jueves, marzo 02, 2006

LUIS VIDALES. NTC ... 219 (COMPLEMENTO No. 2)

-

ACTUALIZACIONES (AGOSTO 13, 2011)

----

Luís Vidales o el siglo subvertido

http://www.hojablanca.net/botellas-de-naufrago/luis-vidales-o-el-siglo-subvertido/

Por Santiago Espinosa (Agosto 11, 2011)

---

de SANTIAGO ESPINOSA santiagoespinosaco@yahoo.com

para: NTC … , Nos Topamos Con http://ntcblog.blogspot.com , ntcgra@gmail.com

fecha 12 de agosto de 2011 08:18

asunto Luis Vidales o el siglo subvertido

Queridos amigos, les mando un ensayo que escribí sobre el poeta Luís Vidales. Es el primer de una serie de textos poesía colombiana que he venido escribiendo. Espero sus comentarios. En este link puede encontrar el ensayo y las entregas anteriores de este nuevo blog.

http://www.hojablanca.net/botellas-de-naufrago/luis-vidales-o-el-siglo-subvertido/


Un gran abrazo a todos. Santiago.

-

Se inicia Festival literario "LUIS VIDALES" de Calarcá

Las literaturas del periodismo

Por: Isabela Portilla/Calarcá, Quindío

http://www.elespectador.com/impreso/cultura/articulo-290955-literaturas-del-periodismo


(Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí. O click derecho para abrirlas en una nueva ventana.)

-
-
ACTUALIZACIÓN
25 de Febrero, 2011
.
"Suenan timbres" de Luis Vidales. ¡ 85 años!
De Carlos Vidales . Asunto: 25 de febrero, Suenan.
El 25 de febrero volvimos a cumplir años "Suenan Timbres" y yo. Vuelvo, pues, a publicar una nota al respecto, revisada este año, aquí: http://luisvidales.blogspot.com/2011/03/la-revolucion-de-suenan-timbres-y-otras.html * .
(* Publicado por primera vez, el 25 de Feb., 2006, en NTC ... 219 , http://ntcblog.blogspot.com/2006_03_02_archive.html , en forma exclusiva, en conmemoración del octogésimo aniversario de Suenan Timbres)
++++++
La circunstancia social de "Suenan Timbres"
Por Carlos Vidales *.
Un ensayo sobre la situación socio-económica de Colombia en la década de 1920 y su influjo sobre la creación de "Suenan Timbres" y el surgimiento de "Los Nuevos". Texto completo en: http://luisvidales.blogspot.com/2011/03/la-circunstancia-social-de-suenan.html . ( * http://hem.bredband.net/rivvid/ , http://luisvidales.blogspot.com/ , http://losimportunos.wordpress.com/ )
++++++
.
CONVERSACIÓN CON LUIS VIDALES .
“EL MACHISMO COMENZÓ CUANDO INVENTARON QUE DIOS ERA HOMBRE”.
Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar”, en la modalidad “Mejor Entrevista en Prensa”, 1990.
POR: JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS
Publicado en la revista "Gato Encerrado" No. 11 - Abril - Mayo, 1990. REVISTA LATINOAMERICANA DE LITERATURA Y ARTE
Dirección: Eutiquio Leal, Fernando Soto Aparicio, Jaime Chavarro Díaz.
Allí el texto completo, imágenes, enlaces, ....
------------
NTC ... 219
(COMPLEMENTO No. 2)
Nos Topamos Con ... Año 6. Cali, MARZO 2, 2.006
http://ntcblog.blogspot.com/
ntc@andinet.com , ntcgra@gmail.com
80 AÑOS DE
“SUENAN TIMBRES”
de Luis Vidales,
25 de Febrero de 1.926
HOMENAJE Y MEMORIAS
---
PROLOGO a la cuarta edición de 2.004
DE ÁTOMOS, DIAMANTES y REVOLUCIONES
Por ALBERTO RODRIGUEZ TOSCA ***
Tomado del libro “SUENAN TIMBRES”, LUIS VIDALES, Libro Recobrado, Colección de Poesía, Universidad Nacional de Colombia, Marzo 2.004, Primera edición de esta colección. 278 páginas. Cuarta edición de Suenan Timbres. (1)

Me ha surgido la convicción,
que espero no sea muy enfermiza,
de la existencia de la hermandad estrecha
entre la creación poética y, por ejemplo,
las apretadas condensaciones del átomo,
los diamantes o las revoluciones.
Luis Vidales, "Confesiones de un aprendiz del siglo"
" Le dije: "¿Quién es usted?".
y me soltó, susurrando las sílabas: "Luis Vidales".
Le grité, angustiado: "¡No! Yo soy Luis Vidales".
Y para asombro de mi parte, me respondió con aplomo:
"¿y quién lo contradice?".
Luis Vidales, Suenan timbres

Afirmar hoy -volver a afirmar- que 1926 fue un año importante para la poesía colombiana, es insistir en un tópico que no necesita mayor demostración: aparece Suenan timbres de Luis Vidales (Calarcá, Quindío, 1904-Bogotá, 1990).
En esa década Joyce publica Ulises, Mann La montaña mágica, Güiraldes Don Segundo Sombra, Gallegos Doña Bárbara, Quiroga Anaconda, Vasconcelos La raza cósmica, Marechal Días como flechas, Arlt El juguete rabioso, González Tuñón El violín del diablo, Vallejo Trilce, Borges Fervor de Buenos Aires, Neruda Crepusculario, Girondo Calcomanías, Gorostiza Canciones para cantar en las barcas, López Velarde La suave patria, Eliot La tierra baldía, Rilke Elegías de Duino y Breton los dos manifiestos surrealistas. Sin duda títulos imprescindibles a la hora de hacer un recuento de la historia de la literatura universal. Que Suenan timbres haya coincidido con esa constelación de "estrellas literarias", no lo convierte en un libro mejor ni a Vidales en un mejor poeta. El lugar es común, pero Suenan timbres siempre ha brillado en solitario y no ha necesitado otra compañía distinta de la que a través de los años le han prodigado sus lectores.
Sólo algunos visionarios se dieron cuenta del suceso. Luis Tejada fue el primero en reconocer, cuatro años antes, el nacimiento de una voz que avanzaba en contravía de la adormilada tradición centenarista: "La poesía de este muchacho es una poesía de ideas, sobria y sintética; él no sufre la voluptuosidad rudimentaria del color ni de la forma: sufre la , voluptuosidad de las ideas puras". Francisco Luis Fernández escribe en el Suplemento Literario Ilustrado de El Espectador: "Me place la poesía de Vidales porque, ante todo, es una poesía ilógica. Esta placentera embriaguez de desconstrucción es, precisamente, lo que la construye... Emociona de veras esta ceguera infantil de Vidales, que lo hace manipular concreciones y abstracciones con una resolución casi brutal". Y Barba Jacob: "Va a llegar una época en que la poesía sea de olores, de perfumes y sabores. Luis Vidales está por esa ruta. Es el poeta del porvenir". La decidida contundencia de estas apreciaciones -lo que no ocurre con frecuencia entre contemporáneos- coincidía con el ritmo de la incipiente pero ya futura trascendencia del libro.
En 1926 Vidales ignoraba todo lo que sucedía con las vanguardias europeas de principios del siglo XX. En marzo de 1987 -tres años antes de su muerte- lo visitamos en su casa de Teusaquillo en Bogotá y nos contó: "Aquí no supimos qué fueron Dadaísmo, Surrealismo, Cubismo, Futurismo, sino hasta mucho después porque no nos llegaba información. Y cuando llegaba venía distorsionada. Uno de los cables decía que en una ciudad llamada Lenin habían matado a un hombre llamado San Petersburgo". A los 82 años se enteró Vidales de lo que pasó en Argentina cuando apareció Suenan timbres, y sólo porque lo transcribieron en una tercera edición que hizo Plaza y Janés. Allí se enteró de que - al tiempo que lo insultaban en Colombia - Alberto Hidalgo, Jorge Luis Borges y Vicente Huidobro le publicaban seis poemas en un índice de la nueva poesía americana (Sociedad de Publicaciones el Inca, Buenos Aires, 1926) al lado de autores como Macedonia Fernández, Luis Cardoza y Aragón, Leopoldo Marechal, Salomón de la Selva, Pablo de Rocka, Pablo Neruda, Salvador Novo, Carlos Pe1licer, José Juan Tablada y César Vallejo. Casi nada.
Así, la formación literaria de Vidales fue el resultado de una sensibilidad curiosa y atenta que se desentendió de los gritos de la moda para lanzar su propio grito en medio de un parloteo dulzón que se solazaba en la asimilación mecánica de viejas recetas, por demás exportadas y ajenas a las apremiantes incógnitas de la hora y del lugar.
El átomo
Suenan timbres es un libro compuesto por cuatro capítulos: "Los importunos", “Poemas de la yolatría", "Curva" y "Estampillas". Cada uno es un peldaño en el aire, sin misión específica o vocación de altura, pero a la vez cada uno es "el peldaño" único e intransferible de una misma escalera. Los acerca la diferencia y los diferencia la unidad. Vidales, tan dado a exaltar los recovecos de la fauna (en sus textos ronronean gatos, hablan loros, croan sapos, tejen arañas, se trasquilan ovejas), quizás nunca advirtió la naturaleza camaleónica de sus poemas. Los cuentos breves, "Los importunos", publicados en la edición de 1976, e incluidos en ésta, son un testimonio de ello. Así mismo las "Estampillas" del final. Ambos capítulos recuperan una percepción más totalizadora del conjunto. Percepción total que ayudará a entender mejor todo lo que se ha dicho sobre el carácter innovador del libro.
Suenan timbres es un libro innovador porque le propone nuevas libertades al lenguaje y lo hace responsable de otros significados, aunque no tanto en términos verbales o a través de la construcción de imágenes de gran revoloteo poético, sino porque lo presentó a la alta sociedad gramatical -tan apegada a las formalidades- como una criatura distinta y como lo distinto siempre asusta, asustó este libro perturbador que daba al traste con el artificio del adjetivo en su puesto y la metáfora en su pleamar.
Estos textos combinan el arrobamiento cotidiano por la belleza visible u oculta de la realidad, con una constante pregunta para sus misterios más complejos. La sencillez de su discurso es directamente proporcional a su profundidad crítica, y cierta solemnidad se hace acompañar permanentemente por un perspicaz humor, y ya se sabe que no hay contradicción en este planteamiento. Al talante temerario de los "poetas de profesión", Vidales opone la modestia del aprendiz. "Se es siempre aprendiz y yo nunca me he considerado maestro. Mi condición de explorador incansable no la cambio por nada del mundo". Sin más pirotecnia que el discurrir acompasado de las palabras y una sutil ironía hacia las realidades elegidas para la disección, Vidales nos demuestra que no se necesita ser estridente para sorprender ni plañidero para emocionar.
Como el átomo, Suenan timbres es un "ente indivisible", pero al mismo tiempo un cosmos dividido. "Todo es hermoso y constante / todo es música y razón / y todo, como el diamante, / antes de luz, es carbón", nos dejó dicho Martí, y Vidales -su buen lector- volvió suyo el gusto por esa metamorfosis y vertió sus frutos en un libro que todavía asombra y conmociona.
Los diamantes

La calle dejó de pasar por debajo de mis pies. Más allá de los extramuros, el paisaje de la medianoche dibujaba sus árboles de tinta china. El viento movía sombras. Abstraído, me senté sobre la piedra que demarca las distancias, mientras me decía para mis fueros interiores: ¡Oh piedra! ¡Oh pobre piedra! Sembrada en el limo vigoroso, ¡quién sabe cuántas primaveras han resbalado por tu vientre, y sin embargo tú - como las vírgenes - te mostraste dura, y rehusaste soltar el fruto!
La piedra es una presencia recurrente en la poesía de Vidales. La piedra como síntesis de las realidades dormidas, más o menos ocultas, o simplemente no advertidas por el transeúnte distraído o por el apego a la costumbre del hombre común que pasa por su lado sin darse cuenta de la imagen que se esconde detrás. "Detrás de cada piedra hay una imagen", decía Nietzsche. Y se preguntaba Vidales: "¿Acaso no has pensado en lo exótica que sería tu flor, tu pequeña flor gris?".

¡Oh piedra! ¡Oh pobre piedra! ¡Un día caerá sobre ti la
maldición de los hombres!
"Nombrar las cosas", decía Eliseo Diego para referirse a la esencia de la poesía. "Disolver el nombre de las cosas", decía Octavio Paz. Y Shelley: "El poeta crea de nuevo el universo aniquilado en nuestro espíritu por la repetición de impresiones". En ninguna de las tres definiciones hay contradicción. La palabra que no perturba - ya desde el "nombrar", ya desde la disolución del "nombre"- no es más que una estéril repetición de las habituales impresiones con que día tras día intervenimos en el mundo.

Y horror
del libro empezaron a salirse las palabras
a andar
a arquearse
a deslizarse por encima de mis manos
y se internaron por el inmenso hueco de la vida real.
La "vida real" siempre entre signos de interrogación. La interrogación entre signos. Los signos de Vidales saltando de página en página y "siempre recomenzando".

Señor,
nos aburren tus auroras y nos tienen fastidiados
tus escandalosos crepúsculos.
¿Por qué un mismo espectáculo para todos los días
desde que le diste cuerda al mundo?
"Descubrí el mundo a través del lenguaje -escribió Sartre en sus magníficas Palabras-, pero durante mucho tiempo tomé el lenguaje por el mundo". Y es precisamente ésa una de las grandes preocupaciones en la que se concentra Suenan timbres: la realidad y sus sombras.

El gato y su sombra. Son dos gatos - pero en realidad
no es más que uno. Esto me explica la divinidad. La sombra
es un gato más enigmático. Es más gato. Así debieran ser
todos los gatos. Untados a la pared.
Deshuesamiento de un esqueleto arcaico con los instrumentos de una metafísica simple, cotidiana, transida por una voluntad de observación sobre las realidades más obvias. El mundo de las pequeñas cosas siempre obsesionó a Vidales. Lo que no se ve porque está demasiado a la vista: el ruido, el arco iris, las hojas, el café, el espejo, las pisadas, el paraguas, la sombra, la flor, las nubes, el teléfono, el agua, el reloj ...

El reloj formula
las 12 medio-día
Y cae sobre nosotros
- exacta –
la gran plomada.
Imposible abandonar este breve recuento diamantino sin referirnos a uno de los temas favoritos de Vida les: el tiempo.

"Y
-lejos-
en la noche oscura
un reloj canta".
"No hay sino dos cosas en el mundo,
Las horas
y yo".
"El calendario es el único árbol del mundo que sufre de otoño recurrente".
"¿Conoce usted algo más mortal que la vida? ¡Denúncielo!",
"La rosa introduce un ligero desorden en el transcurso del tiempo".
"El despertador cacarea su hora,
justo como la gallina el huevo que acaba de poner".
"El número pasa por el reloj y el reloj le pone el pico para gorjear con un gorjeo de muelles".

El reloj tomo la trampa más visible del tiempo. Su ministro en la tierra. La tractomula de la cotidianidad. La misma cotidianidad a la que tantos tic tac le dedicó el poeta.

Los relojes pierden el tiempo.
Un verso -como la golondrina y el verano- no hace un poema. Lo salva o lo destruye, pero nunca lo resuelve como totalidad. La transcripción de estos fragmentos sólo pretende recrear algunas de las atmósferas que inquietan (y ya no deberían inquietar) y sorprenden (y ya no deberían sorprender) en el libro de Vidales. Pictóricas ("Mis versos cantan que en el mundo / las líneas de los cuartos/ de los asientos / de las mesas / corren vertiginosamente / alrededor de sus objetos"), irreverentes ("Las cruces que hay en el mundo / son trampas puestas por los hombres / para cazar a Jesucristo"), urbanas ("Ciudades. / Ciudades que se quedaron para siempre / en una hora"), filosóficas ("¡Oh piedra! ¡Oh pobre piedra! / ¡Yo quisiera saber / desde qué época nebulosa del mundo estás dormida!"), oníricas (" Aquella mujer / al salir / pasó por todos los espejos / llenando la sala de mujeres"), burlescas ("Se extasían ante la Gioconda, y no se dan cuenta que se están extasiando ante su fama"), mordaces ("Hay personas que sólo han hecho en su vida una cosa memorable: morirse"), virulentas ("Nuestros compatriotas suelen ser tan envidiosos, que no pueden morirse tranquilos pensando en los que quedan vivos"), futuristas ("Pensándolo bien, es la misma cosa estar en 1.572 que en 1.924 o en el año de gracia de 2.934. Échele cabeza y verá"), clarividentes ("En poesía, lo irreal de hoy tiene todas las trazas de ser lo real de mañana").
Y cómo dejar por fuera, dentro de esta última saga familiar, el humor, compañero inseparable de la vida y la obra de Vidales ("La línea es una circunferencia desinflada. Y la circunferencia una línea que ha echado panza", "EI sonámbulo es un burócrata en busca de escritorio", "No sé si ustedes han visto que el Observatorio de Bogotá no está iluminado. Pienso que esto le pasa porque se supone que este trabajo le corresponde a las estrellas"; "Lo que Dios hizo en 7 días, los idealistas lo acusan de materialismo", "Las trastadas de la suerte son infinitas. Por ejemplo: a Guillermo Harvey, que descubrió la circulación de la sangre, se le quedó quieta, para siempre, un día de 1.658").
Las revoluciones
Entre el átomo y el diamante, entre lo concluyente de lo indivisible y la libertad de lo dividido, siempre han intermediado las revoluciones. Fueron muchas las "revoluciones" que influyeron en la vida y en la obra de Luis Vidales. El "poeta revolucionario" de 1926 no tardó en alcanzar al hombre obsesionado por "la revolución" que cuatro años después, junto con Luis Tejada, fundó el Partido Comunista Colombiano. Fue su secretario general entre 1932 y 1936. Sorteó luchas, burlas, acusaciones, contiendas sindicales, amenazas de muerte, allanamientos, censuras y muchas horas de cárcel que, como horas de vuelo, lo prepararon para pilotear su propia nave con la única misión de "tomar el cielo por asalto". La nave no tomó el cielo ni por asalto ni por nada. Se le acabó la gasolina justo sobre el Triángulo de las Bermudas y desapareció como el agua en el agua.
Si a esto sumamos la gestación de una estética nueva y de difícil inserción en el panorama literario de entonces, completamos la fórmula que convertiría a Vidales en un ciudadano incómodo para una aristocracia bogotana de levita y chistera, conservadora como ella sola, reunida alrededor del té de las cinco de la tarde e intercambiando citas literarias del tipo "Siéntese, como decía tan graciosamente William Shakespeare".
Las vanguardias, al igual que las revoluciones, nunca las han decidido las fórmulas sino las obras. De haberse publicado en 1926 La obreríada y no Suenan timbres, seguramente no estaríamos hablando hoy de un poeta adelantado y visionario como Luis Vidales. A una poesía original y moderna - si es que algo así existe - no se llega por casualidad, y a veces es el poeta el último en enterarse - si es que se entera.
Afirmar hoy - volver a afirmar - que 1926 fue un año importante para la poesía colombiana, es insistir en un tópico que no necesita mayor demostración. Sin embargo vale la pena insistir. "Reconocer un buen poema nuevo que responde propiamente a las nuevas circunstancias es la mejor prueba de la actitud del crítico", escribió Eliot en Función de la poesía y función de la crítica. Y aunque deja mucho que desear la actitud de la crítica colombiana con respecto al Suenan timbres de 1926, nunca es tarde para darles la bienvenida al desagravio y a la reivindicación.
---
*** Alberto Rodríguez Tosca (Artemisa, Cuba, 1962) Poeta, narrador, periodista. Fundador del programa de radio Hablar de poesía. Premio David 1989 por el cuaderno Todas las jaurías del rey. Publicó además Poemas y Mi reino por una pregunta. Actualmente reside en Colombia.
De: http://www.uneac.com/LaIslaEnPeso/num05/carta2.htm (allí además varios de sus poemas)
---
(1) “SUENAN TIMBRES”, LUIS VIDALES, Libro Recobrado, Colección de Poesía, Universidad Nacional de Colombia, Marzo 2.004, Primera edición de esta colección. 278 páginas.
En la pagina 6 sobre presentación, detalles e información del libro se informa que esta edición es tomada de la segunda edición de Suenan Timbres de 1,976 (Instituto Colombiano de Cultura). Se establece además que la edición de 1.976, Suenan Timbres ha tenido dos más: la primera de 1.926 (Ed. Minerva) y una tercera de 1.986 de Plaza y Janés (¿Argentina?). Así las cosas la edición de la U. Nacional sería la cuarta. Ésta tiene un prólogo del poeta cubano Alberto Rodríguez Tosca y la ilustración de la solapa es de Juan Manuel Ramírez . Aquí reproducimos la totalidad del prólogo.
La carátula se presenta en:
http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1107030008/a=45580223_45580223/t_=45580223
Y la solapa en:
http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1107147773/a=45580223_45580223/t_=45580223
Ambas se encuentran en la galería de fotos e imágenes sobre SUENAN TIMBRES y LUIS VIDALES que presentamos en NTC … 219 y en un primer complemento a éste (ambos en http://ntcblog.blogspot.com/ ) . Esta galería se encuentra en:
http://www.snapfish.com/thumbnailshare/AlbumID=37837608/a=45580223_45580223/t_=45580223
+++
Apreciado suscriptor y amigo: Si, en su “tarabitar” (ir y venir, caminar y discurrir), se topa con … algo – al alcance de todos o erudito, ajeno o personal – que considere de interés en y para la LITERATURA, le agradeceríamos compartirlo. Apreciamos, y nos ayudan, sus comentarios. Agradecemos la difusión, si lo encuentra pertinente. Gracias.
Respetamos su tiempo y su privacidad en la red y hacemos todo el esfuerzo para asegurar que este mensaje sólo sea enviado a las personas previamente suscritas a NTC … y que puedan estar interesadas en esta información. PARA CANCELAR SUSCRIPCION: Responder a ntc@andinet.com, ntcgra@gmail.com , indicando CANCELAR. Si decide continuar acompañándonos, GRACIAS!
+++++++++++++++++++++++

NTC ... 219 (COMPLEMENTOS)
Nos Topamos Con ... Año 6. Cali, FEBRERO 27, 2.006
ntc@andinet.com , ntcgra@gmail.com
HOY, 80 AÑOS DE
“SUENAN TIMBRES”
de Luis Vidales,
25 de Febrero de 1.926
HOMENAJE Y MEMORIAS

POEMAS de LUIS VIDALES en “SUENAN TIMBRES”.
Una pequeña muestra sugerida por Carlos Vidales: Los arcos-iris, Entierro, Las hojas, Geográfica, Las pisadas, La música (fundamental!!!) y A una flor
NTC … los tomó del libro: “SUENAN TIMBRES”, Colección de Autores Nacionales (No. 12), Instituto Colombiano de Cultura. Segunda edición 1.976. 239 págs. (Ver carátula en: http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1101346953/a=45580223_45580223/t_=45580223 ) Los números entre paréntesis corresponden a páginas en el libro.


LOS ARCOS - IRIS (69)

Arcos-Iris lejanos,
Desde el principio del mundo.
Caravanas de jirafas de colores
los pies en el agua
y el cuello dócil en el cielo.
Arcos - iris.
Los que pasaron por los cielos
de mi infancia azul.
Yo tenía los ojos tristes y ensoñadores
y viéndoos a vosotros - arcos-iris -
sentía un indeterminado deseo como de acariciar cuellos
o como de domar serpientes.
Pero el dulce muchacho de mi niñez
hace mucho tiempo que se ha marchado
yo no sé para dónde.
Y ahora
- en esta tarde romántica -
cierro los ojos
y siento que me dejo estrangular de un arco-iris.

ENTIERRO (70 y 71)

Lluvia
sobre los grandes cajones de las casas.
Lluvia. Lluvia.
Y a lo lejos
el conglomerado de paraguas
mancha en el aire
su pueblucho japonés.
A éste lo van a enterrar.
Las campanas se le querían caer encima
como sombreros ingleses.
Yo veo el dorso del acontecimiento.
Las levitas
cabeceantes
hacen unos pajarracos
que persiguen al muerto.
Las coronas
- neumáticos de carnaval -
van colgadas del carro como repuestos
por si se le dañan las ruedas.
Pero cuando se vayan las flores
quedarán los aros de las coronas
y esta noche
el muerto se pondrá el aro de una corona
- salvavidas -
y se botará al charco que hay que pasar
para ir al cielo.
Ya no llueve.
Desapareció el que estaba estrenando
cadáver.
Se fueron los de levita.
Nota.
No quedó ninguna mancha en el aire.

LAS HOJAS (74)

El viento vira en los aires
sobre la hélice de la hoja.
Nadie ha visto el viento
pero las hojas van señalando su rumbo.
Da tristeza.
Para que el vuelo de las hojas
fuera a su gusto
todas deberían ir provistas
de motorcitos de mariposa.

GEOGRAFICA (78 y 79)

Mi alma
-¡Aeroplano!-
voló serenamente
por encima de la tierra.
Los océanos navegaban hacia las costas remotas.
Pero luego suspendieron el rumbo
y bajo la curva de sus lomos azules
se durmió el eterno mineral.
Las estrellas giran en el viento.
Europa es un escorpión
España la cabeza
y la Península Escandinava la ponzoña.
La América del Sur
es un inmenso corazón
botado en el mar por una mujer celeste.
La bota de Italia
apareció a mis ojos de dormido
y me la calcé rápidamente
y pasé a grandes saltos
como un gigante cojo
por sobre las manchas de los países.
Y después...
¡Oh! el puerto.
Pequeño.
¡El puerto de rosa de tu boca!

LAS PISADAS (94)

La mujer ha pasado
pero sus pasos
se quedaron sonando para siempre dentro de mí.
¿En qué seres ya muertos
repercutiría el ruido de sus pasos
cuando era niña?

LA MÚSICA (96 y 97)

En el rincón
oscuro del café
la orquesta
es un extraño surtidor.
La música se riega
sobre las cabelleras.
Pasa largamente
por la nuca
de los borrachos dormidos.
Recorre las aristas de los cuadros
ambula por las patas
de los asientos
y de las mesas
y gesticulante
y quebrada
va pasando a rachas
por el aire turbio.
En mi plato
sube por el pastel desamparado
y lo recorre
como lo recorrería
una mosca.
Intonsamente
da vueltas en un botón
de mi d'orsey.
Luego – desbordada -
se expande en el ambiente.
Entonces todo es más amplio
y como sin orillas . . .
Por fin
desciende la marea
y quedan
cada vez más lejanas
más lejanas
unas islas de temblor en el aire.

A UNA FLOR (121)

Tú tienes un alma
que sube por el tallo
y te alumbra.
Pero tu alma no sabe hablar
ni sabe quejarse
ni discurrir sobre las cosas.
Yo quisiera - oh pequeña flor
absorta en la materia -
darte del alma intelectiva
porque a mí me pesa mucho toda la que llevo
y a tu alma le falta un poco de dolor.

+++
OTROS POEMAS DE LUIS VIDALES
http://palabravirtual.com/index.php?ir=crit.php&wid=1115&show=poemas&p=Luis+Vidales
---
OTROS POEMAS: Coro de los Obreros Dormidos, Le Doy mi Voto de Confianza al Día , Informe sobre la Claridad y Super-ciencia en
http://www.lablaa.org/blaavirtual/literatura/antope/antopoe0.htm
---
OTROS Textos y POEMAS de LUIS VIDALES
http://hem.bredband.net/rivvid/lvidales/luisvind.htm Textos políticos: Asesinos del pueblo . Gaitán, héroe civil de la república . Otros responsables del 9 de abril . Cómo nos hicimos comunistas Poemas: La libertad (1948)
---
ORACION DE LOS BOSTEZADORES – Fragmento (1) - (de Suenan Timbres, LUIS VIDALES, Feb. 25, 1926)
http://kikirimiau.com/images/fotografias/f6f33432af6ae70be5fef9aa80274cbc.jpg CUELGAPOEMA
Submatriz : http://kikirimiau.com/mostrarcontenido.php?id=25&contenidoid=50 Gabriel Zaid, Cèsar Vallejo, Luis Vidales
MATRIZ GENERAL 100 muestras de Cuelgapoemas http://kikirimiau.com/mostrar.php?id=25
ORACION DE LOS BOSTEZADORES Completo en
http://www.geocities.com/maincaro/poesia/quindio.htm

+++
FOTOS E IMÁGENES DE “SUENAN TIMBRES Y DE LUIS VIDALES
http://www.snapfish.com/thumbnailshare/AlbumID=37837608/a=45580223_45580223/t_=45580223
+++
NTC … Nos Topamos Con … ntc@andinet.com, ntcgra@gmail.com
Apreciado suscriptor y amigo: Si, en su “tarabitar” (ir y venir, caminar y discurrir), se topa con … algo – al alcance de todos o erudito, ajeno o personal – que considere de interés en y para la LITERATURA, le agradeceríamos compartirlo. Apreciamos, y nos ayudan, sus comentarios. Agradecemos la difusión, si lo encuentra pertinente. Gracias.
Respetamos su tiempo y su privacidad en la red y hacemos todo el esfuerzo para asegurar que este mensaje sólo sea enviado a las personas previamente suscritas a NTC … y que puedan estar interesadas en esta información. PARA CANCELAR SUSCRIPCION: Responder a ntc@andinet.com, ntcgra@gmail.com , indicando CANCELAR. Si decide continuar acompañándonos, GRACIAS!
+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

NTC ... 219
Nos Topamos Con ... Año 6. Cali, FEBRERO 25, 2.006
http://ntcblog.blogspot.com/
ntc@andinet.com , ntcgra@gmail.com
HOY, 80 AÑOS DE
“SUENAN TIMBRES”
de Luis Vidales,
25 de Febrero de 1.926
HOMENAJE Y MEMORIAS
CONTENIDO
Suenan Timbres: la revolución de Luis Vidales y otras aventuras conexas. Por Carlos Vidales, Estocolmo, 25 de febrero de 2006 //// POEMAS, una pequeña muestra //// Ediciones del libro //// Opiniones y comentarios sobre el libro //// El día que salió Suenan timbres… por Luis Vidales ///// LUIS VIDALES, reseña biográfica. Por Carlos Vidales //// FOTOGRAFÍAS E IMÁGENES //// LUIS VIDALES, UN POETA EXTRAORDINARIO. Por Luis Tejada (Publicado en El Espectador, 1.922) ///// SUENAN TIMBRES Por Juan Gustabo Cobo Borda. Prólogo a la segunda edición en 1.976 //// LOS TIMBRES SE VOLVIERON ALDABONES por Hector Abad F. ///// Abominables poemas del gran Luis Vidales por Darío Jaramillo Agudelo //// Otros textos y enlaces sobre Suenan Timbres y LUIS VIDALES
+++
Suenan Timbres:
la revolución de Luis Vidales y otras aventuras conexas
Carlos Vidales,
carlos@bredband.net , http://hem.bredband.net/rivvid/
Estocolmo, 25 de febrero de 2006
NTC … agradece a Carlos el presente texto elaborado para esta edición especial de nuestro Boletín
y a él y a su hermana mayor, Suenan Timbres , - de80 años, fresca y juvenil - ,
los felicita hoy por sus respectivos y acompañados cumpleaños.

Hace exactamente treinta años escribí un artículo titulado "La circunstancia social de Suenan Timbres". La obra maestra de Luis Vidales cumplía entonces medio siglo y yo pensaba que ya era hora de considerar las condiciones históricas, políticas, económicas y sociales del pueblo que engendró al poeta y le hizo concebir sus poemas. Intenté, en consecuencia, describir la sociedad colombiana de la década de 1920, apoyado en la sentencia del propio Vidales, de inocultable inspiración marxista: "El artista de hoy, qué duda cabe, recibe las órdenes secretas de la constante social".

Hoy, 25 de febrero de 2006, cumple Suenan Timbres ochenta años y yo cumplo sesenta y siete. Sí: ambos, el libro y yo, vimos la luz un 25 de febrero pero con trece años de diferencia. El libro continúa fresco y juvenil. Y en lo que a mí respecta, sospecho que la edad y el prolongado exilio me autorizan a considerar este doble cumpleaños desde una perspectiva menos sociológica y con un tono menos riguroso y más familiar.

Suenan Timbres, esta hermana mayor mía, de eterna juventud, me ha acompañado durante toda mi vida con ese misterioso hálito que tienen los hermanos carnales: uno los conoce muy bien porque son sus compañeros de juegos, sus amigos del alma y sus enemigos implacables en las pequeñas guerras civiles de la infancia, pero jamás puede citarlos de memoria. Yo leo los poemas de este libro con frecuencia y descubro en ellos nuevas claves para continuar mi interminable diálogo con mi padre, Luis Vidales, pero nunca logro concentrarme en el ejercicio mecánico de memorizar sus letras y sílabas en el orden debido.

Mi lectura de Suenan Timbres no es una experiencia literaria. Es siempre un diálogo existencial, unamuniano. Vislumbro en esos poemas a mi padre antes de que fuera mi padre, al joven sarcástico, humorista, iconoclasta, alegremente irreverente, con quien puedo dialogar en los dominios sin límites de la imaginación y en los planos más disparatados. Lo veo saliendo de su casa de la calle veinte, en el barrio de Las Nieves, acomodándose su perfil, su enorme sombrero de alas de gavilán, su pipa de mecedora, para ir al encuentro de sus compañeros de aventuras: Luis Tejada, Ricardo Rendón, José Mar, León de Greiff. Le pregunto por qué se preocupa tanto por acomodarse el perfil, por qué se amarra la sombra a los talones con tanta desconfianza, por qué camina con cautela, como un ladrón en casa ajena. Me responde que ya una vez lo han despojado de su perfil, que le han pisoteado la sombra, que un hombre de gabán y de sombrero de copa le robó el equilibrio y que, desde entonces, "voy tambaleándome por la vida". Y sonríe con travesura.

– Hombre – le digo – el tambaleo se debe más al consuetudinario consumo de trago, no hay que echarle la culpa a ningún hombre de gabán... Por otra parte, esos cuentos que fraguas con tanto desparpajo me parecen tan fascinantes como tus poemas de Suenan Timbres, y es lástima grande que hayas abandonado la prosa narrativa para dedicarte solo al verso. He leído por ahí algunos de tus manuscritos que me parecen deliciosamente absurdos...

– Ah, ¿sí? ¿Por ejemplo?

– Por ejemplo, ese relato titulado "Tragedia de un rostro", en el que dices, del modo más natural del mundo: "De pronto hubo un silencio, grande como una piedra". Explícame, pues, ¿qué tan grande es una piedra? Esa simple frase es todo un poema, y ese poema anticipa a Suenan Timbres.

– Es verdad, eso lo escribí en 1925, un año antes de la publicación de Suenan Timbres. Por aquella época tenía yo la obsesión de escribir mis historias de modo que no fueran ni prosa ni poesía, sino un género nuevo, mestizo. No sé bien si las lecturas de Poe o las alucinaciones de Maupassant, o los tragos que me tomaba con Tejada, Rendón y de Greiff me habían desquiciado un poquito, pero el hecho es que siempre aparecía en esos relatos un personaje misterioso (un hombre de gabán, un espectro, una sombra con una dentadura horrible, una aparición indescriptible) que me robaba la sombra, me tergiversaba la perspectiva, me escamoteaba el perfil, me despojaba de mi equilibrio.

– Lo peor es que siempre terminabas cometiendo algún asesinato, muy a lo Poe. Mataste a un hombre que cometió la crueldad de decirte que cada uno de nosotros tiene su antípoda al otro lado del mundo. No pudiste soportar la idea de que tu destino estuviera encadenado al destino de otro...

– Sí, en esa época maté a mucha gente. Incluso clavé mi propia sombra contra la pared de mi habitación, y ahí debe estar todavía, colgando, como un sobretodo abandonado. Creo que yo tenía en aquel tiempo algunos instintos homicidas...

– ¿De dónde salía tanta agresividad?

– Yo nací en 1900 o en 1904, no se sabe bien. En cualquier caso, soy hijo de la Guerra de los Mil Días, en la que participaron mis padres y mis tíos. Mi mamá contaba siempre anécdotas sangrientas e inverosímiles de esa carnicería. Siempre repetía, por ejemplo, la historia del soldado que, en plena batalla de Palonegro, fue decapitado de un machetazo, o de un sablazo, y continuó corriendo, sin cabeza, cuesta abajo... Supongo que yo también quería mocharle la cabeza a alguien, así fuera en la imaginación.

– Sin embargo, un año más tarde, en 1926, aparece Suenan Timbres y toda esa dramática propensión al asesinato ha desaparecido. ¿Por qué y en virtud de qué? Antes de Suenan Timbres te gustaba forjar tragedias o profetizar catástrofes bíblicas, y te doy un ejemplo. En tu relato titulado "El antipático", escrito en 1924, hablas a la piedra en estos términos:

¡Oh piedra! ¡Oh pobre piedra! Sembrada en el limo vigoroso, ¡quién sabe cuántas primaveras han resbalado por tu vientre, y sin embargo tú –como las vírgenes– te mostraste dura y rehusaste soltar el fruto! ¿Acaso no has pensado en lo exótica que sería tu flor, tu pequeña flor gris? Pero no. Es preciso que no hayas oído nada de lo que dije. Tú eres de la casta de las estériles. ¡Oh piedra! ¡Oh pobre piedra! Sobre ti caerá un día la maldición de los hombres!

Pero en Suenan Timbres, esta terrible profecía desaparece y hablas a la misma piedra con esperanza y benevolencia:

¡Oh piedra! ¡Oh pobre piedra!
Yo quisiera saber
desde qué época nebulosa del mundo estás dormida.
¿Por qué vives dentro de ti misma?
¡Oh piedra! ¡Oh pobre piedra!
Yo espero el día
– el día maravilloso de una nueva etapa –
en que vas a salir de tu largo sueño.
Y será bello verte.
Pues para entonces
moverás las patas
y sacarás lentamente la cabeza
y ante los hombres asombrados
empezarás a arrastrarte por el mundo.

Dicho en pocas palabras: lo que antes de Suenan Timbres era maldición y condena, después de Suenan Timbres es redención y liberación. ¿A qué se debe esta metamorfosis?

– ¿Cómo explicarlo? Suenan Timbres fue mi propia revolución existencial. Mi encuentro con Luis Tejada fue un sacudimiento total, definitivo. Ese ser maravilloso despertó en mí la alegría de la creación, el júbilo de la esperanza en la humanidad, el prodigioso encantamiento de la risa, y me enseñó a ver las cosas y las personas desde la dimensión de la libertad más deslumbradora. Y por ese tiempo comenzaron a llegar a mi casa las noticias más detalladas –y de alguna manera más legendarias también– de esa gesta enorme que fue la Revolución Rusa. Entonces yo me olvidé para siempre de mi sombra apuñalada, de mi perfil escamoteado, de mi equilibrio robado, de mi perspectiva distorsionada, del hombre del gabán y de todos esos pequeños incidentes de policía casera, y me lancé alegremente a descubrir los territorios inexplorados de la revolución.

– ¿Cuál revolución?

– La revolución grande, el cambio radical de las ideas, las mentalidades, el idioma, los gestos, la sociedad toda. Después vendrían los afanes por realizar la revolución política, la construcción del partido revolucionario, la lucha por el poder. Pero lo primero fue la impaciencia gozosa por destrozar todo lo sagrado, lo establecido. Por eso salía yo a la calle con una pipa larguísima, de esas que se fuman solamente cuando uno está sentado en una mecedora. Era un desafío a las costumbres, a las rutinas establecidas, era una especie de declaratoria de guerra contra el conformismo.

– Sí, de eso has hablado bastante en diferentes ocasiones. Tus descripciones de los personajes y los escenarios de esta época son muy vívidas: Tejada, Rendón, José Mar, el Café Windsor, el periódico El Sol, el general Benjamín Herrera... Curiosamente, has sido muy parco en describir tu ambiente familiar, tu casa de la calle veinte, tus asuntos hogareños.
¿Por qué?

– Siempre creí que las cosas familiares no debían ventilarse en público. Como eres mi hijo, recordarás que de eso he hablado siempre entre nosotros. Sin embargo, no he sido tan "parco" como dices. Lo que ocurre es que la gente lee a la carrera y pasa por alto los detalles con demasiada frecuencia. Por ejemplo, en mi relato "Tragedia en un rostro" (1925) me tomé el trabajo de describir cuidadosamente mi habitación, en la casa de la calle veinte:

Tengo el gusto de comunicar a mis biógrafos que vivo en el único cuarto alto que hay en mi casa. Una casa con sólo una habitación de segundo piso es harto rara si pensamos que apenas habrá dos de éstas en toda la ciudad. No voy a describir lo que hay en mi cuarto. Me limitaré a decir que todo en él es pobre. Un ropero pendiente de un clavo, oblicuo por esto en la pared, donde todas las noches, al regresar, cuelgo mi sobretodo, este sobretodo que empieza a tener parecido conmigo. Una cama, una cama dormida como cualquier otra cama del mundo. Y además de muchos objetos insignificantes, una mesa vulgar y coja sobre la cual hay varias hileras de libros. Encima de una de estas hileras, un reloj que anda al estricote, maltrata las horas de un modo doloroso.

Todo, excepto los libros, a los que amo con amor humano, como si fueran personas, vale muy poco o no vale nada. Iba a decir de la escalera, que está ahí, detrás de la puerta, y que es como la cola de mi cuarto; iba a decir lo que hace mucho viene mortificándome, y que años ha tuve la intención de someter a una encuesta: – ¿Cree usted que las escaleras tienen la intención de subir o la de bajar? Yo lo iba a decir, pero Ramón, el más ilustre de los Ramones que en el mundo han sido, según cálculo aproximado, pero no promedial, se ha apoderado de la idea antes que yo. A veces también tengo ideas y, sin embargo, no soy un escritor. No me acuerdo haber urdido nunca una mentira.

Y eso que tales descripciones no eran del todo necesarias para mi narración. El escritor debe establecer, me parece, una comunicación con el lector más profunda y más íntima que la que exigen las normas puras de la lógica narrativa. De mi madre no he hablado lo suficiente, lo reconozco. Esa mujer, enérgica, trabajadora, incansable, positiva, forjó mi carácter y me dio todo su apoyo en mis locas aventuras, mis viajes, mis rebeldías, mis escritos más disparatados, mis desafueros más apasionados. Fui su hijo preferido y esta circunstancia me otorgó una cierta autoridad en el seno del hogar, aunque yo era el hijo menor. Mi padre era un hombre bueno, un maestro, educador por devoción, de hábitos sencillos y honrados como los de un carpintero bíblico. Amaba a mi madre con verdadera veneración y creo que fueron una pareja muy feliz a pesar de las dificultades de la vida. Yo nací en la hacienda Río Azul, cerca de Calarcá, pero pronto nos trasladamos a Honda. Allí transcurrió mi primera infancia y yo tuve, además de la incondicional complicidad de mi madre Rosaura, la absoluta y abnegada ternura de la negra Conga, una mujer que había sido esclava y que, una vez liberada, prefirió continuar en casa de sus amos hasta la muerte. Era bastante vieja, pero tenía una frescura y una alegría de vivir que me contagió para siempre.

Fuimos cuatro hermanos, en este orden: una mujer, un hombre, una mujer, un hombre.

– Exactamente el mismo orden que aplicaste para procrear a tus cuatro hijos. ¿Cómo lo lograste?

– Sencillamente, renuncié a la originalidad en la vida familiar. Fui original en la poesía, pero dejé que la naturaleza trabajara sus viejos modelos en los asuntos familiares. Ahora, dieciséis años después de mi muerte, veo que en ese terreno hubiera podido hacer las cosas mejor o, por lo menos, no cometer ciertos errores.

– No te preguntaré, por discreción, a cuáles errores te refieres. Por otra parte, recuerdo muy bien que en mayo de 1990 me llamaste por teléfono desde Bogotá (todavía me sorprende que hayas pagado una larguísima llamada a Estocolmo) y me dijiste más o menos lo siguiente: "Carlos, ya estoy al final del viaje. Siento que me quedan pocos días de vida. Trabajaré hasta el último instante, no debes preocuparte por mí. Si te llega la noticia de mi muerte, no vengas a Colombia porque aquí corres peligro. Pero te llamo para despedirme, y para decirte que si hay cosas pendientes entre tú y yo, podemos hablarlas y resolverlas ahora mismo".

– Sí, recuerdo eso. Me dio una gran tranquilidad tu respuesta, que fue sorprendentemente serena: "Papá, creo que no tenemos ningún problema pendiente. Lamento muchísimo no estar en Bogotá para acompañarte en tus últimos días". Creo que hablamos durante más de media hora y nos despedimos cordialmente, sin aspavientos dramáticos. Te lo agradecí mucho, porque jamás fui amigo de los sentimentalismos pendejos ni de los lloriqueos romanticoides.

– En cambio fuiste siempre un impenitente humorista...

– Bien, digámoslo de una vez por todas: quien no sabe reír no puede ser una persona seria. No es posible confiar en alguien que no se ríe nunca. La falta de humor es una de las peores lacras del alma. Alguien ha dicho que yo puse el humor en la poesía colombiana. Eso es falso de toda falsedad. Ya en la época de la independencia nuestras poetas mujeres ensayaban el humor y la picardía en sus poemas patrióticos o costumbristas. Y ese gigante que fue Rafael Pombo nos dio lecciones maravillosas de buen humor. León de Greiff escribió versos humorísticos de tremendo efecto antes que yo, y José Asunción Silva lo hizo antes que de Greiff. No sé de dónde sacan nuestros críticos la tonta idea de que la literatura es una carrera de caballos: "Vidales fue el primero que..." Esa sola expresión encierra una ignorancia insondable. Nadie ha sido nunca el primero en el arte, todo arte, toda creación, es obra social, producto del trabajo común, "viene del pueblo y va hacia él", como diría Vallejo. Y nuestro pueblo, el pueblo colombiano, es trágico, es cruel, es guerrero, es incansablemente trabajador... y es un impenitente humorista. Otra cosa es que venga el hombre del gabán y se robe lo que uno ha escrito, y le ponga su firma a lo que uno ha puesto sobre el papel, y declare propiedad privada suya lo que es del pueblo y que a uno le costó sudor y lágrimas y riesgos formular. Ahora, los cretinos de siempre hablan de "intertextualidad", pero a mí no me molestan los intertextuales, los que comparten ideas y soluciones. Los que me sacan de quicio son los homotextuales, los que toman un texto formulado por otro, le estampan su firma y lo declaran propiedad privada suya, como Colón declaró propiedad de un par de reyes de baraja lo que era de millones de seres humanos.

– ¿Y qué dices de los que se robaron tus escritos, tus papeles, tus notas, cuando te visitaban para hablar de la "revolución" durante el último año de tu vida?

– Esa gente no es revolucionaria. No hay que echarle la culpa al partido (a mi partido) de esos robos. Lamento la pérdida del Espejo de la pintura (cien sonetos sobre célebres pintores y sobre la gran pintura universal). Ese libro nació de una polémica que tuve con el pintor Ignacio Gómez Jaramillo, hacia 1950. Yo critiqué una exposición suya, en la cual había medio centenar de cuadros con un único motivo: un pescadito muerto. A mí me dio mucha rabia que en medio de la Violencia se gastara tanto pincel y tanta tela y tanto óleo en un pescadito pendejo, y le publiqué un soneto en el cual le decía, entre otras cosas:

Mientras las cruces nacen en los huertos;
mientras las caras son días sombríos;
mientras llevan, por bosques y desiertos
más que peces, cadáveres los ríos,
[...]
tú, entre el dolor, de espaldas a la vida,
pintas, con pincelada desabrida
el pobre pez de tu tranquila pesca...

– Recuerdo eso. Yo tenía once años pero todavía guardo en la memoria la respuesta de Ignacio Gómez Jaramillo: "Dejadme con mis peces policromos / no me trato con duendes ni con gnomos". Gran humorista. Pero bueno, ¿qué otra pérdida lamentas?

– Lamento la pérdida de mi libro inédito Diario suyo y mío, escrito durante los años de exilio en Chile. A pesar de la gran hospitalidad y generosidad del pueblo chileno, el exilio fue una experiencia terrible. Soy plenamente consciente –hasta donde puede serlo un humorista muerto– de que durante esos años perdí la risa, me volví gruñón y neurótico, y mis hijos, especialmente los dos mayores (tú y tu hermana) pagaron muy cara esta etapa sombría de mi carácter. El Diario suyo y mío es un testimonio de mis afanes intelectuales de esa época, y los ladrones que se lo llevaron fueron más miserables que el hombre del gabán que me robó mi sombra, se llevó mi equilibrio, me despojó de mi perfil y me distorsionó la perspectiva, allá en mi lejana juventud.

– ¿Y qué otra cosa se robaron?

– Pues nada menos que mis Teresianas (sonetos en español arcaico o arcaizante sobre temas amorosos, eróticos, más quevedianos que teresianos). Y las Dimensiones de la patria (sonetos de la violencia, del exilio, de la añoranza por la patria natal, gritos de protesta contra las masacres y los masacradores). Solamente unas cuantas piezas sueltas se salvaron, porque habían sido publicadas. Pero el saqueo fue inmisericorde.

– Veo que fueron muchos sonetos. ¿No habías dicho por ahí que había que luchar contra el soneto?

– Esas eran ironías, mamadas de gallo contra los poetas "modernos" que creen que se puede hacer poesía "libre" sin conocer la poesía clásica. El ejercicio del soneto es fundamental para la formación de la disciplina poética. No digo que el que sabe hacer sonetos ya sea un poeta, no. Digo que el que ya "es" poeta por su carácter y sus cualidades, llegará a ser grande si conoce y domina todas las técnicas: el soneto, el romance, la canción, la oda, en fin, el "arte". No creo que haya habido otro poeta en la literatura colombiana que haya ensayado y trabajado tantos sonetos como yo. Recordarás que durante mi exilio en Chile, entre 1953 y 1961, me hice la rutina de escribir tres o cuatro sonetos por día. ¡Saca la cuenta!

– El exilio fue duro, pero también nos dio cosas muy buenas. Especialmente la gente que pudimos conocer y tratar...

– Por supuesto. El exilio es una desgracia, pero una desgracia enriquecedora. No hay que andar lamentándose, como Ovidio, ese viejito quejoso que se gastó veinte años llorando porque el César lo había condenado a vivir fuera de Roma, donde podía escribir libremente sin que nadie lo asesinara por ello. De más está decir que la parte más luminosa del exilio está por el lado de los nuevos amigos que ofrece. No olvido jamás, ni siquiera ahora que estoy muerto, a Pablo Neruda, al sabio Alejandro Lipschutz, a mis camaradas Volodia y Miguel Teitelboim, a mi amigo y protector don Omar Rojas Molina, director de las estadísticas chilenas, al historiador Rolando Mellafe, al admirable y tenaz Salvador Allende, y a tantos y tantos hombres y mujeres que nos dieron su amistad y su compañerismo, y nos permitieron trabajar y contribuir en alguna medida a la causa del pueblo chileno... Aprovecho para decirte aquí que, si bien no te dejé ninguna fortuna, en cambio te abrí las puertas para que desarrollaras amistad y conocimiento con todas esas excelentes personas. Creo que hiciste buen uso de esa herencia...

– Sí, y por ello te guardo una enorme gratitud.

--

Así, más o menos, transcurren mis diálogos con Luis Vidales. El tiempo ha borrado, o ha hecho absurdas las diferencias de edades. Converso con el joven que era un poco dandy antes de tener el buen ojo de casarse con una de las señoritas más bellas de "la culta capital", duodécima hija de un multimillonario beato y rezandero. Converso con el poeta maduro, exiliado en Chile con su familia, y vuelvo a ser entonces el adolescente desamparado de aquellos días. Converso con el padre que está muerto desde hace dieciséis años y vuelvo una y otra vez sobre los temas que han agitado mi curiosidad y, a veces, mis angustias. Pero converso sobre todo, y casi siempre, con el jovencito irreverente y sarcástico que acaba de publicar Suenan Timbres y que se apresta a salir a la calle, ahí en su morada de la calle veinte en el barrio de Las Nieves, libre ya de la ominosa amenaza del hombre del gabán, iluminado por la esperanza en la redención del mundo, en la revolución que hará de esta humanidad doliente una muchedumbre solidaria, hormigueante en la creación y en el trabajo digno.
Carlos Vidales, Estocolmo, 25 de febrero de 2006
+++
POEMAS, una pequeña muestra (sugerida por Carlos Vidales)
Los arcos-iris
Entierro
Las hojas (1)
Geográfica
Las pisadas
La música (fundamental!!!) (1)
A una flor
(1) Estos dos – y otros diferentes a los sugeridos - se encuentran en
http://palabravirtual.com/index.php?ir=crit.php&wid=1115&show=poemas&p=Luis+Vidales

OTROS POEMAS: Coro de los Obreros Dormidos, Le Doy mi Voto de Confianza al Día , Informe sobre la Claridad y Super-ciencia en
http://www.lablaa.org/blaavirtual/literatura/antope/antopoe0.htm

OTROS Textos y POEMAS de LUIS VIDALES
http://hem.bredband.net/rivvid/lvidales/luisvind.htm Textos políticos: Asesinos del pueblo . Gaitán, héroe civil de la república . Otros responsables del 9 de abril . Cómo nos hicimos comunistas Poemas: La libertad (1948)
+++
EDICIONES
1ª. SUENAN TIMBRES, Poemas, Luis Vidales, Ed. Minerva, 1.926. Bogotá Primera edición. 126 págs. 22 cm. Publicada con dinero de Venancio, compañero en el Banco de Londres

2ª. SUENAN TIMBRES, Luis Vidales, , Colección de Autores Nacionales (No. 12), Instituto Colombiano de Cultura. Segunda edición 1.976. 239 págs. (Ver carátula en: http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1100582467/a=45580223_45580223/t_=45580223 DE CARLOS VIDALES: “Guardo esta copia de carátula del ejemplar de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, Sala Antioquia C861,V648 . Mi ejemplar se lo robó el DAS en una requisa a mi casa.”)

3ª. SUENAN TIMBRES, Luis Vidales Editorial: Universidad Nacional de Colombia ISBN: 958-701-396-4 Encuadernación: Rústica, 228 páginas Año de Tercera Edición: 2004 Caratula: http://www.siglodelhombre.com/details.asp?prodid=UND23001&bloop=1&cat=54&path=9,54 o
http://unperiodico.unal.edu.co/ediciones/56/17.htm
+++
EL DÍA QUE SALIÓ SUENAN TIMBRES
Por Luis Vidales
Tomado de: SUENAN TIMBRES, Luis Vidales, Colección de Autores Nacionales (No. 12), Instituto Colombiano de Cultura. Segunda edición 1.976. (Suenan Timbres: 50 años. Vicisitudes de un poeta tomapelista. Apartes finales. Pags. 200 a 202)

La primera cola colombiana para comprar un libro
El día que salió Suenan timbres (con dinero de mi compañero Venancio del Banco de Londres, que no creo haberle pagado completamente, pero sí de sobra por la gratitud) hubo una especie de parálisis en Bogotá, donde no se habló de otra cosa. Por eso digo que era una ciudad sin diversiones, y que yo resulté ser la única (desde luego que para algunas niñas de la alta sociedad siempre lo fui por la admiración que me demostraban y que mucho halagaba mi vanidad de poeta).
Ese día salí de mi casa, a eso de las 3 de la tarde, completamente inocente de lo que estaba ocurriendo. Iba a la Librería Colombiana de Camacho Roldán y Tamayo donde el libro se había puesto a la venta. Cuál no sería mi admiración al ver una larguísima cola de gentes que doblaba de la calle real por la 12 hasta la puerta de la librería, donde Laguitos, diminuto, de finos lentes y traje atildado, atendía nerviosamente la clientela. Me acerqué a él, rebosante de alegría, y le pregunté qué decían aquellos insólitos prosélitos de mi poesía. "¿Qué crees tú, que no les he sondeado?, me respondió. N o he hallado uno solo que guste de tus versos. Todos dicen que quieren saber cómo es una poesía que no es poesía, que no es gramática, que no es prosa, que no es literatura en ningún sentido, que no es nada, sino germanía, tal como la ha catalogado el Maestro Antonio José Res- trepo". Y el libro se agotó en días.
Zambra por Suenan timbres el día de su salida
Recuerdo que en aquella ocasión, camino de la Librería Colombiana, al desembocar a la plazuela de Las Nieves, muy campante por estar estrenando "libro", vi que Augusto Ramírez Moreno venía por la cartera octava y al otearme, como a media cuadra de distancia, abrió los brazos y así se vino hasta encontrar mi pobre humanidad y estrecharla fuertemente, diciendo: "¡Qué- éxito! ¡Qué éxito! : La ciudad está paralizada por tu libro. Vengo del Riviere, donde acaba de ocurrir una batalla campal por Suenan timbres. Yo le repliqué: "¿Una batalla? Entonces ello quiere decir que hay quienes defienden a Suenan timbres"? "No, hombre, no", me aclaró. Lo que pasa es que un grupo dice que tu libro es mato por unos motivos y otros sustentan que es pésimo por motivos completamente diferentes. Y como no se pusieran de acuerdo, se armó la de Dios es Cristo y se pusieron de ruana las mesas y los asientos". Después supe que botellazos y heridos menudearon y que la policía debió calmar aquella hecatombe..
Hasta aquí el relato. La historia posterior de Suenan timbres la sabe la gente. O debería saberla. Y de todas maneras la sabrá. Porque … la verdad es que seguimos peleando.
Luis Vidales
+++
OPINIONES Y COMENTARIOS SOBRE EL LIBRO
“Suenan timbres,
… con este libro inauguró, en forma radical, la vanguardia poética en Colombia. Humor, ironía, una mirada oblicua sobre nuestra realidad, una visión cinematográfica de nuestro país.
Burla, desenfado, irreverencia: los poemas, tanto en prosa como en verso, configuraban una de las secuencias más originales y renovadoras, no sólo dentro del ámbito de la literatura colombiana, sino a nivel hispanoamericano. Ahora (en 1.976) , 50 años después, Colcultura, en una segunda edición, completa y definitiva, reedita aquel libro memorable …
… original creación que causó estupor, admiración y escándalo en los círculos intelectuales del país, todavía dominados por un tradicionalismo decadente. La edición se agotó en tres días. El autor de esos versos inverosímiles era agredido en plena calle por los defensores de la poesía de rima y sonsonete.
… libro fundamental para la historia de la poesía en Colombia.
… versos certeros, divertidos, únicos …
… poesías que son como una revelación, que nos dan nuevos ojos o nuevas sensaciones, una alegría o un consuelo.
… en 1976, en sus bodas de oro, Suenan timbres seguía siendo, como hoy (1.985) , un libro regocijante, fresco, directo, sutil, humorístico.
… En Suenan timbres hay agilidad, brillo, ingenio, humor y, a menudo, ternura y lirismo.
… revolucionó la forma en que se escribía poesía en Colombia.
… en Colombia, por aquellas calendas, seguíamos en el modernismo. El primer remezón lo pegó Ciro Mendía - … - , pero el mayor impacto, desde ese momento,
siempre lo causó Suenan timbres.
… en Suenan timbres todo era nuevo: los temas, el tono, la forma.”
+++
LUIS VIDALES, reseña biográfica
Por: Carlos Vidales ( carlos@bredband.net )
Tomado de la revista virtual de historia y cultura La Rana Dorada,
http://hem.bredband.net/rivvid/lvidales/luisv.htm Matriz: http://hem.bredband.net/rivvid/
El poeta, escritor, crítico de arte, profesor universitario, periodista y estadígrafo Luis Vidales (Calarcá, 1900-Bogotá, 1990), Premio Nacional de Literatura y fundador del movimiento vanguardista Los Nuevos, fue también, a lo largo de toda su vida, un infatigable luchador político.
Cuarto hijo del maestro Roberto Vidales y de Rosaura Jaramillo de Vidales, nació en la hacienda Río Azul, jurisdicción de Calarcá, el 26 de julio de 1904 según los registros bautismales, pero al parecer en realidad cuatro años antes (1900) según datos familiares (la Guerra de los Mil Días y el hecho de que sus padres fueran liberales radicales y masones parece haber impedido su bautismo durante cuatro años). Los primeros años de su infancia transcurrieron en Honda, a donde la familia se había trasladado al terminar la guerra civil. Sus estudios primarios fueron dirigidos por su padre Roberto, de quien guardó siempre un recuerdo tierno y agradecido. La familia decidió establecerse en Bogotá cuando los cuatro hijos (Silvia, Roberto, Clara y Luis) llegaron a la edad de iniciar sus estudios secundarios. Luis Vidales hizo los suyos en el Colegio del Rosario, de donde egresó con excelentes calificaciones y una clara vocación literaria, a los dieciséis años de edad.
Participaba entonces en manifestaciones políticas en favor de los artesanos y trabajadores, en tertulias literarias juveniles y en discusiones ideológicas con liberales radicales, anarquistas y socialistas. Al mismo tiempo comenzó a trabajar en el Banco de Londres & América del Sud como jefe de contabilidad, pese a su extrema juventud. A partir de entonces su destino estuvo marcado por esta circunstancia: era un político de extrema izquierda y un literato de vanguardia que se ganaba la vida haciendo cálculos matemáticos y cuadrando cifras.
Estableció por aquellos años una amistad entusiasta y profunda con dos jóvenes geniales: el inolvidable cronista Luis Tejada y el admirable caricaturista Ricardo Rendón, con quienes compartió audaces aventuras intelectuales y una ruidosa bohemia que sacudió y escandalizó las sombras estancadas de las noches bogotanas. Tejada, Rendón y Vidales colaboraron en El Espectador de manera regular y ocasionalmente en El Tiempo, que publicó por aquellos años un suplemento de homenaje a Charles Chaplin, dirigido por Vidales. Por esta época se conformó el grupo intelectual de Los Nuevos, en que se distinguieron como fundadores y participantes Luis Vidales, Luis Tejada, Ricardo Rendón, León de Greiff, José Mar, Moisés Prieto, Felipe y Alberto Lleras, Carlos Lozano y Lozano y muchos otros brillantes escritores, poetas y periodistas. A fines de 1922 fue fundado el diario matutino El Sol bajo la codirección de José Vicente Combariza, José Mar y Luis Tejada. En sus páginas colaboró asiduamente Luis Vidales, al lado de Jorge Eliécer Gaitán, Gabriel Turbay, León de Greiff, Alejandro Vallejo, Carlos Lozano y Lozano, Nicolás Llinás Vega y otros escritores de vanguardia.
En 1926 publicó Vidales su primer libro de poemas y la más importante de sus obras: Suenan Timbres, original creación que causó estupor, admiración y escándalo en los círculos intelectuales del país, todavía dominados por un tradicionalismo decadente. La edición se agotó en tres días. El autor de esos versos inverosímiles era agredido en plena calle por los defensores de la poesía de rima y sonsonete. En actitud provocadora, el joven Vidales salía a pasear a la carrera séptima llevando en la mano un bastón con empuñadura de plata que más de una vez empleó como garrote para defender su concepto de la literatura.
Su amigo Luis Tejada había muerto en 1924. Vidales quiso ampliar su visión del mundo. Viajó a Europa. Estudió ciencias políticas en la Escuela de Altos Estudios de París, entre 1926 y 1929, con un intervalo de estadía en Italia (1928) durante el cual se desempeñó como cónsul de Colombia en Génova. Renunció a su cargo a raíz de la masacre de las bananeras y regresó a París, ciudad que fue la que más amó en la vida, junto con su tierra natal de Calarcá.
De regreso en Colombia formó parte del grupo fundador del Partido Comunista colombiano (17 de julio de 1930) y llegó a ser su Secretario General en 1932. Se distinguió como agitador, organizador y propagandista. Dirigió varios periódicos de combate, entre ellos "Vox Populi" de Bucaramanga (1931), que después de haber sido un medio de expresión del socialismo revolucionario (1928-29) se sumó a las fuerzas del comunismo. En 1932 asumió como jefe de redacción del periódico "Tierra", órgano oficial del Partido Comunista bajo la dirección de Guillermo Hernández Rodríguez. Los comunistas tenían entonces cordiales relaciones de amistad con amplios sectores del liberalismo y la casa editorial de "El Tiempo", a través de Enrique Santos Montejo (Calibán) regalaba a los impresores de "Tierra" el plomo necesario para fundir los tipos cada vez que la economía estrangulaba al periódico comunista. Como redactor, Vidales desarrolló una enérgica campaña contra la guerra colombo-peruana, llamando a los soldados de ambas naciones a confraternizar en el frente y a "volver sus armas contra sus propios oficiales". Naturalmente, el periódico "Tierra" fue atacado por las turbas patrióticas y sus instalaciones fueron destruidas.
Las luchas internas en la Tercera Internacional condujeron a la marginación de Vidales de las filas comunistas desde 1936 hasta 1964. Mantuvo a pesar de todo una posición de izquierda militante. Fue redactor del periódico "El Soviet", tabloide fundado en diciembre de 1933 y que logró sobrevivir hasta 1939 bajo la dirección de Jorge Regueros Peralta. Simultáneamente Vidales continuaba colaborando en "El Espectador" y "El Tiempo" y apoyando las corrientes más radicales del partido liberal. Aunque sus ideas marxistas eran conocidas, sucesivos gobiernos liberales confiaron en su capacidad técnica, llegando a nombrarlo Director Nacional de Estadísticas, puesto que dejó en 1944. Fue catedrático de Historia del Arte y Estética en la Universidad Nacional (Bogotá) y de ese trabajo resultaron su Tratado de Estética y muchos de sus trabajos científicos y literarios relacionados con la teoría del arte. Entre ellos es necesario mencionar su Espejo de la pintura, colección de sonetos sobre los grandes genios de la pintura universal, de la cual se han hecho publicaciones fragmentarias y cuyo manuscrito completo fue robado de la casa del poeta según se indica al final de esta biografía.
Su adhesión al caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán lo llevó a ocupar importantes cargos en su movimiento, entre los cuales destaca el de columnista del diario "Jornada", órgano del gaitanismo. Ese aguerrido periódico continuó publicándose después de los hechos trágicos del 9 de abril de 1948, y en sus páginas continuó jugándose la vida, día a día, el periodista Luis Vidales. Luego vino un período de dura clandestinidad durante el cual colaboró activamente en las redes de información y abastecimientos de la guerrilla liberal (1948-1952).
En 1952 se hizo cargo de la dirección de propaganda de los Censos Nacionales, puesto que desempeñó hasta comienzos de 1953. Pero la situación política derivada de la Violencia se había hecho insostenible para él y esto lo condujo finalmente al exilio: en 1953 recibió asilo político, con su esposa Paulina y sus hijos Luz, Carlos http://hem.bredband.net/rivvid/redacc.htm foto: http://hem.bredband.net/rivvid/fotos/carlos8.jpg , Ximena y Leonardo, en Chile. Allí vivió durante once años, trabajando en la Dirección Nacional de Estadística y dictando cátedra de Estética e Historia del Arte. Desde el destierro continuó escribiendo en las páginas de "El Espectador", "El Tiempo", el "Boletín Cultural y Bibliográfico" del Banco de la República y otras publicaciones colombianas.
En 1956 ganó un concurso convocado para la producción de una biografía del difunto presidente radical de Chile, Juan Antonio Ríos, pero su trabajo (Juan Antonio Ríos, biografía de una voluntad) no pudo ser publicado, a pesar del premio, debido a presiones de la poderosa familia Alessandri, que no salía muy bien parada en la obra.
A su regreso a la patria, Vidales trabajó como experto en el Departamento Nacional de Estadísticas (DANE).
Rehabilitado discretamente por el Partido Comunista, se mantuvo en sus filas hasta el día de su muerte (junio de 1990), a los noventa años de edad. En 1986 le había sido concedido el Premio Lenin de la Paz.
Obras publicadas: Suenan Timbres (1926); Tratado de Estética (1945); La insurrección desplomada (1948); La circunstancia social en el arte (1973); Historia de la estadística en Colombia (1975); La Obreríada (1978); Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves (1985). Una colección de su obra inédita fue publicada en los Cuadernos de Filosofía y Letras de la Universidad de Los Andes (Vol. V, núm. 3, Bogotá, julio-septiembre de 1982).
Muchos de sus trabajos inéditos se perdieron en el saqueo que algunos de sus "amigos" y "compañeros" hicieron en su casa pocos días antes de su muerte, aprovechándose de su vejez, confianza y hospitalidad.
+++
FOTOGRAFÍAS E IMÁGENES
http://www.snapfish.com/thumbnailshare/AlbumID=37837608/a=45580223_45580223/t_=45580223 (Allí todas)
** Carátulas de la primera edición:
De ejemplar existente en la Casa de Poesía Silva (gracias a las señoras: Doris Amaya y María Margarita Borda Carranza)
http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1100597101/a=45580223_45580223/t_=45580223
De ejemplar de la Biblioteca Piloto de Medellín (copia suministrada por Carlos Vidales) http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1100582467/a=45580223_45580223/t_=45580223
** Dedicatoria de 1.973 para María Mercedes Carranza y Fernando Garavito en el ejemplar existente en la Casa de Poesía Silva. (gracias a las señoras: Doris Amaya y María Margarita Borda Carranza)
http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1100590856/a=45580223_45580223/t_=45580223
** Fotos de LUIS VIDALES
De 1.926
http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1100590857/a=45580223_45580223/t_=45580223
http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1100597109/a=45580223_45580223/t_=45580223
De 1.948
http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1100589280/a=45580223_45580223/t_=45580223 o http://hem.bredband.net/rivvid/fotos/luisv01.jpg
Copia proporcionada por la Casa de Poesía Silva (sin fecha) (gracias a las señoras: Doris Amaya y María Margarita Borda Carranza)
http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1100597112/a=45580223_45580223/t_=45580223
En “batebaño” y fumando
http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1100589281/a=45580223_45580223/t_=45580223 o http://unperiodico.unal.edu.co/ediciones/59/fotos/luisvidales.jpg (sin fecha)
** Autocaricatura
http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1100597111/a=45580223_45580223/t_=45580223 (de suena Timbres segunda edición)
** Caricatura de Rendón
http://hem.bredband.net/rivvid/fotos/vidales1.gif
Ampliada: http://www.snapfish.com/slideshow/AlbumID=37837608/PictureID=1100588524/a=45580223_45580223/t_=45580223
+++
SUENAN TIMBRES
Por Juan Gustabo Cobo Borda.
Tomado del prólogo de: SUENAN TIMBRES, Luis Vidales, Segunda edición 1.976, Colección de Autores Nacionales (No. 12), Instituto Colombiano de Cultura. Págs 10 y 12.
En 1906, Luis Carlos López publica De mi villorrio. En 1915 aparece, en Medellín, la revista "Panida", bajo la dirección de León de Greiff y con carátula diseñada por Ricardo Rendón. En 1917, alrededor de Ramón Vinyes, "el sabio catalán de Cien años de soledad, se agrupan los colabora- dores de la revista "Voces", que dura hasta 1920. De 1922 a 1925, Luis Vidales, en Bogotá, publica sus primeros poemas. En 1925, los hermanos Lleras Camargo editan, en Bogotá, la revista "Los Nuevos", de cuyo comité de dirección forman parte De Greiff y Vidales. En 1925, León de Greiff publica Tergiversaciones, Primer Mamotreto, y en 1926 Editorial Minerva saca a luz, con carátula (1) de letras grandes, en color verde: Suenan timbres, poemas de Luis Vidales. Este nació en la hacienda "Rioazul", en lo alto de la Cordillera Central de los Andes, municipio de Calarcá (hoy perteneciente al departamento del Quindío) , en julio de 1904, y con este libro inauguró, en forma radical, la vanguardia poética en Colombia. Humor, ironía, una mirada oblicua sobre nuestra realidad, una visión cinematográfica de nuestro país: "Por el cielo amarilloso / de linterna / pasan las nubes colombianas. / y cómo se les nota que no habían ensayado / antes"
Burla, desenfado, irreverencia: los poemas, tanto en prosa como en verso, configuraban una de las secuencias más originales y renovadoras, no sólo dentro del ámbito de la literatura colombiana, sino a nivel hispanoamericano.
Ahora, 50 años después, Colcultura, en una segunda edición, completa y definitiva, reedita aquel libro memorable, con inclusión de cuanto no se dio a la imprenta en aquel año. Es factible, entonces, valorar, en toda su importancia, lo que significó aquella obra, las encendidas polémicas que desató, y la importancia decisiva que hoy en día la distingue. Por esta razón, también se han incluido, como parte integrante de esta nueva edición, documentos de aquella época que son la primera evaluación de Suenan timbres, y algunos textos posteriores, que hablan de la poesía de Vidales y de su repercusión.
Vidales, "definido hombre de izquierda", como se califica a sí mismo, ha publicado, además, un Tratado de estética (1945), un análisis del 9 de abril de 1948, publicado ese mismo año, con el título de La insurrección desplomada, su teoría y su praxis, y un "enjuiciamiento dialéctico del arte" en su obra La circunstancia social en el arte, editada en 1973.
Este poeta, que dedicó a su mejor amigo, Luis Tejada, una elegía humorística, ha sido también Director Nacional de Estadística, ciencia en la cual es uno de los mayores expertos que tiene el país, Sólo que esta aparente paradoja no lo es tanto, ya que Vidales -un poeta exacto- responde, cuando le preguntan cómo compagina estas dos actividades, con un "mire en torno suyo; si encuentra algo que se hurte a la numeración, denúncielo por sospechoso",
J. G. C. B.
+++
LUIS VIDALES, UN POETA EXTRAORDINARIO
Por Luis Tejada (Publicado en El Espectador, 1.922)
Tomado del prólogo de: SUENAN TIMBRES, Luis Vidales, Segunda edición 1.976, Colección de Autores Nacionales (No. 12), Instituto Colombiano de Cultura. Págs 13 a 16.
Este país es esencialmente conservador en todos los aspectos de su vida, pero singularmente en lo que se refiere a la literatura. Nadie experimenta aquí la inquietud del porvenir, ni siquiera del presente. Todos somos inmunes a los gérmenes de renovación, y preferimos encerrarnos en la contemplación del pasado, antes que adoptar una actitud de simpatía activa, incorporándonos a la agitada vida que transcurre fuera, uniéndonos por algún hilo vital al mundo conmovido y maravilloso que va en marcha hacia adelante.
Se cree que la circunspección clásica; que el encerrarse dentro de ciertos moldes trasegados y consagrados, es una postura elegante. Puede serlo quizá, según lo que se entienda por elegancia, pero en todo caso: es también una postura imbécil en ocasiones, y estéril en todas ellas.
Nuestra lírica, sobre todo, está retrasada cincuenta años. Se hacen versos, más o menos como se hacían a fines del siglo pasado. Baudelaire, Verlaine y el bueno de Rubén Darío, que en paz descanse, dejaron una agitación lírica, que permanece inadvertida para la sensibilidad de nuestros poetas. Todas las inquietudes de los últimos veinte años les merecen, a los que por casualidad tienen noticias de ellas, cuando más una sonrisa, pero nunca un gesto de comprensión ni mucho menos una simpatía estimulante.
Pasan muchos días antes que quien se incline con angustia expectante sobre el panorama nacional, atisbando la aparición de algún valor nuevo, vea al fin lo que esperaba. Yo, sin embargo, acabo de tener esa fortuna, y mi alegría efusiva puede compararse a la del pillete que ha encontrado de repente en la calle una libra esterlina. ¡Ah!, es bien raro en verdad hallar entre nosotros ese hombre nuevo, que rompa en un gesto de liberación con el pasado, demasiado muerto ya; que aparezca con su personalidad genuina, original, con mucho ya de materia sorprendente en su obra!
Yo presento hoy a Luis Vidales, y reclamo para él el título de poeta en el mejor y más noble sentido de la palabra. Sé que sus versos no irán a gustar todavía a esa gran masa de público rutinizada en el viejo sonsonete, sin alma ni médula, que nos dan diariamente quienes confunden la belleza con la sonoridad vacua y pretenden hacer poesía escalonando adjetivos, armonías y superficiales colores, en visión pobre por sólo ser descriptiva.
La poesía de Vidales es, en esta primera etapa de su obra, una poesía de ideas, sobria y sintética. El no sufre la voluptuosidad rudimentaria del color ni de la forma. Levanta en sus nobles versos liberados la voluptuosidad de las ideas puras y, lo que es todavía más excepcional y revolucionario entre nosotros, las presenta en un despliegue de alto y fino humorismo.
El humorismo es, siempre, una actitud trascendental ante la vida. Hasta podría decirse que todo gran pensamiento es humorístico. El humorista posee una visión cósmica del universo. Observa las cosas y, sobre todo, la esencia de las cosas, desde un punto de vista eminente. No se conoce un gran poeta que no haya sido íntima, profundamente, un humorista. Pero no hay humorismo, desde luego, en el juego vulgar de palabras ni en la superficial apariencia de las cosas, como tampoco lo hay en el contraste simple de situaciones externas, como lo hace Luis C. López. El humorismo sólo se expresa en su intensidad soberana, como lenguaje de los altos espíritus, en la comparación de ideas o de series de ideas, confrontándolas entre sí o asociándolas a pequeñas cosas, de manera que determinen un contraste trascendental, que al encerrarlas dentro de un leve marco vulgar, , nos den sin embargo la sensación de infinito. Así, al tocar las menudas cosas cotidianas, el poeta no pierde su situación eminente, su punto de vista universal y esencial. ¿Y en este sentido cósmico de la vida y el mundo no está realmente la verdadera, la única poesía?
Luis Vidales posee estas características primordiales en grado todavía incipiente, puesto que apenas empieza a sentir y a pensar, pero lo suficientemente acentuado, ya que constituye un valor efectivo, excepcional y admirable en nuestra poesía de hoy y de mañana.
LUIS TEJADA (Publicado en "El Espectador", 1922)
+++
LOS TIMBRES SE VOLVIERON ALDABONES
HECTOR ABAD F.
Boletín Cultural y Bibliográfico, Número 10. Volumen XXIV - 1987
http://www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti3/bol10/timbres.htm
Reseña a: Antología poética. Luis Vidales. Universidad de Antioquia, Medellín, 1985, 288 págs.
+++
Abominables poemas del gran Luis Vidales
DARÍO JARAMILLO AGUDELO
Boletín Cultural y Bibliográfico, Bco. Reública. Número 4, Volumen XXII , 1985
http://www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti3/bol4/abomina.htm
Reseña a Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves
Luis Vidales. Ediciones Aurora, Bogotá, 1985
El 25 de febrero de 1926 apareció en Bogotá Suenan timbres. Cincuenta años después, sin que su autor hubiera publicado más libros de versos, se realizó la segunda edición, esta vez con prólogo y epílogo del autor, además de comentarios de Luis Tejada, Eduardo Carranza, Fernando Arbeláez, Alberto Lleras. Todos, comentarios elogiosos; todos, comentarios acertados: en 1976, en sus bodas de oro, Suenan timbres seguía siendo, como hoy, un libro regocijante, fresco, directo, sutil, humorístico.
Un poeta que está en las antípodas estéticas y políticas del autor de Suenan timbres, Eduardo Carranza, escribe: "Es necesario decir que Luis Vidales fue, entre sus contemporáneos, el único que escribió a la altura de su tiempo, el único que se plantó con un libro extraordinario en la vanguardia, el único que incorporó a su poesía las nuevas criaturas lucientes de la técnica, la inquietud revolucionaria que surgía con las primeras victorias del socialismo, y los tesoros oníricos que venían de la inmersión freudiana en el subconsciente [...] En Suenan timbres hay agilidad, brillo, ingenio, humor y, a menudo, ternura y lirismo".
Suenan timbres, este primero y, por 52 años, único libro de Luis Vidales tiene mayor valor cuando a estas alturas es todavía legible y cuando se piensa en las circunstancias que se vivían en la poesía colombiana en ese momento: a pesar de que la revolución de los imaginistas ingleses había sucedido en 1910 y de que de esas fechas son los poemas de Blaise Cendrars y Guillaume Apollinaire y de que muy poco después aparecieron los poemas de Vicente Huidobro y de que etcétera y etcétera, en Colombia, por aquellas calendas, seguíamos en el modernismo. El primer remezón lo pegó Ciro Mendía —un poeta que está por estudiarse, particularmente en su papel de protovanguardista—, pero el mayor impacto, desde ese momento, siempre lo causó Suenan timbres.
Sobre este hilarante libro ha descansado el prestigio del poeta Vidales, ya coronado con distinciones como el premio de reconocimiento de la Universidad de Antioquia y el premio Lenin, otorgado por la Unión Soviética.
En 1978 se publicó el segundo libro de Vidales, La obreriada, del cual el único elogio que puede hacerse consiste en decir que es mejor que los Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves.
Si el autor del libro que aquí se comenta no fuera un poeta reconocido, no valdría la pena reseñarlo: simplemente merecería sumarse a los cincuenta o cien volúmenes de versos intrascendentes que se publican al año en Colombia. La cuestión aquí es precisamente ésa: que no se reconoce por ninguna parte al autor de Suenan timbres, ese Luis Vidales regocijante; pareciera que el autor de los Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves fuera otro individuo sin el tino y la frescura del otro. Pero no; ahí está la evidencia, contra el estupor, y estos poemas los firma, también, un Luis Vidales, esta vez sin gracia, sin originalidad, sin emoción lírica, sin fuerza en sus versos políticos.
En el prólogo de la segunda edición de Suenan timbres (Colcultura, 1976), dice Vidales que "he ensayado acentos, dejos, verso libre, verso rimado, poesía sencilla, poesía compleja, qué sé yo. Busco por todos lados, no quiero anquilosarme. Una especie de angustia me lleva a meterlo todo dentro de un gigante laboratorio". Pues bien, Los poemas del abominable.., son una muestra de ese laboratorio de Vidales: en este libro hay de todo eso, rescatado —como dice el prologuista, José Luis Díaz Granados— "de los centenares de carpetas de sus textos inéditos". Aquí hay de todo.
Aquí hay de todo; este libro es una especie de desafortunado muestreo del "gigante laboratorio" o de los "centenares de carpetas" de Vidales. Lo grave es que nada se salva. Nada. Y al amante lector de Suenan timbres le queda la esperanza de que se haya tratado, simplemente, de una mala escogencia. Porque acaso lo único que puede decirse en su favor es que allí hay algunos pasables versos festivos. Pero si se comparan con la buena poesía humorística y festiva que se ha producido en el país, esto tampoco significa mucho.
Vale la pena hacer un recuento de la mezcla que hay en este libro: una traducción del poema de Louis Aragon al partido comunista (que se recuerde, Luis Vidales es el único comunista colombiano que ha sido obligado a hacer profesión pública de obediencia; en 1935 fue acusado de desviacionismo y escribió: "Declaro que ceso toda oposición ideológica contra la actual dirección del partido y que en lo sucesivo aceptaré su política"; no obstante fue degradado del comité central y se le mandó a trabajar con la base), una parodia de un villancico, una nada memorable colección de coplas, lo mismo en décimas, verso libre rimado, verso libre sin rima, hay una oda elemental a la panela, hay versos de amor y de amor a Colombia y política, y elegías a los héroes del comunismo. Y por supuesto hay sonetos, sonetos convencionales convencionalmente rimados —uno o dos casi líricos— y está también el archiconvencional soneto contra el soneto.
Hay de todo; pero nada se salva, contrariando una ley física: por malo que sea un libro, siempre habrá uno o dos chispazos, uno o dos versos hermosos. Aquí no. De ahí la duda, o bien sobre el gusto de quien escogió los poemas, o bien sobre si se trata del mismo autor de Suenan timbres.
Pensando en el rechazo que en su momento provocó Suenan timbres, podría suponerse que el rechazo de ahora significa que los Poemas del abominable.., es tan innovador como aquél. Es posible. El juicio de una nota bibliográfica, por su inmediatez, está más cerca del periodismo que de la historia. Pero resulta que en Suenan timbres todo era nuevo: los temas, el tono, la forma. En cambio en este libro nada es nuevo: es muy difícil que en formas tan convencionales y tan convencionalmente usadas, haya alguna innovación: usar recursos vanguardistas o hacer chistecitos es tan anacrónico como atacar el soneto.
Hay un presentimiento general: estamos en unas vísperas; algo muy nuevo se acerca, una poesía distinta que modelará la sensibilidad del hombre del nuevo milenio. Algo muy nuevo a la medida de un nuevo hombre. Una oscura intuición dice que antes vendrán los destructores de las formas obsoletas; lo que es seguro, es que esa destrucción no se operará desde adentro, a lo kamikaze: el soneto o la copla o la décima o el verso libre o la imagen o la rima no se destruyen escribiendo mediocres sonetos, coplas, décimas, versos libres, imágenes o rimas. Si así fuera, hace mucho que estas formas, con todos sus tics y vicios y lugares comunes, hubieran sido aniquiladas por el peso creciente de tantos mediocres poemas que se publican.

+++
DE : JUAN MANUEL ROCA VIDALES
¿Su acercamiento a la poesía tuvo que ver con su tío Luis Vidales? Y, por cierto, ¿qué tanto fue apreciado el poemario de Vidales?
http://www.fondodeculturaeconomica.com/Oficina_Virtual/F1238.pdf
En buena parte es cierto. Luis Vidales, hermano de mi madre, fue una influencia evidente en mi aproximación a la poesía. Cuando publicó, siendo adolescente, su libro vanguardista Suenan timbres en 1926, el país literario dormía en medio de un largo bostezo, todavía virreinal. Sólo hacía dos años de la publicación de los manifiestos del surrealismo, movimiento al que se quiso de manera posterior vincular a Vidales. Por supuesto que el solemne país de las letras colombianas recibió su humor como una especie de mosca en la nariz del orador, como una bofetada. Él se limitaba a decir: “Si te pegan en la mejilla izquierda,/ pon la derecha, me dijeron./ Pero si todos hacen lo mismo/ ¿quién es el que pega?” Ahora se ha venido a valorar de manera evidente su obra que adosó el humor y la paradoja en la poesía colombiana. La geografía de Comala Hay un par de mexicanos presentes en sus poemas: Rulfo y Posada. ¿Qué representa la obra de Rulfo y qué admira de los grabados de Posada? Tanto Rulfo como Posada son dos artistas que tuvieron frecuentes tratos con el allá, con el
---
En su centenario, Luis Vidales, el poeta de Colombia, Por: José Luis Díaz-Granados
http://www.45-rpm.net/vidales.htm
---
Suenan timbres de Luis Vidales (libro recobrado)
http://www.cartauniversitaria.unal.edu.co/ediciones/02/12.htm
La Colección de Poesía de la Universidad Nacional de Colombia es un proyecto que pretende llevar la poesía de destacados autores colombianos a los estudiantes y otros públicos que generalmente no tienen acceso a ella. Son doce libros al año en tres líneas editoriales: "obra reunida", para autores vivos con una obra consolidada; "libro recobrado", para libros fundamentales de reconocidos poetas que no se encuentran con facilidad en nuestro medio; "libro inédito", para autores que aportan a la poesía colombiana de nuestro tiempo en diversos estilos y corrientes.
En la pasada Feria del Libro se presentaron tres libros en cada una de las líneas editoriales: El vuelo inmóvil de Jorge Cadavid (libro inédito), en el que "lo esencial, la desaparición voluntaria de la anécdota y la fina elaboración mental se combinan con la cálida, pero siempre sostenida, imagen sensorial"; Suenan timbres de Luis Vidales (libro recobrado), del que afirma Alberto Rodríguez Tosca: "La sencillez de su discurso es directamente proporcional a su profundidad crítica, y cierta solemnidad se hace acompañar permanentemente por un perspicaz humor, y ya se sabe que no hay contradicción en este planteamiento"; y Oración del impuro de Rómulo Bustos Aguirre (obra reunida), donde, en palabras de Roberto Burgos Cantor: "El poema surge de un trato con la inteligencia, es su riesgo y su felicidad. Y sobre todo el poeta queda sometido al imperio del poema, y lo acepta, no podrá romper el yugo".
+++
NTC … Nos Topamos Con … ntc@andinet.com, ntcgra@gmail.com
Apreciado suscriptor y amigo: Si, en su “tarabitar” (ir y venir, caminar y discurrir), se topa con … algo – al alcance de todos o erudito, ajeno o personal – que considere de interés en y para la LITERATURA, le agradeceríamos compartirlo. Apreciamos, y nos ayudan, sus comentarios. Agradecemos la difusión, si lo encuentra pertinente. Gracias.
Respetamos su tiempo y su privacidad en la red y hacemos todo el esfuerzo para asegurar que este mensaje sólo sea enviado a las personas previamente suscritas a NTC … y que puedan estar interesadas en esta información. PARA CANCELAR SUSCRIPCION: Responder a ntc@andinet.com, ntcgra@gmail.com , indicando CANCELAR. Si decide continuar acompañándonos, GRACIAS!