía hecha por mujeres, la voz femenina, aparece en las letras colombianas con un inusitado vigor y transforma sensiblemente los modos de recepción del hecho poético. La poesía colombiana de hoy, pese a los poetas que el establecimiento mercadea, goza de buena salud.
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* Algo más sobre Julián Malatesta
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2.- JULIO CESAR LONDOÑO.
Dos plagas fatales, los clásicos y las tablas
Por Julio César Londoño
GACETA (versión impresa), El País, Cali. Domingo 18, 2.007
Cada que escucho la vieja cantinela: "Es que los jóvenes ya no leen", me pregunto "Bueno, ¿y cuándo han leído?". Que yo sepa, la lectura nunca ha sido su fuerte. Y es comprensible. Salvo los que tienen una predisposición por la literatura o las humanidades, lo normal es que un joven dedique a la lectura el tiempo mínimo, lo justo para el 3.0, y corra hacia las canchas, la televisión, la cafetería, o a los brazos de una señora.
Pensar que todos deben amar la lectura es tan absurdo como exigir que todo el mundo ame los números, la química o las japonesas. Así como existen personas contemplativas que pueden pasar su vida en una biblioteca, la mayoría tiende a pensar, temo que con razón, que el mundo es más ancho.
Lo que si debe preocuparnos es el catálogo oficial de lecturas de nuestros bachilleres, lista de ogros capaz de espantar incluso a los estudiantes que llegan al colegio con una marcada inclinación por la literatura. Es de un pedante subido: Ulysses, La metamorfosis, El Quijote, La divina comedia, Hamlet y La Ilíada, entre otras obrillas, lo conforman.
Los clásicos son lecturas obligadas para el crítico y el erudito, claro, pero debieran ser casi proscritas de las bibliotecas juveniles. Antes de formar eruditos –pienso– hay que formar lectores rasos. Los clásicos, bueno es recordarlo, son obras importantes para la historia y la literatura, pero no son lecturas gratas ni adecuadas para la iniciación de los jóvenes.
Desde hace por lo menos 20 años, los escritores y un sector sensato del magisterio vienen denunciado la impropiedad del catálogo y han logrado la inclusión de autores contemporáneos y más legibles, pero Joyce, Kafka, Cervantes, Dante y Shakespeare se resisten, tozudamente, a abandonar el escenario.
Los clásicos, en especial aquellos que tienen más de un siglo de antigüedad, son lecturas inapropiadas para este nivel porque exigen del lector prerrequisitos mitólogicos, históricos y geopolíticos que ningún joven cumple. Además son obras exasperantemente lentas, reiterativas, retóricas; jartas, en síntesis.
Como los temas no han cambiado, en los autores contemporáneos se encuentran los mismos asuntos pero tratados con un lenguaje más ágil y con un léxico más natural, y cuyas referencias de entorno pertenecen a nuestro acervo cultural.
El viejo y acatado dogma de que no hay progreso en arte, de donde se desprende que las obras cimeras del pasado son insuperables, apenas merece consideración. La evidente superioridad de las biografías de Marcel Schwob sobre las de Plutarco, de las novelas policíacas de Truman Capote sobre las de Dostoievsky, de la Roma de Margarita Yourcenar sobre la de Eduard Gibbon, o de la crítica de Jorge Luis Borges sobre la de Saint Beuve, basta para refutar la descabellada tesis. Los temas serán los mismos, pero las maneras se depuran. Hoy narramos mejor que Homero y Dostoievsky, entre otras razones porque leímos al griego y al ruso, privilegio que no tuvieron ellos.
Lo más indicado para iniciar un programa de lectura es, por su in-triga y extensión, el cuento. (Además por allí comenzó todo. El hombre primitivo, estoy seguro, compuso cuentos después de los gruñidos y antes de las canciones). El minicuento no, porque es críptico y como interactivo: su desarrollo y desenlace se producen en la cabeza del lector; la novela es muy larga y la poesía muy oblicua. Sus guiños, tropos, giros y claroscuros exigen un lector avisado.
Cuentos de aventuras y canciones, como al comienzo. Luego pueden venir cuentos más complejos, poemas, novelas cortas contemporáneas y ensayos de divulgación científica.
Algunos clásicos que son de referencia obligada en ciencias y humanidades (Sófocles, Dante, Cervantes) deberían ser resumidos por el profesor, si tiene encanto, o por un cuentero profesional especialmente contratado para la ocasión, y dejar de tarea la lectura de un capítulo escogido para que los estudiantes tengan algún contacto directo con el estilo de estos “artífices de monstruos”; y para que se encarguen ellos mismos, los autores, de coger por las solapas al mozalbete y entretenerlo.
Los resúmenes que se consiguen en el mercado son una basura. Sus "análisis" y su lenguaje son de una pobreza deprimente. Se venden por millones porque les sirven a los estudiantes para responder unos cuestionarios que los profesores adoran: personajes, espacio, tiempo, etc. ¡El acabóse, Pacho!
Por fortuna, las nuevas pruebas de estado están privilegiando el razonamiento y las competencias sobre la información. Parece que al fin desaparecerá esa mohosa escolástica de "¿Quién hizo qué y cuándo?". En breve nuestros jóvenes serán más inteligentes y menos "bases de datos".
Sería maravilloso que, como medida complementaria al nuevo examen del Icfes, se eliminara de un plumazo la "enseñanza" de las tablas de multiplicar en las escuelas, ese brebaje verde y espeso que sólo ha servido para vacunar los niños contra la matemática; y con probada eficacia: al 85% de la población esa materia, la más sencilla y pedagógica del pensum, no le "entrará" jamás. Con que el estudiante sepa el principio de la multiplicación y cuándo emplearla, es suficiente. Newton fue Newton aunque lo más probable es que ignorara cuánto es 27 x 18, y usted y yo nos hemos defendido muy bien en la vida a pesar de que ignoramos las tablas de logaritmos y de funciones trigonométricas.
Estoy seguro de que bastaría con esto, la supresión de las tablas en la escuela y de los clásicos en los colegios, y de inmediato mejoraría la relación de los jóvenes con los números y las letras, los signos básicos de nuestro asaz semiótico universo.
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3.- ARTURO GUERRERO. Nuevo libro. Lanzamiento.
Ediciones Aurora y Fundación Santillana
INVITAN A LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO “El promontorio dorado” de Arturo Guerrero Ramírez
Presentado por: Ángel Nogueira Dobarro y Alejandra Suárez Valencia
Día: Martes, 27 de marzo de 2007
Hora: 7:00 p.m. Lugar: Fundación Santillana , Calle 80 N° 9-75 Bogotá
Copa de vino. Se sugiere el parqueadero de la calle 82 N° 10-49
Mayores informes en Bogotá:
El autor, arturoguerrero@etb.net.co Tel: 217 2703
El editor, Jesús Aníbal Suárez, ediaurora@mixmail.com Tel: 287 2053
El promontorio dorado
Arturo Guerrero*
Ediciones Aurora, Bogotá, 2007. 160 Páginas
Éste es el primer libro de ficción del periodista Arturo Guerrero. Es un ejercicio de fusión de géneros literarios, entre la novela y el ensayo. La imagen del promontorio evoca un montículo situado junto al mar, desde cuya cumbre alguien puede ver la tierra firme de los vivos y el océano misterioso de los muertos. Este alguien tiene que ser un muerto, que ya conozca el territorio de los vivos y que ahora también sepa de la óptica de los muertos. La visión desde esta atalaya es así muy rica, es dorada.
Esta obra intenta una mirada de la vida desde la perspectiva de los muertos. Se acerca a temas fundamentales como la libertad, lo sagrado, el deseo, la mística, el humor, el absoluto, la adolescencia, a propósito de la encrucijada en que se hallan sumidos los personajes, algunos de los cuales están ya muertos.
El cuidado fundamental del autor ha sido el del lenguaje. Su prosa poética pretende ser una música, una fiesta de las palabras. No obstante, este libro no se deja leer 'de una sola sentada'. Su disfrute exige una dedicación serena, una aplicación atenta de la atención y de la reflexión.
Refiriéndose a El promontorio dorado, el intelectual catalán Ángel Nogueira, director de la revista Anthropos, afirma: “se trata de un texto apasionante e innovador. Posee una altísima calidad literaria y asimismo despierta sumo interés, tanto desde la perspectiva del pensamiento que abre y desarrolla el texto, como por su valor estético”.
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*Arturo Guerrero. Cúcuta, Colombia, 1946. Desde los dos años de edad ha vivido en Bogotá. Estudió filosofía, es periodista y escritor. Ha trabajado como redactor en radio, televisión, prensa escrita y agencias de noticias. Entre sus libros publicados están Anarcoiris. Textos casuales (Ed. Tiempo presente, 1995. Columnas de prensa), Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana, con fotos de Aldo Brando (Villegas Ed., 1997. Ensayo), El amor bravío (Ed. Aurora, 1999. Ensayo y cuento) y Habitantes de la memoria (Ed. Convenio Andrés Bello, 2005. Ensayo). Ha ganado varios premios y menciones en concursos periodísticos. Es columnista de El Colombiano de Medellín y colaborador de Lecturas Fin de Semana de El Tiempo de Bogotá. El promontorio dorado es su primera obra de ficción.
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('El Promontorio dorado' tiene 33 numerales, distribuidos en tres partes. De la primera, publicamos el siguiente fragmento, correspondiente al numeral VI)
VI Adolescentes
Queda, eso sí, la fiesta. Una terca simiente dorada de sol, aureolada de música, torneada por las curvaturas del baile. Un volcán de goce bárbaro y nocturno, un ansia de luz, de panorama, de perfume de monte. Un carnaval perpetuo, a la vez sagrado y pagano, un saber qué hacer con las horas libres de la ergástula. El ingenio para escapar al ninguneo de una alta sociedad que mira desde el hombro. La búsqueda pertinaz del alimento debajo de las piedras, de la vivienda al lado del semáforo, de la salud en la herbolaria amazónica, de la felicidad bajo toda estrella gratuita que brinde el cielo de la patria, de la educación en los agujeros ajedrezados de los crucigramas, de la riqueza en los blancos talcos urgidos por los ricos de otras partes, de los cielos negros prometidos a quienes le compren nevera a la madrecita.
Esta fiesta es un campo herido a los abonos, un surco que mira al firmamento de las posibilidades. Y al lado de este campo, siendo polvo de su tierra y sangre de su agua, andan perplejos y clandestinos los muchachos cómplices que no se saben cómplices de nadie. No han pronunciado su palabra pura, no la conocen a cabalidad, apenas la vislumbran entre los vapores alcohólicos de una cotidianeidad adversa y asesina. Ignoran que otra muerte dispareja los aguarda, que para ellos se ha preparado una era cuajada de respuestas y de dudas, que en sus labios está el liderazgo del destino. Son únicamente conscientes de su tromba, de una fiebre de sangre atosigante. Amanecen cada aurora con un sol ardiéndoles la espalda y se apagan a la media noche aturdidos de tantas flechas sin un blanco. Son la pequeña compañía de los cerebros solitarios, la plebe extraña y extrañada de una época en la que se castiga cualquier fuga. Estos niños de sonrisa petitoria sobreviven apenas con gotas de rocío que toman en sus habitaciones nocturnas musicales. Se comunican entre sí gracias a las bandas de guitarra y percusión que han inventado un esperanto en desespero. Sus padres les han sido látigo, dinero a cuenta gotas, extrañamiento, todo menos acogida. Sin embargo, en los harapos de esta generación sin atenuantes puede estar fulgurando la adhesión a nuevas muertes.
Haga usted presencia atenta y tibia en las cercanías de esta turba en desconcierto, prolongue los minutos a su lado, deje que los poros acepten su diamante, y notará la cara del girasol agradeciendo una resolana con su venia. Poco a poco las intensas fieras irán cambiando sus lenguajes, verbos cortantes cesarán de ofender el oído del cosmos, los órganos del sexo reacomodarán sus metáforas exactas y sin saber a qué horas el mundo comenzará a ser nombrado sin puñales. El triunfo en las palabras, primera batalla no luchada, será el anuncio de divergentes miradas sobre una existencia, pasto del oprobio. Nadie se propuso esta transformación, de la misma manera como nadie arbitra la protección en el cerebro del oso bien lamido. Bastó establecer complot con una rabia, alianza con los primordiales ríos de la especie que surcan tenaces entre las basuras del siglo. El naciente idioma, cifra y código de una redención no propuesta, dará curso a la abolición de los cristales negros de los ojos. Las botas aceradas que solían azotar las aceras de los perros irán dando el pie a zapatillas de atleta con las cuales escalar los riscos del sudor. ¡Ah, los frescos niños aspirando el laboratorio oxigenado de los pájaros!
Una causa, sí, un argumento para seguir viviendo, para derrotar la torva duración en los segundos. He aquí la vara requerida en la faena de reencantar las madrugadas. Un propósito de reconstrucción de la espina dorsal, un polígono hacia cuyo centro encender miradas todavía feroces. Uno a uno los adolescentes a perpetuidad irán inventando dentro de sí mismos las tareas de Hércules asignadas a sus supremas libertades. Las tareas están ahí, instaladas en los mapas de nacimiento con que ellos fueron lanzados al planeta sin permiso. Falta que sus poderosos brazos las circunden, las acunen, las alienten, les infundan la candela que las haga punzadas sin escapatoria. Como estos muchachos albergan la fiesta, que es motor y combustible, los trabajos serán acometidos a la manera de los galeotes vencedores de las olas. Habiendo prendido la centella, ninguna adversidad pondrá palos insuperables en el sendero de los campeones recién amanecidos. Y la nave comenzará a ir, al soplo de brisas caprichosas, hacia muelles dispuestos en los países donde el tiempo es una criatura entre pañales.
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4.- GABO 80, 60, 40, 25. Textos.
Gabriel García Márquez visitó al presidente cubano, Fidel Castro,
GABO, EL INTOCABLE
Por Nicolás Morales. Sopor i piropos.
Arcadia No. 18, Marzo 2.007. Pág. 46.
Escaneó, reprodujo y difunde: NTC … Nos Topamos Con …
Gran cobertura del aniversario del Nobel. Ensayos, artículos, dossiers, testimonios, fotos, telegramas y dibujos en separatas de las principales revistas del país. Gabo era el tema y los medios sortearon como pudieron el encarguito: no era fácil, debían enganchar a sus lectores con un onomástico literario -una rareza en las tapas de las revistas- y colgar a Paola Turbay y su nueva serie de la CBS o a las confesiones de algún concejal vallenato.
A falta de redactores literarios, los medios optaron por el encargo. El abanico es amplio: entre otros, el ex presidente poeta, periodistas de segundo nivel, grandes firmas internacionales (Auster, Goytisolo, Monsivais, Fuentes, Vila-Matas), los amigos nostálgicos (Enrique Santos Calderón, José Salgar), los enemigos nostálgicos (Plinio Apuleyo Mendoza), los criollos famosos (Caballero, Mallarino, Lara, Arias, Ospina, Abad, Cobo Borda, Bonnet), un par de contribuciones flojongas (Franco, Botero), y hasta un hermano que recuerda la infancia compartida. El Malpensante, aunque también cayó en la trampa del aniversario, nos recordó que antes de la figura del escritor está la obra y prefirió un ensayo de Juan Gabriel Vásquez. Desafortunadamente no escribieron figuras como Dasso Saldivar, Conrado Zuluaga o Manuel Hernández. Por cierto, pocas fotos recientes del Nobel y ninguna entrevista exclusiva ... En síntesis, euforia y felicidad. Y eso está bien, porque después de todo es un cumpleaños. Y los cumpleaños se celebran alegremente, con fiestas en ciudades amuralladas y reuniones, actos, condecoraciones, cocteles, cenas y hasta conferencias con presidente a bordo.
Y sin embargo, nosotros, que generacionalmente no conocimos al García Márquez disidente en esos años de vueltas y revueltas. Nosotros, que no testimoniamos sus años de indocumentado -tan nostálgicamente recordados por contradictores o amigos. Nosotros, que no asistimos a su ascenso, pues cuando lo leímos ya era grande. Nosotros, esa generación nacida después de los sesenta, huérfanos de todo un poco, vivimos la fiesta con una cierta ambivalencia. Y ese sentimiento se debe probablemente a la distancia y frialdad que nos genera el personaje público. Nuestro Gabo no fue el escritor implicado que hizo reportajes sobre el país y sus encrucijadas. Tampoco fue el escritor que acompañó a sus novelas ni el que participó en el debate sobre su relevo literario. No fue el cronista de prensa ni el columnista de grandes y medianos diarios. No fue el intelectual del que nos habían hablado nuestros padres antes de purgar las revistas Alternativa en el tercer trasteo. Y lo más difícil nuestro Gabo no fue el gran novelista: en estos años publicó libros que, a decir verdad, nos emocionaron relativamente poco. Escritos que lo convertían en un autor que comprometía su reputación, como lo insinúo Mario Jursich en Semana Libros cuando se levantó la polémica por la novela de sus putas tristes. Nuestro Gabo fue el personaje que estableció compromisos publicitarios etéreos y absurdos con el gobierno de Andrés Pastrana. Nos tocó el Gabo silencioso, el intocable, el establecido, el que vive en México retirado del debate político y en la plácida vejez de los pescaditos de oro. Es posible, como lo insinúa un editorial de Arcadia, que el país arribista y el aparataje de los medios de comunicación hayan sido los grandes culpables del lugar que ocupa hoy el Nobel, de ese desplazamiento que el escritor y el intelectual emprendieron hacia lo establecido. Claro, nos queda una duda y es hasta dónde Gabo es cómplice de su propio destino, hasta dónde él es parte activa de "ese manoseo", como lo llama Héctor Abad, de los poderosos, los importantes, los influyentes. Y no sabemos si en ocasiones, él mismo no ha querido cambiar ese curso de superficial navegabilidad. Nuestro Gabo fue, y es, estrella. Y, como dice William Burroughs, es difícil que un ícono conmueva si no canta a menudo en el escenario. Claro, ¿qué autor universal no es una vedette, y más en estos tiempos en los que los autores parecen estar más presentes y ser más importantes que sus mismas obras?
Pero volvamos a nuestro asunto, al motivo de esta columna: Gabo cumple ochenta años, y con sus ochenta años es nuestra única figura de talla universal. A Jorge Valdano, el mejor futbolista que haya surgido entre los intelectuales, le preguntaron alguna vez por García Márquez. Valdano respondió que claro que lo leía y que le gustaba mucho, pero que, a diferencia de otros futbolistas, también era capaz de leer autores menos universales, menos populares; en otras palabras, que él era un lector. Y tal vez ese sea el problema con este Gabo, que ha sido leído por lectores y no lectores, que ha trascendido nuestras pequeñas fronteras, que es muy grande para caber dentro de un gentilicio, y que ya dijo lo que tenía que decir. Ahí está su obra, una obra monumental, deslumbrante. ¿Qué es lo que yo le estoy pidiendo?
De otros demonios
Hector Rincón
Revista Cambio 20/03/07 http://www.cambio.com.co/opinioncambio/post.php?id_blog=3396046&id_nota=350000455
Hay un resorte por ahí, entre funerario y lagartón, que se nos dispara con frecuencia y sus consecuencias nos invaden y esa invasión nos empalaga y ese empalagamiento que nosotros mismos hemos propiciado termina por ser del todo detestable y escupimos en la conmemoración que nos inventamos por cuenta de ese resorte que se nos dispara por esa vocación fúnebre o por ese espíritu lagarto, no sé si me entendés.
No sé. Sé que andamos a la caza de celebraciones, de fechas que les den algún significado a los días, de aniversarios de cosas o de personas que nos hagan unirnos en un festejo. Y lo que resulta es casi siempre maluco: terminamos odiando al Quijote porque cumplió 400 años como si el Quijote hubiera pedido que le celebraran los 400 años. Y el año pasado fue el año de Mozart y quedamos de Mozart hasta aquí, pero Mozart no pidió que le celebraran nada. Tampoco lo ha pedido Beethoven este año que es dizque el año de Beethoven. Y así.
Hace un tiempo supe de una reunión muy importante, de esas a las que acuden ex presidentes de la República y todos los demás, en la que el tema era ¿qué hacemos con los 100 años de nacimiento de Pablo Neruda?, ¿cómo los celebramos? Y una amiga, una belleza lúcida y en apariencia frágil que estaba sentada en esa mesa de ideas, cogió impulso para preguntar, señoras y señores, ¿por qué hay que celebrar los 100 años de Neruda? La pregunta desde luego tuvo por respuesta tan solo una docena de ojos congelados por el estupor ante alguien a quien se le ocurría preguntar por qué había que celebrar el siglo del poeta, ya que la respuesta era del todo obvia: porque sí.
Pienso en eso ante los 80 del Patriarca que tanta prensa ha generado y tanta habladuría y tanto hartazgo. Que qué cansancio, han dicho los disidentes con ciertas ínfulas contestatarias, con cierto ánimo pendenciero para conseguir abruptos protagonismos. Y han empleado –unos más que otros, unos muy adolescentes, otros más serios–, han empleado ese arsenal de agravios tan pendejos: que qué ha hecho el Patriarca por la Patria; que por qué su casa de Macondo está destechada; que por qué los niños tienen hambre y las escuelas no tienen tiza y en los hospitales no hay mertiolate.
Desde luego que se les olvida lo básico y es que el Patriarca no le pidió a nadie que le celebraran los 80, como Mozart no pidió que se acordaran de él en los 200, como Neruda no dejó escrito que por favor algún homenaje en el Museo Nacional de Colombia cuando cumpliera los 100 de haber nacido. Tan no lo pidió el Patriarca que ni siquiera se hizo presente ni contestó llamadas ávidas de que dijera unas palabras para la inmensa sintonía.
Y se les olvidó también lo obvio, eso tan simple de entender: un escritor está para escribir y no para ejercer funciones de ministro de Salud Pública y tampoco para participar en política porque su única misión es contribuir desde su talento de escritor a la salvación de las almas a través de subvertirles el orden mental que les fue establecido desde cuando aterrizaron en este mundo.
Y el Patriarca lo ha hecho bien, ni necesario es decirlo. Que se intente pedirle cuentas por las madres sustitutas y por la paternidad irresponsable y por la plaga de tosferina que hay en Marialabaja es una necedad, como sería (es) una necedad que yo en este momento diga o pregunte por qué se han celebrado como se han celebrado (con libros http://www.norma.com/libro.asp?idlibro=39029&int_divi=1 , conferencias y editoriales de prensa y derrame de elogios gratuitos) los 30 años del suicidio de Andrés Caicedo, un muchacho promisorio que se autodespachó a los 26 y que por el mérito de haberse autodespachado a los 26 quedó como un escritor consagrado, como un escritor de culto. Pero soy incapaz de decir y de preguntar esa necedad.
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Pobreza, medios de comunicación y poder
Intermedio. Por: Jotamario Arbeláez
EL PAIS Marzo 20 de 2007 http://www.elpais.com.co/historico/mar202007/OPN/opi6.html
Asistí al 17 Encuentro de Confraternidad Médica (cali, marzo 15 y 16, 2.007) , que preside ese artista de corazón y de iniciativas que es Adolfo Vera-Delgado, donde se dieron cita los médicos y varios artistas a celebrar el cuerpo y el alma.
El tema era la pobreza, los medios de comunicación y el poder. Estos tres conceptos están resueltos en uno de los personajes más admirables de la tierra, colombiano y caribeño por añadidura, que acaba de cumplir 80 años y a quien el mundo rinde homenaje por su obra suprema, aunque no han faltado faltones que se han referido a él con descomedidos epítetos por no haber construido un acueducto ni una guardería en su pueblo natal, lo que no han hecho los alcaldes de Aracataca ni los secretarios de Obras Públicas del Magdalena ni el Gobierno Nacional desde que ganó el Nobel y apenas ahora que resultó tan glorioso como Homero y Shakespeare, le van a arreglar la casa, para escándalo de una horda de compatriotas centaveros que no han visto un libro ni por el forro. O por haber manifestado su amistad con Fidel Castro, lo que saca de casillas a los modernos humanistas reaccionarios, o con Clinton, lo que no embejuca menos a los antiguos humanistas revolucionarios. Como si no se hubiera ganado el derecho de ser amigo tanto de Dios como del diablo, y lo digo en un orden aleatorio. Así mismo, ha elogiado sin reservas a Shakira y a Pambelé. Y a quien el Rey de España viene a entregarle el primer ejemplar de Cien años de soledad, en edición de la Real Academia de la Lengua Española, publicada luego de Don Quijote de la Mancha, del ingenioso hidalgo Miguel de Cervantes, ya que son los únicos dos personajes que figuran por la lengua de Castilla en la reciente encuesta entre supersabios del intelecto acerca de cuáles son las 20 obras imperecederas de la literatura, por lo menos en Occidente. A él sí que lo tocó comer sustancia amarilla parejo con el coronel que no tenía quién le escribiera, porque el coronel era él mismo. Cuenta que en París le tocó levantar la tapa de un tarro de basura para ver si hallaba algo de comer, antes de que los policías lo molieran a bolillazos por parecérseles a un terrorista argelino y después de que en la madrugada se cruzó en el Pont Neuf con un hombre de gabardina que no podía ser otro que él mismo y venía llorando. Y no quiero decir que ingerir detritus sea una virtud, mientras no se trascienda de comedero. A muchos artistas y escritores parece que les quedó gustando, porque no fueron capaces de salir adelante para cambiar de plato y se han quedado hablando de la abundancia del plato de personajes como Gabo o Fernando Botero que, como buenos alquimistas, transmutaron en oro el estiércol gracias a su genio multiplicado por su sacrificio de empecinados. Ahora todos los grandes de la Tierra les tienden su alfombra roja para darse el lujo de compartir con ellos, que no tienen nada que pedirles porque ya todo lo alcanzaron con su pincel y su pluma.
Y los medios de comunicación se desviven por conseguir una declaración o una foto, cuando ya ellos es lo que menos necesitan. Lo que comprueba que el arte y la literatura son herramientas más poderosas que el poder mismo, si quienes las manejan tienen el don del talento real y la persistencia, que, a veces, cuando triunfan se confunden con arrogancia.
Quiero, pues, levantar mi copa en honor de Gabo y del Gabo que cada uno de nosotros los escritores llevamos agazapado en el corazón, así no alcancemos el rotundo triunfo final. Ya con que corone uno solo de esta manera, habremos triunfado todos.
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5.1.- Día Mundial de la Poesía : 21 de marzo
La UNESCO y la Fundación Común Presencia convocan a la celebración del Día Mundial de la Poesía a realizarse el 21 de marzo de 5 a 8 p.m. en el Auditorio Germán Arciniegas de la Biblioteca Nacional de Colombia (calle 24 No. 5 - 60), con la lectura de textos de un grupo de prestigiosos poetas colombianos entre quienes destacamos a: Harold Alvarado Tenorio, Jotamario Arbeláez, Iván Beltrán Castillo, Jorge Cadavid, Carlos Castillo, Juan Gustavo Cobo, Mauricio Contreras, Ramón Cote, Gustavo Adolfo Garcés, Luz Mary Giraldo, Javier González Luna, Hernando Guerra, Fernando Herrera, Mario Jursich, Fernando Linero, Gonzalo Márquez Cristo, Guillermo Martínez, Santiago Mutis, Amparo Osorio, William Ospina, Juan Manuel Roca, Álvaro Rodríguez, Enrique Rodríguez Pérez, Colombia Truque Vélez y Germán Villamizar. La presentación del acto estará a cargo del escritor Guido Tamayo.
El Día Mundial de la Poesía instituido por la UNESCO en el año 2000 con el propósito de «promover la poesía como una forma de cultura esencial» se celebra en casi todos los países de Europa bajo el nombre de Primavera de los Poetas por coincidir con el Equinoccio que finaliza el invierno, pero hasta ahora tendrá su primera versión en Colombia con un acto multitudinario y gratuito, donde se rendirá homenaje a la palabra poética, como la cifra más alta de la expresión y la comunicación del hombre, bajo el título de: «El porvenir será poético o nunca será», en adherencia al postulado del libanés Adonis, eterno candidato al Premio Nobel de Literatura. Esta convocatoria que se realiza con el apoyo del Plan Nacional de Concertación del Ministerio de Cultura se institucionaliza por parte de la Fundación Común Presencia, a partir de este año en que Bogotá ha sido declarada capital mundial del libro.
Lugar: Museo El Chicó. Cra 7 No. 93-01. BOGOTA. Hora: 7:30 p.m.
VARIAS PAGINAS INICIALES : http://www.norma.com/libro_contenido.asp?idlibro=39064 (alli listado de participantes, prólogo y textos de dos de las mujeres participantes: Angela Becerra y Aida Avella)
La Edición Conmemorativa de Cien años de soledad se presentará en el IV CILE
La Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, presentarán, en la jornada inaugural del IV Congreso Internacional de la Lengua Española, una edición de 500 mil ejemplares de Cien años de soledad revisada por el autor. Las firmas de Álvaro Mutis, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa abren la edición, que incluye textos de otros reconocidos escritores y académicos. Un árbol genealógico de la familia Buendía se suma a las novedades.
Tapa de la edición de 500 mil ejemplares de Cien Años de Soledad, revisada por el propio Gabo. Una edición conmemorativa de Cien Años de Soledad revisada por el autor, con un tiraje inicial de 500 mil ejemplares, se presentará en el marco del IV Congreso Internacional de la Lengua Española http://www.congresodelalengua.gov.co/ que se realizará en Cartagena de Indias del 26 al 29 de marzo.
TODOS LOS DETALLES DEL LIBRO:
http://www.eluniversal.com.co/noticias/20070315/mon_edi_cartagena_para_los_poetas.html
Doce poetas iberoamericanos han sido invitados a participar en un recital en Cartagena, con motivo del IV Congreso Internacional de la Lengua Española.
El congreso será instalado por el presidente Uribe. Estarán los reyes de España, el escritor mexicano Sergio Pitol, Premio Cervantes de Literatura 2005, entre otros. También Juan Gelman, Giovanni Quessep, Rómulo Bustos, William Ospina, Juan Manuel Roca, Eduardo Milán, Andrés Sánchez R., Eugenio Montejo, José Emilio Pacheco, Darío Jaramillo y otros. Se lanzará la obra reunida del poeta colombiano Giovanni Quessep, “La metamorfosis del jardín”, publicada por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.
Se trata de un homenaje continental a una de las voces singulares de la lírica en Colombia. Esta colección de obras completas, Ópera Mundi, incluye a la mayoría de los grandes poetas en lengua española y universal del siglo XX: García Lorca, Rilke, Neruda, Octavio Paz, Nicanor Parra, Rimbaud, Cernuda, Novalis, Huidobro, Eliot, Vallejo, Alberti, Pessoa y Rubén Darío (éste en preparación), entre otros.
La Lectura de Poesía Iberoamericana se realiza gracias al apoyo del Instituto Cervantes, una institución cultural cuya tarea es la promoción y enseñanza de la lengua española, así como la difusión de la cultura de España e Hispanoamérica.
El acto se cumplirá el 28 de marzo en el Claustro de Santo Domingo.
DE: http://www.latarde.com/2007/sema/11/mag1.htm
Por otra parte, el sello español Galaxia Gutenber/Círculo de Lectores lazarán en Cartagena dentro del Congreso de la Lengua, la obra La metamorfosis del jardín, que reúne la obra del poeta colombiano Giovanni Quessep.
El miércoles 28 de marzo, a las 8:30 de la noche en el Claustro de Santo Domingo, habrá un recital iberoamericano con la participación de Juan Gelman, Giovanni Quessep, Rómulo Bustos, William Ospina, Juan Manuel Roca, Eduardo Milán, Andrés Sánchez Robayna, Eugenio Montejo, José Emilio Pacheco, Darío Jaramillo, entre otros.
La Lectura de Poesía Iberoamericana se realiza gracias al apoyo del Instituto Cervantes.
Metamorfosis del jardín Poesía reunida (1968-2006) Giovanni Quessep
http://www.circulo.es/Libros/GalaxiaGutenberg/Default.aspx
http://www.circulo.es/Images/39529_tcm35-102541.jpg (caratula)
Presentamos, por primera vez reunida, la obra poética de Giovanni Quessep, el maestro de la poesía colombiana del siglo XX: por su inconfundible tono, ritmo, maestría formal y profundidad.
«Creo que todo gran poema debe ser una metáfora del alma: metáfora de sus maravillas y de sus terrores, de sus cielos y de sus abismos, esto es, la transfiguración de la realidad, lo que no constituye el olvido de la misma, sino su afirmación más profunda.» Giovanni Quessep
Edición y prólogo de Nicanor Vélez
La poesía de Quessep (San Onofre, Colombia, 1939) es un mundo rico en cruce de culturas. En su obra se funden de manera ejemplar la realidad más inmediata de la costa atlántica colombiana con sus orígenes libaneses y su pasión por la literatura árabe; la poesía andalusí y la del siglo de oro español; Alicia a través del espejo, la novela artúrica, los poetas italianos –de Dante a Montale– y Rubén Darío. Su talento lírico es un continuo asombro, tal como demuestran estos once magníficos poemarios, que van desde El ser no es una fábula (1968) hasta su último libro aún inédito: Las hojas de sibila.
Tomado de ARCADIA No. 18, Marzo de 2.007. Versión impresa. Pág. 12.
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